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jueves, 11 de diciembre de 2008

El valor y el sexo


El sexo siempre ha sido una muestra de valor. Aquí vemos al perro con la tigresa en acto de cúpula. En los seres humanos pasa algo parecido, al hombre le atrae más una mujer-tigresa que una mujer modosita. Hay quien necesita el peligro como emociones nuevas, y les guasta hacerlo en el coche, en el ascensor o en probador. La cuestión es que el sexo siempre es una demostración de valro tanto del hombre como de la mujer. Los hombre que la meten ciegos de sexo en el primer agujero que encuentran sin saber si allí puede haber VIH o una enfermedad venérea corren un riesgo terrible. Lo mismo sucede en la mujer que se deja copular sin condón, se expone a la enfermedad y al embarazo.
En las adolescentes menores de edad lo mejor es la abstinencia caginal, lo siento, pero cuando se es menor de edad estás bajo la tutelas de los padres, habría que preguntarles a ellos. Es un error pensar que la primera vez no te quedas embarazada, error tremendo. Si vienes con un crío a los 14,15,16 ó 17 años, se acabaron los estudios y el porvenir de un trabajo decente, se quedarña esclava del hijo. Y a lo mejor todo ha sido por no decirle que no al chico o por no perderlo, cuando el 90 % de los chicos son Romeos de fuga.

El sexo no tiene cabeza, tiene muchos valor, en la mayoría de la veces un valor negligente. Pero la vida es así, porque primero somos animales de instinto y luego hombres y mujeres. Muchas parejas se rompen por culpa del sexo, por meterla donde no se debía o dejarse llevar por el cariño de otros.

Mi regla para ser feliz con tu pareja pasa por la extrema fidelidad, sin medias tintas. Cuando no convienen las cosas se busca excusas o se inventan historias. Hay que estar muy maduro/ra para casarse, lo que, por lo general, sucede es que son caprichos matrimoniales a los que no se quiere renunciar, y todo no se puede tener, a veces la frustraciones son necesarias para endurecerse en la vida. A lo mejor hay que reinventar los cursillos prematrimoniales, dirigir a los jóvenes, pero claro esto van contra la libertad mal entendida. Saber no ocupa lugar.

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LA SEXUALIDAD COMO VALOR

El ser humano nace sexuado. A lo largo de la historia, este hecho ha sido considerado por los hombres como algo de gran importancia. Incluso se ha visto en la sexualidad algo misterioso y sagrado, que ha llevado a convertirlo en rito en un contexto religioso, por ejemplo, en los ritos de la iniciación sexual cuando se llegaba a la edad de la pubertad.

Sobre este transfondo, según las diversas culturas se ha concedido un valor diverso a la sexualidad. Algunas de estas culturas han radicalizado sus actitudes en dos direcciones opuestas: el puritanismo y el permisivismo. (Palmeral)

a) El puritanismo. Según esta actitud, los comportamientos sexuales aparecen como un rebajamiento del hombre: un mal. En las religiones dualistas o maniqueas -que consideran el bien y el mal como dos realidades opuestas- la actividad sexual viene vinculada al principio del mal, por considerar sólo el aspecto material de la sexualidad, la cual será mala, aunque necesaria para la transmisión de la vida. De ahí que los puros tengan que abstenerse de ella. El matrimonio se consideraba como una realidad desagradable, impura, aunque inevitable para la mayoría. En esta perspectiva, el sexo ocupa un importante lugar dentro de la moral y, fácilmente, se convierte en objeto de obsesión y de culpabilidad.

b) El permisivismo. Frente al puritanismo que despreciaba el valor de la sexualidad aparece una reacción -por otro lado, frecuente en nuestros días- que considera al sexo como una realidad excesivamente importante pues es fuente de placer. Según esta mentalidad -envuelta muchas veces con ropaje seudocientífico- cualquier actividad sexual es positiva, incluso cuando sea contra naturaleza, así se prescinde del sentido de falta en este terreno, y, por tanto, de culpa. Curiosamente, en esta actitud el sexo también ocupa un lugar preeminente en la moralidad, aunque sólo sea para condenar constantemente las "represiones sexuales".

En las dos actitudes extremas la raíz es la misma: la separación de personalidad y sexualidad. Nada hay en el hombre que sea solamente corporal o sólo espiritual. La sexualidad es algo que pertenece a la persona, que es la que está sexuada.


"A la verdad en el sexo radican las notas características que constituyen a las personas como hombres y mujeres en el plano biológico, psicológico y espiritual, teniendo así mucha parte en la evolución individual y en su inserción en la sociedad".

(S. C. para la Doctrina de la Fe, Persona humana, n. l).


El valor de la sexualidad vendrá de una doble vertiente: la vida y el amor. Por ella se transmite la vida, y el hombre y la mujer se comunican de una manera especial.

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