Adán y Eva, el santificado, el infierno y el diablo

RE: Adán y Eva, el santificado, el infierno y el diablo


Muy buenas tardes,Torrealver:

Agradezco la atención evangélica y humana que te merece mi reflexión interna, hecha pública, para salir a defenderla, parcialmente. Y también comprendo, perfectamente, el interés defensivo, de amor propio y religioso que procesas a la religión y considero que es lo que te mueve a dar un juicio en su favor, y no en cualesquiera otro. Para mí es muy respetable, ya lo sabes, pero por si acaso, una vez más te lo recalco. Pese a ello, apelo a tu sabiduría teológica y a tu tolerancia para que comprendas que a pesar de las explicaciones bíblicas que me lanzas, así, meramente al corre que te pillo y de arrimo el ascua a mi tocino, creo que aún sigo siendo un pecador incrédulo, aunque muy respetuoso contigo y con los valores morales del universo.

A mi juicio, que lo tengo como humano que soy, tú haces una defensa interesada, lógica y humana, que busca mantener unos valores, obviando los de otros sentimientos, a quienes y por cuya contrariedad tachamos de malicia, quizás, de indiferencia o inclinación interesada. A mi juicio, recalco, con todo respeto a la creencia universal, ello pudiera asemejarse a la defensa de un líder por su corporación o adicto a un ideal, a una amistad o a una familia, la suya. Por ejemplo; quién tira piedras sobre su propio tejado; o quién barre las basuras para dentro y los "billetes" para fuera... La defensa personal o dogmática es lógica en el ser humano, como también lo es la comprensión a una profesión determinada. Aún obviando vericuetos y dando recovecos que seguramente de ir directos, a saber, lo mismo enturbiarían el sentido desde el mismísimo nacimiento.

Desgraciadamente para la mujer, en este caso concreto que yo menciono, por señalamiento a EVA, aunque sea de pensamiento, el contenido bíblico no es de lo más halagüeño para ella, y mucho menos para el reparto de hermandad y de amor espiritual entre hombres y mujeres. Pero es que además, acercándonos a la era de Cristo, e incluso traspasándola, tampoco el Nuevo Testamento, de manos de San Pablo, por ejemplo, las deja muy bien paradas...

Aunque eso no es todo, torrealver. Si me lo permites y seguimos con Agustín de Hipona, sin ánimos de calumniar, entiéndase como conversación a dúo desde la distancia, pero que mana del corazón y nace y muere entre dos personas, ya mencionado aquí, sin que yo quiera por eso lapidar a nadie. Cuatro siglos después de la aparición del profeta, por ejemplo; también mencionado por mí en anterior escrito, el padre de la iglesia católica coloca a la mujer en circunstancias muy odiosas para ellas, su pensamiento y su integridad. Agustín de Hipona, nadie mejor que tú, presiento, para sabiduría de bondades y maldades que manan de la religión y de la teología, fue un converso tardío, así como un filósofo muy reconocido, equiparable a Sócrates, Platón y otros filósofos de la época... A quien la iglesia debe parte de su pensamiento, y como anticipo, considerado desde entonces y para los restos como el Padre de la Iglesia Católica. Pese a ello, como también antepongo, a la mujer la coloca en situación verdaderamente penosa, e incluso la culpa de todos los males del hombre y la aparta y la crítica, por la propia acción de EVA, en el paraíso. Pero es la ciencia moderna, no yo, quien deja en el aire la ficción del paraíso.

Sin embargo, ya de antemano, expongo, aunque sin maldad, que también creo que tú desestimas la acción investigadora de la propia ciencia moderna, la que nos coloca en la procedencia del simio, y no de Adán y Eva. En consecuencia, creo que haces alusión interesada a la otra ciencia virtual, no divina, que ha de nacer del propio hombre terrenal, para con la investigación y los orígenes de la religión. Me temo, o creo intuir, amigo mío, que la propia iglesia preferiría mantener su propio lema: "la iglesia en busca de la verdad..." Para la iglesia no existe, creo, más verdad que el ocultismo al creyente, de por vida y para la eternidad de la propia historia. En consecuencia, siempre a juicio de este humilde pecador, la iglesia impediría cualquier acción de seriedad que fuese encaminada al esclarecimiento de la propia verdad científica. Posiblemente, es mi opinión, que conste, ello podría ser el principio y el final de sus días en la moral cristiana y en la faz universal de la tierra...

Yo te pregunto: ¿si la ciencia a que aludes descifrara el enigma de la religión, tú lo respetarías y en la integridad de la investigación lo acatarías o buscarías vericuetos para eludir a la propia ciencia y acogerte a tu voluntad espiritual y dogmática?

El amor a un hijo impide señalarlo ante los demás, de igual modo que un idealista puede cerrar los ojos para defender su condición, como de la única verdad. Tú aludes a los escritos denominados sagrados que provienen de la antigüedad: redactados por los mismos hombres de fe y de convivencia revoltosa de la antigüedad, cuyos seguidores santifican a clérigos poco dignos de santificación, a saber si ello no es para seguir siendo un enigma entre la política o la espiritualidad, en muchos casos ambas unidas. Me temo que si la ciencia tuviera vía libre para estudiar los documentos que protege el Vaticano, junto a los apócrifos y los del Mar Muerto, otros gallos cantarían a la propia iglesia.

Mi estimado amigo, he dado mi opinión y nada más. Soy como soy, pero no soy quién para cambiarme a mí mismo, acéptame y serás mejor que yo. Tómalo como tal, te lo pido por compasión: con amor, comprensión y tolerancia cristiana. De lo contrario me crearías un vacío espiritual y pediría la prueba que dirimiera mi alma en pena y me llevase a confiar en la iglesia como causa justa y bondadosa; y no como la dictadura que muy contraria a la libertad y en ignorancia de bondad, yo la considero.



Saludos cordiales



A. Conchilla