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viernes, 7 de enero de 2011

COMENTARIOS Y ACOTACIONES A LA DECADENCIA DE LA FLAUTA

(II Parte)


COMENTARIOS Y ACOTACIONES A LA DECADENCIA DE LA FLAUTA Y EL
REINADO DE LOS FANTASMAS,DE RAMÓN SIJÉ





Por Ramón Fernández Palmeral



(Derechos de copia reservados)

ISBN- 84-609-9193-8



Nota Previa

Los análisis y las indagaciones de los siete capítulos de La decadencia de la flauta y el reinado de los fantasmas, los he realizado bajo los parámetros de objetividad y máxima rigurosidad posibles sobre lo más esencial, a pesar de todo, no significa que sean las más acertadas o que deban coincidir con la opinión del lector. Nadie puede conocer con exactitud lo que pasó por la mente del ensayista en el momento de su génesis-creativa. Tampoco espero que el lector sea indulgente y deba estar de acuerdo con mis apreciaciones y notas, ni espero su beneplácito, porque en la divergencia y el riesgo reside la sustancia de las nuevas ideas y planteamientos.




CAPÍTULO I



El reinado naturalista de los fantasmas


Este primer capítulo: «El reinado naturalista de los fantasmas», no lleva subtítulo, aparece apelmazado de ideas, puntadas sin hilo, dogmático, se podría subdividir en once subapartados, que he ordenado y numerado desde la A, a la K con la pretensión de separar los distintos elementos temáticos que lo contienen, y a los que he dado títulos según el contenido esencial que se desprende de su lectura para conseguir un estudio individualizado de ellos. Indico la página donde empieza el texto:



A).- Génesis del romanticismo alemán.

B).- Enfermedad espiritual llamada romanticismo.

C).- La producción romántica española.

D).- El romanticismo histórico y nacionalismo doctrinal.

E).- La expresión artística romántica es la música.

F).- Contenidos humanos del romanticismo.

G).- España era una nación de fantasmas.

H).- La crítica social del romanticismo y la pintura.

I).- El movimiento literario-poético.

J).- La inteligencia creadora.

K).- Realismo divino-poético.





A).- Génesis del romanticismo alemán (pág.25):

Comienza el capítulo I: «Goethe [[1]] ha sido una de las últimas estatuas. Para no dejar de ser estatua –es decir, para no suicidarse- escribió, un día el Werther». Las razones de empezar Ramón Sijé el texto con una frase tan lapidaria hay que buscarlas en las lecturas que tuvo que hacer de la vida y obra del escritor y poeta alemán. Tenía Goethe veintitrés años cuando escribió Werther, aunque en realidad la obra se llama Las cuitas del joven Werther (1774) . De la traducción de Mor de Fuentes, tomamos:

El título ofrece ya dificultades. No es ni las penas, ni los quebrantos, ni los desconsuelos, etc., y la voz que más se le acerca es la de sentimientos, en la acepción castiza de pesares. Tampoco cuadra la de padecimientos para puesta en el encabezamiento de la portada, y así el adecuado y legítimo equivalente es cuitas [[2]].



Otros títulos que he podido leer son Las desventuras del joven Werther, aunque ha quedo aceptada como Las cuitas..., que viene a ser una aflicción más espiritual y moral que un estado de pena o sufrimiento, lo que hoy en día podríamos llamar un desengaño, y que José Antonio Marina y Marisa López Penas, en su Diccionario de los sentimientos (Anagrama, Barcelona, 1999), escriben en la pág. 198 como «.... un desengaño es la historia de una doble pena: la de haberse engañado y la de haber salido del engaño». Que es en realidad lo que le sucedió también a Goethe cuando conoció a Carlota Buff en Wetzlar:

Carlota está ya comprometida para casarse, pero se deja adorar por Goethe con ese fondo de coquetería –inconsciente en ocasiones- que hay en toda mujer. Es una batalla que el joven Goethe pierde después de una pugna llena de acechos, de ver quien vence a quien. Su desesperación le hace pensar en el suicidio, y para librarse de él, escribe el Werther, la obra que va a ser universalmente el refugio de todos los enamorados sin esperanza [[3]].



Y esta experiencia personal es la que le lleva al gran escritor alemán a escribir «el emblema del romanticismo», como ha quedado en llamarse el Werther, sin más parangón, para no suicidarse por un desamor o un desengaño, porque es eterno. Un drama escrito como un diario en dos libros, y que acaba con el suicidio del joven Werther de un disparo de pistola en la sien como nuestro Larra, y acaba la novela con una frase «Carlota..., Carlota, Adiós Carlota!», mientras de sus manos caía el libro titulado Emilia Galotti (teatro en cinco actos), cuyo autor es el poeta Gotthold Ephrain Lessing (1729-1781), dramaturgo del clasicismo.


Veamos diferentes traducciones de las versiones del Werther y La Odisea.



Primer texto del Werther, según Sijé (Cap.I. pág. 26-27). Este fragmento del texto sijeniano corresponde al 5º párrafo del día 21 de junio, de Las cuitas del joven Werther (no sé de qué libro tomó Sijé el texto siguiente, ni quién es su traductor):

«Al madrugar, con el sol tras mi wahlheim, entro en el huerto, cojo por mis manos los guisantes, los desgrano, y entre medias voy leyendo a mi Homero; cuando luego voy a la cocinita, escojo mi puchero, deslío la manteca, avivo y surto la lumbre y, si se ofrece, rajo mis astillas; entonces me impresiono hasta lo sumo de los denodados novios de Penélope, todos afanados en matar, descuartizar y asar bueyes y cerdos. Nada embarga mi sensibilidad tanto y en tan apacible grado como los rasgos de la vida patriarcal que yo, a Dios gracias, no aparento sino que traigo de mío (sic) [mí]. ¡Bien haya mi pecho que acierta a paladear los deleites sencillos e inocentes del hombre que pone un repollo en su mesa criado por su mano, y no sólo disfruta la berza sino también el día apacible, la madrugada preciosa en que la plantó, la despejada tarde en que la regó, el gozo de estar viendo sus gallardos medros, todo en idéntico momento!».



Segundo texto: Traducción de Ángel Lozano (E-D-A-F. Madrid 1966)

Quinto y sexto párrafo del día 21 de junio.

«Cuando al despuntar el día me pongo en camino para ir a mi nido Wahlheim, y en el jardín de la casa donde me hospedo cojo yo mismo los guisantes, y me siento para quitarles las vainas al mismo tiempo que leo a Homero; cuando tomo un puchero en la cocina, corto la manteca, pongo mis legumbres al fuego y me coloco cerca para menearlas de vez en cuando, entonces comprendo perfectamente que los orgullosos amantes de Penélope puedan matar, descuartizar y asar por sí mismos los bueyes y los cerdos. No hay nada que me llene de ideas más pacíficas y verdaderas que estos rasgos de costumbres patriarcales, y, gracias al cielo, puedo emplearlos, sin que sea afectación, en mi método de vida.

»Cuan feliz me considero con que mi corazón sea capaz de sentir el inocente y sencillo regocijo del hombre que sirve en su mesa la col que él mismo ha cultivado, y que, además del placer de comerla, tiene otro mayor recordando en aquel instante los hermosos días que ha pasado cultivándola, la alegre mañana en que la plantó, las serenas tardes en que la regó, y el gozo con que la veía medrar de día en día».


Que a su vez corresponde a la escena de Penélope, en que los pretendientes matan, descuartizan y asan bueyes y cerdos, corresponde al Canto XVII de La Odisea, de Homero.

Después de que el heraldo Medonte, invita a los jóvenes de los juegos al palacio y disponen la cena, el narrador dice:

«...Llegados a cómodo palacio, dejaron sus mantos en sillas y sillones, y sacrificaron ovejas muy crecidas, pingües cabras, puercos gordos y una gregal vaca, aparejando con ellos su banquete». (Editorial Alba, Madrid, 1996, 270)


En una versión oline, aparece:

«Cuando llegaron a la bien edificada morada dejaron sus mantos en sillas y sillones y sacrificaron grandes ovejas y gordas cabras; sacrificaron cebones y un toro del rebaño para preparar su almuerzo».


En el Werther de Goethe se nombra a Homero cinco veces, cuatro en el Libro I, y una en Libro II. Es curioso que el joven Werther empieza a leer La Odisea[[4] ] en el Canto XVII, y luego pasa al Canto XIV, es decir, Werther va leyendo a la Odisea hacia atrás, porque el día 15 de marzo leemos: «leyendo el magnífico canto en que refiere Homero cómo Ulises [Odisea] fue hospedado por uno que guardaba puercos».

El porquero que da asilo a Odisea era Eumeo, el rico porquero, ya que tenía 360 cerdos. Dice, «no es lícito despreciar al huésped que se presente, aunque sea más miserable que tú, pues son de Zeus todos los forasteros y todos los pobres».



El romanticismo europeo nace en Inglaterra y no en Alemania como escribe Sijé, a cuyos autores no nombra. Recojo un párrafo de Giovanni Restrepo Orrego:

«Inglaterra, durante los siglos XVIII Y XIX lo ve surgir de su seno y acoge en él todas las revoluciones europeas, es decir, allí nace la revolución industrial y el romanticismo y de la misma manera también acoge a todos los revolucionarios, fugitivos y perseguidos de otros países, es el lugar de exilio de franceses, polacos, húngaros, italianos y alemanes, gentes que tenían algo de héroes y algo de bandidos, empero y más allá de estas características, Inglaterra seguía siendo la patria del conservadurismo y por excelencia de las Instituciones de la Monarquía Parlamentaria, las que permanecen en pié gracias a la alianza entre sus clases dirigentes».



Qué no quiere decir Sijé cuando comienza: «Goethe ha sido una de las últimas estatuas. Para no dejar de ser estatua –es decir- para no suicidarse», evidentemente, las estatuas no se pueden suicidar, no porque sean materias inertes sino porque no pueden utilizar armas de convicción suicida. Pero esta metáfora de la estatua no suicida, va más allá ya que «La estatua es el valor absoluto» (p.42), y entronca o tiene su sutileza creativa entre la pugna del movimiento clasicista y el romanticismo alemán en el “Sturm und Drang” ­[[5]], y además el viaje a Italia que hiciera Goethe, admirando la eterna belleza de sus estatuas, mármoles, piedras o lienzos sublimes. Tanto Schiller como Goethe buscan alejarse del neoclasicismo inmóvil (esculturas de Antonio Canova), para buscar nuevas formas de expresión que es lo que en realidad busca el romanticismo.

En las artes, el Clasicismo significa sencillez, proporción y armonía, es decir, características opuestas al Barroco, o por agotamiento de éste. Ahora, el creador tiende a la vuelta de los ideales clásicos y rechaza las reglas y la erudición barroca. Y, sin embargo, la cultura y el arte están dominados económica y socialmente por una aristocracia que considera a éstos un adorno indispensable de su condición.

El Clasicismo tiene variantes: Clasicismo se llama a la música, porque no existe apenas vestigios musicales antiguos (equilibrio y armonía). Neoclásico para escultura, arquitectura y pintura, porque retoma o recupera el estilo de los griegos.



El romanticismo –escribe Guillermo Díaz-Plaja, pag. 15 de su ya citado libro–:

El Romanticismo es un fenómeno surgido del movimiento general de las ideas del Setecientos; es la versión estética de la rebelión individual que preconiza el racionalismo, de la libertad que propugna la Enciclopedia...



Efectivamente esta es la idea del romanticismo. Libertad creadora del individuo, una ruptura con el modelo precedente, como escribe E. Iañez (autor de una Historia de la Literatura Universal) «una auténtica ruptura con los modelos precedentes y, en todos los casos, la primera formulación válida de la mentalidad contemporánea occidental» (1991,8). Ya no se imitan los modelos artísticos, sino que se escucha la voz del propio corazón, el interior.

En España surgieron las primeras escaramuzas entre el Clasicismo y el Romanticismo, entre Juan Nicolás Böhl de Faber contra José Joaquín Mora. El primero defendía a Calderón de la Barca y el romanticismo, mientras Mora se le oponía en nombre del buen gusto y del arte clásico. Guillermo Carnero escribió un libro sobre esta polémica (ver bibliografía).

Introducidos ya en los orígenes del romanticismo podemos seguir analizando El reino natural de los fantasmas de Sijé, donde diserta sobre otras variables de la muerte por amor propio, donde cree que el suceso de Werther es la consecuencia de una contienda de tres mundos: El mundo clásico, el mundo cristiano y el mundo romántico, que va a nacer. Quizás la religiosidad de Ramón Sijé le lleva a introducir premeditadamente el mundo cristiano que como hemos visto nada tiene que ver con este drama goethiano. No parece haber entre los románticos españoles profundidad y sinceridad en sus creencias religiosas, y sí abundantes dudas. Aparece la rebeldía frente a Dios, que ha hecho al hombre tan desgraciado, y, en consecuencia, la reivindicación de Satanás. El satanismo encontró eco en El diablo mundo de Espronceda y en Don Juan Tenorio, de Zorrilla y en Don Álvaro de Rivas. Zorrilla recuperó leyendas milagrosas Un testigo de bronce, El Cristo de la Vega.

Luego se pierde el autor en unas largas disquisiciones poéticas más que racionales como: «páginas que gotean; palabras como castillos junto a palabras como corazones». Y continúa con epanadiplosis como: «yo crepúsculo del corazón sucede al crepúsculo y yo crepúsculo de la cabeza al crepúsculo del corazón».

Este estilo de lenguaje poético-científico-dialéctico que nos acompañará durante todo el libro, donde es difícil entresacar lo verdaderamente esencial de lo retórico, fue un error de Ramón Sijé, porque un ensayo no es el terreno para este tipo de argumentos, y ello le llevó a no ser ni finalista en el Premio Nacional de Literatura de 1935. Se empeña Sijé en crear un mundo propio de términos nuevos como: una crisis del espíritu va a ser el romanticismo. Entre la oscilación de dos tipos: el primero es el estilo acabado o clásico cristiano y el segundo tipo es un modelo estilísticamente terminado.





B).- Enfermedad espiritual llamada romanticismo (pág 28):

A partir del tercer párrafo de la página 28, comienza Sijé a analizar otra variante de su capítulo I.

Para introducir su hipótesis nos hace primero una definición de hombre libre según el lenguaje jurídico del derecho romano. Nos expone una definición de persona libre y de persona «persona es quien vive dialécticamente la libertad». ¿Qué nos quiere decir Sijé?, entendemos que el hombre libre es aquel que puede expresarse libremente y por lo tanto es hombre libre; quien no puede expresarse es esclavo. Concluye el análisis con que el hombre sometido al drama de la libertad es un esclavo, que podría ser el hombre «con libertad física y económica». Y lo traslada al romanticismo al definir que un romanismo sin estatus (leyes absolutas) es una sociedad sin personas, un romanticismo enfermo, «una sociedad de esclavos». Finaliza este párrafo con la introducción del concepto de su famosa cristalización creadora del espíritu del hombre (cristalización como unidad de elementos: libertad por la dialéctica que conforman al hombre), y finaliza con la frase concluyente: «…por el cristal de la persona se liberta al hombre de la esclavitud de la humanidad».

Nos presenta Sijé una mixtura entre sus estudios jurídicos en Derecho Natural, aplicada a la filosofía del romanticismo, pero que no define con claridad. Para entenderlo mejor disponemos del libro Instituciones de Derecho Privado Romano,[ [6] ] de Rodolfo Sohm, quien nos dice que «La persona es, pues, un sujeto de derecho potencial, es decir, capaz de tenerlos, aunque de hecho y por el momento no los posea». En el Derecho Romano existen seres privados de libertad, esclavos, es decir, hombres que jurídicamente tienen consideración de cosas, y que por ello, no son capaces de derechos propios, sino simples objetos de derechos. La división de los hombres en libres y esclavos: status libertatis, y lo razona para enjuiciarlo desde el punto de vista del romanticismo enfermo o más bien decadente.



Vuelve Sijé a decirnos que la cristalización es la misma persona (unidad de derechos del hombre). Se pregunta por qué ha perdido el romanticismo la figura de la persona y de la estatua. Donde la estatua puede significar la razón sometida al estilo, a la persona. Apunta nuevamente que el romanticismo invade el terreno de las artes y avanza en la superficie de la creación: palabras, sonidos, formas. Donde concluye que la creación es un hecho psicológico y no un hecho de estilo. Y concluye con que al romanticismo histórico le preocupa la proclamación de los derechos del hombre y no la proclamación del derecho de las personas y nos plantea el problema de exponer cuáles son las diferencias entre hombres y personas. En el derecho romano hay dos clases de personas: las naturales y las jurídicas. En cambio el hombre es la persona que puede o no tener derechos: hombres libres y esclavos. No hay personas libres o esclavas.

Más adelante nos define el romanticismo como «una concepción naturalista-sentimental del hombre» (se refiere a la literatura del Barroco, como entendimiento por relación y acumulación de conceptos, el culturalismo está considerado como una rama del conceptismo). Debemos entender que se refiere al clasicismo-cristiano como el clasicismo o el conceptismo como un movimiento metafísico-crítico, como concepto personalista del hombre. Sijé define al clasicismo como clasicismo cristiano, sin argumentos históricos, que debemos entender como Neoclasicismo del siglo XVIII como contención a la desmesura del Barroco, con la que fue profundamente hostil. No hubo una separación radical sí un periodo de convivencia. Estudiamos el Neoclasicismo como una forma de arte académico favorecido por la autoridad, como una forma de silencio creativo. Posiblemente esta idea la tome Sijé de Eugenio Ochoa (1815-1872), El Artista (1835), cuando dice que el Cristianismo ha acabado con la poesía de los sentidos, introduciendo la poesía del corazón. Ha elevado al hombre a una dignidad...

La evidente contrariedad que le produce a Sijé el romanticismo lo define en la frase «Romanticismo es la incapacidad humana para la coincidencia de la persona y la incapacidad poético-plástica para la creación del objeto artístico cristalino». Una sociedad de hombres no es una sociedad perdurable, y nos recuerda la frase «el hombre es lobo para el hombre», sin especificar que esta cita es de Plauto[ [7]], el poeta latino. Plauto tenía sus razones, fue esclavo, vivió años como un burro dándole vueltas a la rueda del molino de un panadero.

Nos dirá Sijé que la creación es un hecho psicológico, y que solamente tiene un valor concreto e irreal, prosigue, por un laberinto de ideas como la persona y el objeto (formas y perfiles) y no sabemos muy bien adónde quiere ir a parar en la idea de que el egoísmo y la intimidad es la causa de la división social, y que la sociedad romántica no tiene realidad donde sostenerse materialmente. Concepto muy abstracto que no nos amplía nada en concreto. Para acabar en que sin realidad y sin persona no se puede llegar al objeto.

La creatividad –escribe Pall Muchest– es un potencial que se encuentra en cada uno y que sólo espera ser despertada, descubierta, desarrollada, bajo los elementos esenciales del pensamiento: lógica, experiencia y ensayo. Por ello, la época de los genios ya pasó.

Nos cita Sijé al historiador francés Edgar Quinet (1803-1875), en la frase: «Si se quiere criticar a los fantasmas de los poetas sería preciso al menos que el mundo y los poderes actuales fuesen menos fantasmas que ellos (...) ¿Quién se figura, por ejemplo, que nuestras leyes son leyes, que son reyes nuestros reyes, y no ve que no son más que fantasmas que sólo el rostro tienen?».(p.30). En esta idea del objeto como forma y perfiles significa la representación del poder, como un ente no visible pero real y ejecutivo. Quiere decir que un rey es rey sin que lo veamos, es la representación de la personas. Sijé nos hablará de un objeto artístico, material que no tiene representación en el mundo contemporáneo del arte visual o digital. En el arte de su tiempo, pero no así en el mundo de Arte digital. Anne Cauquelin nos habla en su libro El color de las ideas, pequeño tratado del arte contemporáneo de lo ¿Estético o Artístico? (1997) donde escribe que «el objeto artístico no debe ser utensilio como un teléfono, una mesa, etc. En segundo lugar, el arte de las tecnoimágenes es inabordable sin la inteligencia, el cálculo, el concepto, ello en contradicción con la recepción estética habitual que pide al receptor que tenga «esa especie de neutralización de la sensibilidad, del interés ordinario, y luego del concepto». En el caso de la tecnoimagen el objeto no existe, lo que cuenta es el proceso de ver la imagen. Un crítico de arte, no puede describirlo. Para describirlo, sería necesario describir el proceso, que el artista mantendrá oculto por el secreto propio de los gremios y el oficio.

Para terminar este subapartado, nos afirma el autor que lo romántico sólo nos ofrece «fragmentos» y no unidades objetivas y cristalinas (obra con principio y con fin). Para citar otra vez a Quinet con «Nada existe sino el corazón», y enfatiza que latidos del corazón es el romanticismo, o «dolores del corazón» atribuido a Miguel de los Santos Álvarez [ [8] ], autor romántico.

Aunque esta locución de los «dolores del corazón» es muy frecuente entre los poemas místicos, sobre los «Dolores del Corazón de Jesús» por los pecados de los fieles y de la ingratitud.







C).-La producción romántica española (pág 31):

Empieza hablando Sijé del viaje de Théophilo Gautier (1811-1872) [[9]] a España, comenta Sijé que Gautier encuentra el defecto común en toda creación romántica española de la falta de la participación del pueblo, ni siquiera el público. Hace Sijé, a su vez, un recordatorio de las negras observaciones de Larra (1809-1875) [ [10] ] respecto a España, sobre una actitud de afirmación como actitud discrepante, por consiguiente, deduce que el romanticismo carece de un «valor polémico» como «aquellos valores que originan la elevación de la persona y de la realidad a la categoría de símbolos». Estos valores polémicos absolutos sí se encuentra -según Sijé- en Quevedo y en Calderón.

Continúa comentando sobre la persona real: vida espiritual y vida jurídica. Para decir que en el romanticismo no hay libertad espiritual que se llama responsabilidad creadora. Dice que el romántico vive de una constante cobardía física, sin esperanza y sólo tiene ilusiones. Acaba en una definición absurda al querer demostrar que la esperanza es una figura de contorno neto, claro, bañada por el sol, y que la ilusión es una figura de contorno fantasmal y tenebroso, de esperanza a la luz de la luna. Nos hace una afirmación que no se ajusta a la realidad del romanticismo cuando dice que a éste, no le interesa, la persona, la libertad espiritual, la responsabilidad, a la realidad, el objeto, sino que interesa al hombre y la libertad física. Sijé se obsesiona y quiere diferenciar dos tipos de libertad la física y la espiritual, sin embargo, no las razona.

Toma de la mano una frase de Víctor Hugo, para decirnos que esa sociedad tenía demasiados presidiarios y prostitutas. Para Sijé estos dos tipos de fantasmas (persona sin libertad), los pequeños fantasmas y los grandes fantasmas, los primeros son hijos de los segundos. Concluye «Los fantasmas vuelan por los aires creados por la voluntad del romanticismo». El reino naturalista de los fantasmas gira alrededor de 1830 (año del estreno de Hernani de Víctor Hugo) de ambiente español y cuyo estreno resultó un escándalo por la polémica originada entre sus detractores, últimos partidarios del clasicismo, y los jóvenes. Año que Sijé toma para el subtítulo de La decadencia…., subrayando: «Ensayo sobre el romanticismo histórico en España (1830-Bécquer)», para decirnos toma una frase de Hipólito Adolfo Taine: hombre de pasiones, rebelde, político, víctima de la fatalidad.

Finaliza esta parte con una alusión a otro tema, el Renacimiento y la Reforma o escisión de una parte de la Iglesia cristiana: protestantes, luteranos, anglicanos, hugonotes, para decirnos Sijé, que a partir de esta época empieza la descomposición de la persona. ¿Qué persona cabría preguntarse? El sentir religioso de Sijé le ciega, pues la Reforma de Lutero (Siglo XVI) no llegó a España, que, por el contrario, sí acató y aceptó la Contrarreforma, es decir, las normas de una Iglesia más ortodoxa tras el Concilio de Trento (1542-1563) convocado por Paulo III, y así acabar con los desmanes y el despilfarro de la Iglesia. «Los papas disfrutaban de un poder y un lujo nunca vistos», escribe José Tomás Cabot. Sabido es que el cisma de occidente o la llamada Reforma se debió principalmente a la creación de nuevas indulgencias y diezmos de la Iglesia para recaudar en metálico, a causa de la necesidad de dinero que tenía la Iglesia de Roma para la construcción de la nueva Basílica de San Pedro sobre otra catedral de menor tamaño, y ésta nueva, debía ser la más grande y lujosa del mundo, cuyos gastos extraordinarios oprimían a los feligreses. La clase sacerdotal no es productora de riqueza material, sino espiritual, con la que no se puede construir nada tangible y real. Las 95 tesis del franciscano Martín Lucero ocasionó su excomunión y su persecución, la intervención de Carlos V en la Dieta de Worms, y la declaración como hereje notorio, la huida de Lutero oculto en el castillo de un amigo de Sajonia, «príncipes o señores laicos, que deseaban librarse tanto de la influencia política del Emperador como de la presión económica de la curia romana». Acabó con la guerra: la espada y la cruz siempre fueron unidas, victoria en Mühlberg pero derrota en Tirol con la paz de Augsburgo, 1555, donde se consiguió la máxima “cujus regio, ejes religio”, lo que supone que en cada reino o principado o ducado alemán, la religión oficial obligatoria sería la que profesara el jefe del Estado. Caso de Enrique VIII de Inglaterra.

Entiendo que la Reforma fue un paso hacia el romanticismo positivo, la liberación de las ideas, que se iniciaron en el romanticismo inglés Lord Byron, Walter Scott, y luego pasado a Francia, de Francia a España, con la guerra de la Independencia, y sobre todo tras la muerte de Fernando VII en 1833, que entra la regencia y el periodo liberal. El triunfo del Romanticismo en España tiene lugar con el estreno de las obras teatrales. A partir de 1828 los costumbristas Larra, Mesonero y Estébanez Calderón impulsan el género periodístico. En 1830 publica Ramón López Soler Los bandos de Castilla, imitación de Scott. Martínez de la Rosa estrena Aben Humeya en París y publica La conjuración de Venecia, 1834; con unos Apuntes sobre el drama histórico. Duque de Rivas Don Álvaro o La fuerza del sino en 1835; y acaba Enrique Gil y Carrasco El señor de Bembibre (1844); José Zorrilla Don Juan Tenorio (1844). Aunque su gran apogeo fue muy corto, entre 1835 y 1844.





D). El romanticismo histórico y el nacionalismo doctrinal (pág 32):

El romanticismo histórico se puede definir como movimiento intelectual definitorio del segundo tercio del siglo XIX, encaminado a exaltar los valores nacionales, que se buscan en el pasado español, concretamente en el Siglo de Oro, el cenit de la cultura y el genio español, pero la idea sijeniana va aún más lejos, como un romanticismo decadente.

Sijé se deja llevar por la idea de un naturalismo de fantasmas para decir que el romanticismo es una protesta contra lo abstracto, que sería lo contrario, y diserta sobre el color, para acabar diciendo que el color es la determinación creadora del naturalismo romántico. Luego nos comenta o nos habla del Prefacio de Víctor Hugo en «Cromwell» (1827), verdadero manifiesto romántico, que habla precisamente del liberalismo artístico. Se dan a conocer a partir de 1828 los costumbristas Larra, Mesonero y Estébanez Calderón e impulsan el género. Verdaderos manifiestos contra el absolutismo, propugnado por una nueva forma de escribir, vivir y pensar. Comienza la reivindicación de las lenguas y culturas catalana y gallega.

Notas sobre el romanticismo español:

«España fue incorporándose lentamente al romanticismo. Las nuevas ideas le llegaron por diversos caminos: los viajeros románticos, los exiliados fernandistas, libros y noticias que se filtraban sobre lo que pasaba fuera. Y las traducciones al castellano de obras románticas importantes que realizó la generación anterior. Se tradujeron las obras importantes de Rousseau, Chateaubriand, Voltaire, Hugo, Dumas, Sand o Sue entre otros franceses; Young, Richardson, Ossian, Byron, Scott, etc. entre los ingleses; y entre los alemanes, Böhl de Faber difundió las ideas románticas de Schlegel sobre el teatro. Se tradujo a Goethe (Werther, Fausto), a Schiller, Hoffmann; Manzoni entre los italianos; Cooper e Irving entre los norteamericanos, etc.». [Tomado de la Red, sin autor].



El Romanticismo se puede definir como un movimiento contra el Neoclasicismo, que da preferencia a los sentimientos, revolución y liberación. Sijé no pudo conocer un libro muy clarificador El movimiento romántico en España (1940) 2 Volúmenes, de E. Allison Peers, quien trató de probar que el Siglo de Oro español ya fue romántico, y que en España es rastreable un cierto romanticismo a través de todo el s. XVIII. Pero pese al respeto y admiración por el pasado nacional y la dramaturgia anticlásica de Lope y Calderón, los románticos comprendieron que la tradición se había quedado anticuada al no haber sido adaptada a lo largo del s. XVIII a las ideas modernas. No la rechazaron en bloque, sino que la depuraron y aceptaron lo aprovechable, pero relegaron al Siglo de Oro a su verdadero lugar, la historia definitivamente pasada.

Introduce Sijé la idea de la pasión de los valores concretos, una característica del romanticismo histórico, para hablarnos sobre el nuevo concepto de la teoría del derecho, según la obra de Federico Carlos Savigny [ [11] ], en una obra publicada en 1814 titulada De la vocación de nuestro tiempo para la legislación, que será el eje de la escuela histórico-jurídica alemana.

Aparece el término «Volksgoist» (sic), que debe ser corregido por «Volksgeist», término usado por Hegel y otros llamados románticos alemanes. Significaría algo similar al «espíritu del pueblo», y que Sijé lo interpreta como «espíritu popular», en principio parece que la idea de Die Stimme des Volk, significaba popular y no del pueblo o nacional. Hegel usa algunas veces la expresión Nationalgeist en un sentido similar al de «Volksgeist»; ejemplos de ello se encuentran en la Filosofía del Espíritu, y en la Filosofía de la Religión. Podría ser fuente de la idea del nacionalismo doctrinal, que según el francés Julien Benda (1867-1956), y apoyó a los republicanos españoles durante la guerra civil, es una invención del siglo XIX, creado por los alemanes como Schlegel, Fichtta, Goerres o Merder, para crear un «alma nacional».

Tomo el párrafo de Sijé, sobre el nacionalismo doctrinal:

Porque el romanticismo como movimiento de espiritualidad nacional y nacionalista, sólo se da puramente en Alemania. La historia de Alemania como concepto de nación es la historia de Alemania como romanticismo. Ha sido determinada esta concepción del romanticismo como nación y de la nación como color romántico, por el llamado movimiento alemán de 1800; línea espiritual que va del idealismo filosófico estricto al idealismo romántico […] La Reforma había acabado con la unidad medieval alemana. (pág. 35. La decadencia…)



Aunque José Ferrater Mora en Diccionario de filosofía, dice que «la idea del espíritu del pueblo no es, sin embargo, de origen alemán. Surgió en Francia durante el siglo XVIII –y justamente con el nombre de “espíritu de la nación”– en aquellos instantes en que, como señala Paul Hazard, abundaron los estudios sobre “el espíritu de...”. Así, por ejemplo, y sobre todo, en Montesquieu y Voltaire».



Por ello los falangistas estaban en contra del romanticismo y del neorromanticismo porque era una idea que traía consigo la ruptura de la unidad nacional, consecuencias actuales con los separatismos catalán o vasco. El Estatuto Autonómico catalán ya se aprobó en 1932 con la II República.





E).- La expresión artística romántica es la música (pag. 36):

Comenta Sijé en esta sección sobre el predominio artístico de la música en el romanticismo, que coincide en Europa con la decadencia del dominio psicológico de la música sobre el valor absoluto de las palabras. Introduce un párrafo de Taine (Hipólito, Vouzier 1838-París 1893), autor de entre otras obras de Filosofía del Arte, es de este libro, de la página 76, traducción de A. Cebrián, de donde toma la cita, sobre las características del arte de la música, donde escribe Taine: «Por una parte se halla constituido por la imitación más o menos del grito, que es, a su vez la expresión natural, íntegra y directa de la pasión…».

Comenta también que Ortega y Gasset ha marcado los afectos psicológico-espirituales que le ha producido la audición de «Romanza en fa» de Beethoven (Ludwdig von, Bonn 1770- Viena1827), y la de cualquier otro de Debussy o de Strawinsky. «Oyendo a Beethoven –dice Ortega- gozamos no de la música, sino de nosotros mismos»[ [12] ].

Escribe Sijé que «La música wagneriana, denunciada implacablemente por Nietzsche[[13] ], es una música de misión, música de transmisión psicológica de la idea. La poesía es una misión. Zorrilla habla de su misión de poeta».

Comenta también sobre la llamada «melodía infinita» una posición de Wagner (Richard, Leipzig 1813 - Venecia 1883). Wagner creó- dice Gabor Orvos- una especie de programa y a través de él veía cómo se desarrollaba la melodía y decía que ésta podía seguir desarrollándose... hasta el infinito. Expone la posición Manuel de Falla sobre el sentido tonal que ha de acusar sus límites, para concluir que por características semejantes llegamos a la «poesía infinita» la «melodía infinita» es el nombre propio de la modalidad música de la forma infinita del romanticismo. Sijé unifica las dos artes una convergencia infinita: música y poesía, y concluye: «Un poema romántico, con unidad de digresión, es una melodía, una forma infinita.

Sin embargo, la idea de la música romántica no hay que tomarla como una ruptura como en otras artes de ese periodo (rebelión y oposición al estilo anterior), sino como un nuevo planteamiento del lenguaje musical, un periodo comprendido entre 1810 a 1870. Porque la música está libre de materialidad como puede suceder en las artes plásticas, como dice Mayra Fa Echeverría, aunque tiene su centro en los países del área germana con instrumentos como el piano, la voz y la orquesta. En España se aplaude la ópera italiana; F. Barbieri intenta resucitar la zarzuela, adquiere gran popularidad especialmente obras de T. Bretón, Ruperto Chapí, y F. Chueca











F).- Contenidos humanos del romanticismo (pág 39):

El contenido humano-romántico más importante- escribe Sijé- es el contenido de amor y muerte. Nos hace un retruécano entre amor y muerte para acabar en: «amor-muerte y muerte-amor, son las combinaciones humanas que el amor y la muerte adquieren en el romanticismo. Comentará que Stendhal, o la señora Gherardi (Gabriella), de Brescia (ciudad italiana entre Milán y Verona), distinguía cuatro clases distintas de amor: el amor-físico, el amor pasión, el amor romántico y el amor suicidio.

Nos introduce Sijé unos personajes de Rojo y Negro, de Stendhal, para introducirnos la idea del amor de salón y del amor-vanidad, en los personajes de la marquesa de Chaulnes «Una marquesa no tiene nunca más de treinta años».

También nos hablará del amor como unidad de vida eterna, amor de matrimonio por terror metafísico a la muerte, que conduce al amor-muerte movido por la muerte de Beatriz de Dante (Alighieri), (Florencia 1265 – 1321).

El amor romántico es amor de pasión, espiritualismo naturalista de amor, donde «el romanticismo histórico no podría conseguir jamás, en el terreno amoroso, la pura contemplación abstracta del amor, la pura pasión contemplativa, que simboliza Laurencia (En la Fuente Ovejuna (sic) de Lope, escena IV, acto 1), a la pregunta de Mengo… ¿Qué es amor?: “Es un deseo/ de hermosura”».

El amor pasa a ser muerte, «pasión concreta del suicidio», y vuelve con el tema del Werther de Goethe, amante que se suicida por el imposible amor de Carlota, porque según Sijé el suicidio de Werther tiene un carácter de fatalidad cósmica. El suicidio según Goethe es «disparador de la urgencia». Por lo tanto «uno se mata por el peso de la vida o del amor, mas antes de matarse examina la situación espiritual de su tiempo».

El romanticismo acude a la historia en busca de figuras hechas, plantea el amor-muerte como un problema de Edad Media. Y esto debió de llamar la atención de Madame de Staël [ [14] ], porque para ella el romanticismo es «la poesía que tiene su origen en el canto de trovadores, poesía que nace de la fusión de caballería y cristianismo».

Concluye disertando sobre los huracanes del romanticismo histórico que destrozaron las estatuas; y comienza el reinado naturalista de los fantasmas, las estatuas representan el valor abstracto del amor, y el acto de derribarlo una pasión concreta, por lo tanto, la estatua debe ser el valor abstracto del amor.











G).- España era una nación de fantasmas (pág 43).

Este apartado es eminentemente un manifiesto político sobre España.

Los fantasmas llegaron a España, cuando ya era una nación de fantasmas. Porque el pueblo ya había perdido su cohesión espiritual y era una nación fantasma. En esta sección nos introduce al filósofo Balmes [[15]], al que dedicará amplias páginas, del que escribe «Se nota la falta de un principio regulador de una acción que encamine a esa muchedumbre de fuerzas hacia el bien de la sociedad, impidiendo que tomen una dirección divergente y acaben por destrozarla y disolverla».

Introduce un pensamiento comentado en “Contradicciones políticas” de P.J. Proudhon [[16]], (economista y pensador francés padre del anarquismo teórico), sobre la angustia dramática de todas las naciones europeas, que busca para cristalizarse en ellas, una constitución real. Ya se anticipa a una constitución Europea y la fundación de un banco para el pueblo que eliminase los intereses por el préstamo del dinero. Las luchas social-políticas en el siglo XX, son luchas de media España contra la otra media. Se refiere a la lucha de clases.

Teófilo Gautier escribe que «La España católica ya no existe. La península hallábase entregada a las ideas volterianas y liberales sobre el feudalismo, la inquisición y el fanatismo» (p.44). Para acabar sentenciando que «En España, los fantasmas son fantasmas de nada». También recoge frase de Juan Jacobo Rousseau de “El Pacto-Social” [El Contrato Social], sobre la idea de que el Estado está podrido. Al «¿qué me importa?» de Rousseau, le atribuye, precisamente, el grito de los fantasmas españoles y de España, únicamente queda la soledad real de su paisaje. La frase de Rousseau es, «¿qué importa que uno sea libre o siervo en este valle de miserias? Lo que importa es ir al paraíso y la resignación es un medio más para conseguirlo» (así dice el Libro IV, Capítulo I).

Nos habla de un párrafo de Nicomedes Pastor Díaz, sobre que «la poesía como todas las ciencias y artes… ha perdido su tendencia unitaria y simpática». [ [17] ]. Para concluir Nicomedes en un silogismos de que si la realidad como valor no existe; luego, tampoco debe existir la realidad. Era según Sijé «un momento negro templado. La sociedad espanta, la selva atrae». Toma unos versos del poeta romántico Salvador Bermúdez de Castro (Cádiz 1814-Roma 1883) en La libertad, donde se entrega a la vida de la selva. Fue autor de la “bermudina”, un tipo de octavas en agudo. Para concluir «selva, vida de selva, amor de selva».





H).- La crítica social del romanticismo y la pintura (pág 48).

Apunta Sijé que la crítica social del romanticismo fue hecha por hombres que respiraron el romanticismo como José Joaquín de Mora [[18] ] en su poesía «El melancólico» y «A un poeta novel». No entiendo muy bien por qué toma a José Joaquín de Mora como crítico que lo hace graciosamente al romanticismo, cuando el andaluz José Joaquín era un verdadero revolucionario liberal antiabsolutista, se exilió en Londres, apoyó a los independentistas hispanoamericanos, alienta movimientos revolucionarios. Luchó en Bailén. Famosa es la polémica que sostuvo con el Böhl de Faber sobre Calderón sí, Calderón no; es decir, un conservador frente a un liberal. Esta polémica se mantuvo por parte de Juan Nicolás Böhl de Faber en el «Diario Mercantil» y Mora en la «Crónica Científica y Literaria» de Madrid [[19] ].
Le interesa a Sijé, los estudios de Ramón de Mesonero Romanos (1803-1882), sobre todo su labor crítica, a quien le dedica tres páginas y media, dice de él que «no es un fantasma romántico, sino un rezagado, un hombre viejo, muy viejo, nacido espiritualmente en el siglo XVIII. Mesonero llama al romanticismo «mágico talismán, indefinible, fantástico». Actualmente podemos leer la obra de Mesonero Romanos en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Un gran especialista de Mesonero Romanos es el profesor Enrique Rubio Cremades de la Universidad de Alicante. Autor entre otros múltiples trabajos «Visión y análisis de la prensa en Memorias de un setentón» de Ramón de Mesonero Romanos». Anales de Literatura española, nº 14. 2001.U.A. y «La periódico-manía y la prensa madrileña en el Trienio Liberal). Anales de literatura española, nº 4, 1984, Universidad de Alicante.

Como la idea de Sijé sobre el romanticismo es casi exclusivamente político-social, salva de la quema a poetas y filósofos cuando escribe «Las épocas clásicas del pensamiento se caracterizan porque, en ellas, nunca han sido fantasmas, ni los poetas, ni los filósofos». Vuelve a hablar de Jaime Balmes, de quien dice que le interesa no la pura obra filosófica sino su posición ante la realidad, los fantasmas (poder político) y el romanticismo. Comenta el capítulo XIX de El Criterio (1845), «El entendimiento, el corazón y la imaginación». Nos hablará del concepto y la utilización del sentido común, la prosa balmesiana es prosa que se realiza oratoriamente.

Aborda Sijé la pintura romántica española, y el comentario de Goya «El sueño de la imaginación produce monstruos». Para concluir que «En España, los pintores fantasmas están dedicados al retrato de fantasmas ilustres, o a la reproducción de escenas fantasmas» (p.55). Nos hace comentarios de un cuadro de Leonardo Alenza [ [20] ], donde según Sijé nos presenta un fantasma, no nos da el nombre del cuadro que debe ser o bien “La sátira del suicidio” o “La sátira del amor”, donde se representa a un amante que quiere suicidarse con un cuchillo porque ha muerto su amada y se ve su cadáver resucitado en un cementerio. La amante convertida en fantasma Este pintor madrileño era seguidor de la escuela de Goya, y pintó encargos para Fernando VII.

Acabamos esta sección con la idea sijeniana de que la muerte se llama el reinado naturalista de los fantasmas, que era un caballo amarillo según el capítulo sexto del libro del Apocalipsis «y el que estaba sentado sobre él tenía por nombre Muerte» [ [21] ]. Nos hace una cita de Donoso Cortés (1809-1854) «La definitiva separación del alma de Dios». Se debe referir el oriolano al ensayo de Donoso Ensayo del catolicismo, del liberalismo y del socialismo, donde escribe «Fuera de la acción de Dios no hay más que la acción del hombre, fuera de la providencia divina no hay más que la libertad humana».











I).- El movimiento literario-poético del romanticismo (pág 55).

Considera que el periodo entre 1830 hasta 1870, la muerte de Bécquer, es un periodo de degeneración de la línea romántica. Aquí es donde nos hace una definición un tanto incompleta entre romanticismo histórico y eterno. Escribe «El siglo XIX es una corriente naturalista, que adopta dos modalidades: una primera, de romanticismo (y a esta situación llamo –romanticismo histórico; el otro –la vieja alma y el viejo espíritu románticos- era el romanticismo eterno». Aunque José Guillén García y José Muñoz Garrigós escriben «No debemos dejar de apuntar que la tesis sijeniana del romanticismo histórico y el eterno no es original suya; procede, como ya se ha apuntado en diversas ocasiones, de Eugenio d´Ors». [ [22] ].

Escribe que «El reino de Dios es incompatible con el reino de los fantasmas. El español ha transformado su romanticismo individual en romanticismo de la nación y del Estado. La voluntad del reino de Dios ha sido la voluntad de España» (p.57). Lo que es una clara y evidente alusión a la política laica de la II República. Introduce una cita de Fernando Brunetière [ [23] ], «la gran originalidad de la literatura española estriba en haber salvado en el tiempo del Renacimiento…». Dice Sijé que es autor de “La influencia de España en la literatura francesa”, pero yo no lo he encontrado.
Hace comentarios de la obra de Saints-bury (sic) [ [24] ] sobre la «Historia del Criticismo… que fue citado por Unamuno. Define que conceptismo es naturaleza y agudeza, creación y criticismo, romanticismo y purificación, pero es una actitud nacional y realista., para concluir que la línea de creación de España: es el romanticismo, el cristianismo y el conceptismo.





J).- La inteligencia creadora (pag. 59):

Se pregunta Sijé ¿Cuál es el papel de la inteligencia creadora? ¿En qué sentido y en qué proporción debe de entrar la realidad en la creación? Se hace preguntas sobre el realismo poético y el realismo natural, acude a Karl Vossler [ [25] ], para guiarse por sus disquisiciones filosóficas, para acabar por decir que el realismo es, pues, una evitación del romanticismo directo, o una separación del realismo indirecto. O para concluir que el realismo español es el realismo fantástico, según Vossler.

«Las manos de Dios son los pies de la realidad», dice Sijé, porque según él y mete ideas de Santo Tomás de Aquino (+-1274), de que alcanzamos la realidad a través del intelecto y no con la razón. Su discurso toma el camino de la «realidad divino-poético». Porque Sijé es tomista, se nota que lo ha leído y también a través de los comentarios de Pierre Rousselot (1878-1915), que era un jesuita francés, teólogo, había estudiado las diferentes concepciones del amor en la edad Media, y era comentador de Santo Tomás. El papa Ratzinger reconoce haberle estudiado en su juventud.

Estudia las definiciones de Barroco y las ideas de Américo Castro (Brasil, 1985-Lloret de Mar 1972). Publicó varios libros sobre literatura española en especial una Vida de Lope de Vega (1919) Lengua, enseñanza, y literatura (1924) y El pensamiento de Cervantes (1925), que son los que debió conocer Sijé, ya que La realidad histórica de España es de 1954.

Presenta dos ejemplos entre el conceptismo y el barroquismo. Refiere que el Libro de Job, libro del Antiguo Testamento estaría en la línea del conceptismo el Cantar de los Cantares, de Salomón, en el barroquismo. (Job, un varón justo y temeroso de Dios, está acosado por tribulaciones y ya no puede soportarlas. Sin embargo, no pierde la paciencia ni la esperanza, sino que resiste a todas las tentaciones, guardando la fe en la divina justicia y providencia). Nos dirá que conceptismo y barroquismo son dos palabras de España; penas y alegrías; unidad espiritual del Pecado Original y de la Redención. Españolismo, o estilo de España



Conclusión.

El reino de los símbolos es realismo divino-poético, unidad espiritual y forma de conceptismo y barroquismo.

Finaliza Sijé con la idea de que el romanticismo frente al realismo divino poético, como unidad espiritual y forma de conceptismo y barroquismo, como reino de los símbolos de la cruz y de la flauta, es el reino naturalista de los fantasmas. Decidme ¿queréis oír, la flauta de los fantasmas?

Nadie puede dudar del patriotismo y del interés de Sijé por la unidad de España, un tema que hoy en día sigue interesándonos a todos.














NOTAS



[1] ] Johan Wolfgang Goethe, nació en Francfort (Alemania) el 28 de agosto de 1749, hijo de Johan Gaspar Goethe y de Catalina Textor. Con dieciséis años ingresó en la Universidad de Leipzig. Encontró en su camino al gran duque de Weimar Carlos Augusto, amistad que duró cincuenta años, y en quien encontró respaldo total, fue hombre poderoso en la Corte de Weimar. Autor entre otras obras: Fausto, Las Afinidades electivas, Werther y Viaje a Italia. Falleció a los 82 años de edad el 22-03-1832.



[2] ] Guillermo Díaz-Plaja en la pág. 59 de su libro Introducción al estudio del romanticismo español (1935), toma un texto del prólogo que hiciera Mor de Fuentes a la traducción de Las cuitas de Werther de 1835.

[3] ] Tomo el texto del prólogo de Ángel Lázaro, de junio de 1966, para las Obras Completas de Goethe (E.D.A.F, Madrid, 1966).

[4] ] La Odisea tiene un estilo propio, digno de ser imitado. Es una historia en la que se reflejan todos los deseos y angustias de hombres y mujeres de la época, todo lo bueno y todo lo malo. Está claro, que la cultura occidental que tenemos nosotros hoy en día, no es igual que la cultura helénica que Homero nos transmite, pero aún así las inquietudes y deseos siguen siendo los mismos. Inquietudes y deseos reflejados por escritores y directores de cine posteriormente. Homero, usa la aventura como la máxima de los deseos humanos, la ansia de libertad, y sobre todo del seguir el camino hacia lo desconocido, cueste lo que cueste. Por ello estas aventuras están llenas de importunos, esto es pues una odisea, igual de odisea, que esa otra llamada posteriormente.

[5] ] Goethe, durante su juventud, formó parte de la «Sturm und Drang», grupo juvenil e intelectual, como es sabido, que presentaba, como programa, de una parte la revisión de la literatura medieval germánica, para incorporarla a las letras vigentes, y de otra parte la gran revolución del sentimiento (romanticismo). Ahora bien, los hermanos Schlegel, reconocieron que las letras españolas, especialmente la literatura de Lope y de Calderón, presentaba un material «romántico» que daba la pauta, principalmente en lo teatral, del arte que convenía hacer. (César González Ruano, Acción española, 1 de abril de 1932. II. El espíritu español de la «Sturm und Drang»).

[6] ] Editorial Nacional, México, 1975, Traducción de Wenceslao Roces.

[7] ] Plauto (c. 254-184 a.C.) Nació en Sársina, Umbría. Llegó a la conclusión en que las noticias azarosas que sobre su vida, proporcionadas por Varrón, (Erudito del siglo 1 a.C. que dedicó grandes esfuerzos a llevar alguna claridad sobre las circunstancias de la vida de este poeta a través de los escritos de Aulo Gelio, están fuertemente influidas por hechos tomados de sus comedias, y que difícilmente se puede creer que fueran realmente autobiográficas. Según la leyenda se trasladó a Roma cuando era joven, donde trabajó en el entorno de compañías dramáticas, donde pudo adquirir su conocimiento poco común de los aspectos técnicos y del repertorio tanto griego como romano. En Roma mejoró su futuro oficio realizando arreglos y adaptando las comedias griegas, y sobre todo observando, en vivo, las costumbres de la gente de todas las clases sociales, con la que diariamente convivía en la gran ciudad.

[8] ] Miguel de los Santos Álvarez 1818-1892) logró mayor fama literaria que los anteriores, pues muy pronto le vemos en Madrid entre los asistentes al Parnasillo (Espronceda, Larra y Escosura), haciéndose un lugar entre los elegidos, como demuestran sus colaboraciones en revistas como No me olvides. Fue autor de extraños relatos, como Tentativas literarias, Cuentos en prosa, mezcla de humor negro y paródico y una técnica entre realista y clásica.

[9] ]Théophilo Gautier. Escritor y poeta romántico francés, nació en Tarbes (Francia en 1811- París 1872). Viajó por España escribió el libro en prosa Viaje a España. Representante de parnasianismo, su divisa es el “Arte por el Arte”. Culto a la perfección formal.

[10] ] Mariano José de Larra, nace en Madrid 1809, se dio a conocer como Fígaro en El pobrecito hablador escribe una colección de Artículos de costumbres, aguda sátira del modo de vivir de su tiempo. Autor también del drama romántico Macías (1834), cuyo héroe es el mismo personaje de Don Enrique el Doliente.

[11]] Carlos Federico von Savigny nació el 21 de febrero de 1779, en Francfort del Mein y murió a los 82 años, el 25 de octubre de 1861, en la ciudad de Berlín. Es el representante más distinguido de la escuela histórica alemana. Además de sus aportaciones a la Revista para la ciencia histórica del derecho, publicó Derecho de la posesión, publicado en 1803. Esta obra consagró al autor quien en ese momento era todavía muy joven. De la vocación de nuestro tiempo para la legislación y la ciencia del derecho en 1815. En él, Savigny, se muestra contrario a la codificación del derecho alemán, consideraba que todavía no era el momento adecuado, aún no existía la madurez jurídica necesaria para emprender esa tarea, como tampoco existía el lenguaje jurídico correspondiente.

[12]] Frase que está recogida en un libro de Ortega titulado Musicalia, 1921. Ortega pone la música romántica como ejemplo de obra de arte de la que solemos gozar “concentrados hacia adentro” y agrega que en la obra romántica “no nos interesa la música por sí misma, sino su repercusión mecánica en nosotros (...) gozamos, no de la música, sino de nosotros mismos”. En cambio, observa Ortega que la música de Debussy o Stravinsky nos invita a una actitud contraria: “En vez de atender al eco sentimental de ella en nosotros, ponemos el oído y toda nuestra fijación en los sonidos mismos".

[13] ] Friedrich Wihelm Nietzsche (Röcken, cerca de Lützen y Leipzig 1844-1900). Hijo de un pastor protestante. Se formó en filología clásica en las universidades de Bonn y Leipzig, orientándose al estudio de la teología y la filosofía. Participó en la guerra franco-prusiana (1870-71), en el cuerpo de sanidad. Fue profesor de lengua y literatura griegas en la Universidad de Basilea, donde conocerá a Richard Wagner. Autor de Así habló Zaratustra (1883). El Anticristo (1888). La voluntad del poder (1901).

[14] ] Anne Louise Germaine Necker, Baronesa De Staël-Holstein, es más conocida como Madame Staël. Se instaló en el Imperio Alemán 1803, donde visitó Weimar, Berlín, y Viena, volviendo a Francia en algunas ocasiones. Su fama como escritora la alcanzó con Corinne novela romántica publicada en 1807.

[15] ] Jaime Luciano Balmes nació en Vich (España) en 1810. Ingresó en el seminario de su ciudad natal, estudió filosofía y teología en la Universidad de Cervera, ordenado sacerdote en 1834. Su obra más conocida es El Criterio.

[16]] Pedro José Proudhon (1809-1865), Contradicciones políticas. Teoría del movimiento constitucional en el siglo XIX, Biblioteca Universal, colección de los mejores autores antiguos y modernos nacionales y extranjeros (tomo 7), Madrid 1873, 211 págs. Advertencia de M. L. Boutteville. Traducción de Gavino Lizarraga). Autor de otros trabajos como: "La filosofía de la miseria", "La guerra y la paz" y "Memorias de la propiedad".

[17]] Nicomedes Pastor Díaz (Viveros, Lugo 1811-1863) político y literato, escribió el prólogo a Zorrilla para “Obras poéticas” París, de 1847, aunque está fechado el 14 de octubre 1837. El prólogo de Nicomedes empieza comentando el entierro de Larra una tarde de febrero en el cementerio de Fuencarral. Donde usando de un artificio de resurrección escribe «Larra se despidió de nosotros por su boca, y nos refirió por vez postrera la historia interesante de sus borrascosos, brillantes y malogrados días». Y se refiere Nicomedes a la lectura del poema que Zorrilla hizo ante la tumba de Mariano José Larra cuya primera estrofa empieza «Ese vago clamor que rasga el viento / Es la voz funeral de una campana:/ Vano remedo del postrer lamento/ De un cadáver sombrío y macilento/ Que en sucio polvo dormirá mañana./. El Libro Obras Poéticas tiene una biografía escrita por Ildefonso Ovejas. (R.F.P. posee un ejemplar de la edición apócrifa, la que no reconoció Zorrilla porque lleva publicado el «Himno A S.M. La reina Doña Isabel» II, pág. 227).

[18] ] José Joaquín de Mora nació en Cádiz en 1783 y murió en Madrid en 1864. Inició su educación en su ciudad natal, y a los estudios elementales unió los de francés e inglés. Cursó estudios superiores en la Universidad de Granada, recibiéndose de abogado en 1805. Luchó en la batalla de Bailén y fue detenido por los franceses. Autor de la Constitución de 1828. Redactó la Constitución liberal de Chile, fue expulsado de este país y se exilio en Perú y Bolivia. Es autor entre otros libros de Leyendas españolas (Londres 1840).

[19] ]Ver «Juan Nicolás Böhl de Faber y la polémica dieciochesca sobre el teatro» Documentos hallados de J. N Bölh de Faber en el Ministerio español de Asuntos Exteriores» Los orígenes del Romanticismo reaccionario español: el matrimonio Böhl de Faber, Valencia, Universidad de Valencia, 1978 , obras de Guillermo Carnero (Valencia, 1947). Ver «Anales de literatura española» de la Universidad de Alicante en la red.

[20] ] Leonardo Alenza (Madrid 1807-1845) Representó el arquetipo del personaje romántico. Estudió en la Academia de San Fernando con Aparicio, Ribera y José Madrazo quienes introdujeron en la pintura castellana las normas del Neoclasicismo español. Artista atormentado y perseguido por numerosos infortunios, llegó a tener una muerte trágica.

[21] ] El versículo completo nº 8, dice: «Y miré, y he aquí un caballo amarillo: y el que estaba sentado sobre él tenía por nombre Muerte; y el infierno le seguía: y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las bestias de la tierra».

[22] ] Nota de José Guillén García y José Muñoz Garrigós. pág. 198 de Antología de escritores oriolanos. Eugenio d´Ors: Lo barroco ED. Madrid 1964. Sijé escribió un artículo sobre El barroquismo como constante histórica. La Verdad. Murcia, 1 de enero 1933. Lo barroco es lo panteístico y lo pánico, según Eugeuio d´Ors.

[23] ] Francisco Brunetière (1849-1906) Crítico literario francés, n. en Tolón y m. en París. Perteneció a la redacción de la Revue des Deux Mondes (1875) y al claustro de la Escuela Normal Superior de París, donde fue profesor de lengua y literatura francesa (1886). Debemos a su pluma, entre sus numerosas obras, Études critiques (9 series, 1880-1907 y 1925), L'évolution de la critique (1890), Histoire de la littérature française classique (1904-07).

[24] ] George Edward Bateman Saintsbury (1845 - 1933), escritor y crítico inglés nació en Southampton, educado en King's College School, London, y en Merton College, Oxford.

[25]] Karl Vossler Hohenheim, Stuttgart, 1872-Munich, 1949. Filólogo alemán. Es uno de los fundadores de la moderna estilística románica. Fue profesor de literaturas románicas en las universidades de Heidelberg, Wurzburgo y Munich. Su obra crítica evolucionó desde postulados positivistas hacia el idealismo, influido por Benedetto Croce, lo que se hace patente sobre todo en Positivismo e idealismo en la ciencia del lenguaje (1904) y El lenguaje como creación y evolución (1905).

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