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martes, 16 de diciembre de 2008
VIAJE AL CABO DE GATA-NÍJAR
(Gordobolo del Cabo)VIAJE AL CABO DE GATA-NÍJAR
(Del 13 de junio al 15 de junio de 2006)
Por Ramón Fernández Palmeral
PRESENTACIÓN
Este trabajo es el resultado de mi reciente viaje a Almería para la entrevista que tenía concertada con el realizador Nonio Parejo y su equipo de rodaje con el objetivo de participar en el documental "Releyendo Campos de Níjar" de Canal Sur TV, más el resultado de una inolvidable experiencia en el Parque Natural del Cabo de Gata donde hablé con antiguos amigos, con sus gentes, admiré el mar y el paisaje en un día de completa serenitud, y, donde, además estuve buscando un gordolobo del cabo (Verbascum charidemi), existen otras variedades de Verbascum, pero no es esta específica del Cabo de Gata.
Residí varios años en San José (Almería), había llegado en 1983 desde Bilbao, la cara y la cruz del paisaje. En el 2005 regresé a Cabo de Gata para hacer un viaje al Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar con el objetivo de documentar un estudio crítico comparativo entre la realidad actual de Almería y la Almería retratada en la novela social Campos de Níjar que publicara Juan Goytisolo en 1959 (hace casi 50 años), y como resultado publiqué: Tras los pasos de Juan Goytisolo por los Campos de Níjar (2005). Libro que además de impreso lo inserté en Internet página Almería Medio Ambiente gracias a mi amigo José Javier Matamala. Gracias a la infinita divulgación que promueve este nuevo medio milagroso, se puso en contacto conmigo el realizador Nonio Parejo, recordándome que él había dirigido un documental en 1984, sobre el libro de Campos de Níjar, y ahora tenía un ambicioso proyecto con Canal Sur TV para realizar “Documentales históricos andaluces”, por ello me propuso hacerme una entrevista en Almería, donde yo comentara sobre la novela social en el contexto de la novela Campos de Níjar de los años 60 y los cambios habidos a los largo de estos cincuenta años en la Almería actual. Además tuvo la gentileza de enviarme un CD del documental que rodó en 1984, que es una verdadera joya sobre la novela, y que me sirvió para profundizar todavía más en el proyecto.
La entrevista tuvo lugar en un estudio improvisado en una de las salas cedidas por el Hotel Barceló de Retamar, Almería, a las 13 horas del día 14 de junio de 2006.
Día 13 de junio, 17 horas
Después de ver el partido por televisión: España-Ucrania en la Canal 4, que había empezado a las 15 horas, correspondiente al primer encuentro de nuestra selección nacional en los mundiales de Alemania 2006, donde, por cierto España ganó por 4 a 0 a Ucrania, una victoria que hemos estado esperando durante generaciones enteras. Una vez con el sabor de la victoria del gol en el corazón, mi mujer me preparó la bolsa de viaje y me dispuse a tomar el coche para Almería.
–No nos das un beso –inquirió mi hijo mayor.
–Claro que sí, es que como me voy sólo por dos días.
Repartidos los besos oportunos de despedida, a mi mujer y a mi dos hijos. No sé porque hay que dar dos besos en cada mejilla, y no uno o cinco, dos es un número par de besos como homónimo de partida.
Una vez dueño y amo de las riendas circulares que llaman volante del Nissan Almera, que si nos damos cuenta es como Almería pero sin “i”, detalles que tienen las marcas de coches, tomé la autovía A-7 dirección Murcia y Almería sobre las 17 horas. La tarde tenía su sol encima como un huevo de Damocles, si se me permite la expresión, o acaso es una España incendiada como la de los ángeles cuando expulsaron del paraíso a nuestros primeros padres con espadas de fuego, o esto es lo que me ha quedado en la memoria o residuos bíblicos de cuando estudiaba Religión forzosa en los años del franquismo, donde vi en dibujos del libro de Tercer Grado al ingenuo Adán y la engañosa Eva expulsados del paraíso terrenal, El Edén y desde entonces ganarían el pan con el sudor de su frente, menuda faena, es decir, hacerse cargo de ellos mismos.
Mi coche y yo éramos expulsados por la A-7 hacia el Sur caliente, hacia Murcia y Almería, mientras repetía en mi mente la primera frase de Campos de Níjar que quería recitar en la entrevista para el documental de TV, quizás para impresionar un poco al espectador y demostrarle que me sabía la lección “Recuerdo muy bien la profunda impresión de violencia y pobreza que me produjo Almería, viniendo por la N-340, la primera vez que la visité. Hace ya algunos años…”. Y la cuestión es que yo iba en la misma dirección que Goytisolo casi 50 años después, él estuvo la primera vez, creo que fue en el verano del año de 1957. La novela fue censurada en el franquismo, luego con los socialistas fue nombrado hijo predilecto, y ahora persona non grata, poque aquellos que denuncian la verdad son tenidos por díscolos.
El lector de este texto, puede tener la completa seguridad, porque yo nunca miento, que acabo de escribir esta primera frase del libro de Níjar de memoria, y se lo puedo demostrar cuando quieran. Me costó trabajo memorizar la frase, porque a mi entender el orden de los complementos de la oración, debería ser: “…que me produjo Almería, la primera vez que la visité, viniendo por al N-340, hace ya algunos años…”. Pero si hay algo grandioso en la literatura es precisamente la libertad de ordenación de las frases, y la libertad del hipérbaton y las licencias métricas, qué grande es la Literatura cuando puedo componer o escribir al dictado de la creación como una forma de entender la escritura como un arte grandioso, capaz de ser modelado al capricho del instinto o de la intuición, mañas o malas artes para llevar al lector por el camino de la escritura creativa, por el camino del arte de la escritura a través del privado mundo, casi obsesivo del autor.
Cuando la autovía entra en Almería, ya estamos en la Andalucía propiedad del PSOE, el asfalto tiene la imperiosa necesidad de recibir una manta sedosa de nuevo asfalto negro y violeta luto, pues en algunos tramos es incluso hasta peligroso pasar a toda velocidad, otros tramos los acaban de asfaltar. Me paré, contra mi voluntad, dicho sea de paso, en la zona de servicios de «La Venta del Pobre», porque si bien se anuncia la zona de servicio, no se anuncia el nombre de la misma, y cuando has pasado la curva a 120 kilómetros por hora por el carril de la izquierda, ya no te da tiempo a tomar el desvío o carril de desaceleración, y te has pasado, y ya no hay forma de regresar, lo cual, indudablemente debe causarle enormes pérdidas de este área de servicios.
La entrada a Níjar se anuncia por una especie de monumento alfarero, construido con grandes cántaros en cuatro hileras como emblema de la cerámica tradicional de origen árabe que aún se fabrica en esta localidad artesanal por excelencia. Pero no entré a Níjar sino que continué hasta encontrarme el desvío dirección sur hacia San José. Todo el campo se ha cubierto de invernaderos, el tráfico rodado ha aumentado considerablemente desde la última vez que pasé por aquí, hace ya algunos años. Cuando llegué al cruce de Los Nietos Bajos, porque hay dos cortijadas con el mismo nombre, me desvié hacia el Barranquete, para recorrer la ruta que hiciera el viajero de la novela de Campos de Níjar, y ver los caminos nuevos sobre el terreno por si el equipo de rodaje quería visitarlo o hacer algunas tomas de los 11 tholos o enterramientos de la época de los Millares que se ubican en esa zona datado sobre el año 2.330 a.C. Lamentablemente, no encontré cartel que me indicara el asentamiento prehistórico de los Millares del Barranquete, que por ventura aparece en casi todos los libros de prehistoria. Las autoridades municipales de Níjar seguro que se preguntarán ¿Y a quién le interesan cuadro piedras? Si estuviera señalizado seguramente se acercarían turistas. Creo que hace falta en Almería una guía de asentamientos prehistóricos. A pesar de mis lacerantes críticas, he de reconocer que encontré muchos carteles anunciadores del Parque Natural del Cabo Gata-Níjar, pero son de Medio Ambiente.
Cuando llegas al Barranquete recibes una impresión mortal, es una de las más solitarias y escondidas pedanías o núcleo urbano anárquico de este Campo de Níjar, convertidos en campos de invernaderos. La carretera desemboca al sur a nivel de la Rambla de Morales, en cuyo lateral se ve una alta cárcava de las últimas lluvias, encima, sobre el alto murallón sedimentario del barranco se ven las casas al mismo borde del vértigo, quizás en menor medida, que las «increíbles casas de Sorbas». Las casas del Barranquete encaladas y de plantas bajas se asoman al rojizo murallón de un barranco, de aquí su nombre, de tierras sedimentarías que la caprichosa Rambla de Morales ha ido horadando a lo largo de los milenios. Al fondo, a la izquierda, se elevan algunos viejos eucaliptos en fuga verde hacia el cielo, aquí crecen dos tipos el blanco (corteza clara) y el negro (corteza oscura).
Entré al poblado de Barranquete subiendo por la izquierda, unos niños iban en bicicletas haciendo la cabritilla, una mujer llevaba a una niña detrás de una moto sin casco, los burros han sido sustituido por motos y ciclomotores. Pasé por la puerta del bar Sánchez; luego, siguiendo la dirección de la calle principal, si es que existe, observo que soy mirado por rostros de mujeres y hombres con gorras de cazador, de rostros achicharrados por el sol, muchos se confunden con magrebíes que han llegado a trabajar a los invernaderos. Pasé por la puerta del colegio, hasta salir por el carril asfaltado que presenta una herida de tierra como si por ella hubieran metido algún tubo; pero como no quise dar la vuelta, continué mi aventura entre interminables invernaderos y más invernaderos en barbecho, porque en este tiempo no hay frutos que sacar.
El carril interminable me dejó en la carretera que viene de San José y va a Ruescas. Seguí la carretera hacia Retamar, entre ágaves americanos, sisales y henequenes, pasando por lo que se llama Las Amoladeras, un Centro de Investigación de la Naturaleza, dejé a mi derecha el desvío a Torregarcía y a la ermita del mismo nombre patrona de Almería, dedicada a la advocación de la Virgen del Mar, que como he dicho en otras ocasiones nada tiene que ver con la Virgen del Carmen. Son dos vírgenes, dos divinidades protectoras del ambicioso mar de los pescadores. Por fin llegué a la urbanización Retamar, compleja, cambiada, retorcida. Poco a poco se ha ido extendiendo como los tentáculos destructores de una medusa urbanística. Retamar pertenece al municipio de Almería capital, es ya un emporio turístico comparable a Roquetas de Mar, Aguadulce o Mojácar. Cerca ya del mar se han construido hoteles en serie a cada lado de una gran avenida de dobles carriles en un sentido y en otro, yo busqué el Hotel Barceló donde había quedado para entrevistarme con Nonio Parejo, y preparar el plan del día siguiente. En el momento en que llegué al hotel, ellos: Nonio, Pepe Álvarez y otro joven de imagen y sonido, acababan también de llegar desde Sevilla y descargaban el equipo de rodaje desde un todo terreno metalizado en el porche del Hotel. En cuanto les vi imaginé enseguida que eran ellos, ya que no les conocía físicamente, sino a través de varias llamadas telefónicas que habíamos mantenido la semana anterior.
-¿Vosotros debéis ser el equipo de rodaje de Nonio Parejo?
-Si soy yo –me respondió un hombre con bigote a lo Clark Gable, con pelo medio largo, abundante que le tapaba un poco la frente, un pelo del color gris casi metalizado. Vestía en plan deportivo con pantalón corto de tipo safari, me dio una sensación de persona campechana y accesible.
Nos estrechamos las manos y percibí una sensación viril. Pepe Álvarez es observador tiene el aspecto sereno de un vikingo.
Después de que subieran los equipajes a sus respectivas habitaciones. Tuvimos una entrevista de primer contacto en el holl de hotel, allí sentados en un sofá que parecían estar forrados con las rayas de la jarapa de Níjar. Hablamos distendidamente sobre Campos de Níjar, de la literatura de los años 50 al 60 sometida a la censura franquista. La censura es patrimonio de las dictaduras y de los poderes totalitarios o presidencialistas encubiertos en democracias, y la de Franco fue la de acallar todos los desmanes de la guerra civil, la situación de los exiliados en Europa o en América, la situación de la segunda guerra mundial, la detención de republicanos en los campos de concentración de Mathausen, los esclavos de Franco en la obras públicas o en la construcción del Valle de los Caídos, la guerrilla antifranquista de resistencia en casi todas las sierras de España.
Hablamos de todos los temas relacionados con la novela social española de Campos de Níjar, de Juan Goytisolo cuando estuvo rondando su novela que el propio Nonio que la realizó y dirigió en 1984, de quien tenía muy buenos recuerdos, porque además tuvo la fortuna de que Juan accedió a participar en el documental con la entrevista que aparece al fuina. Para mí este documental es un documetno histórico almeriense de suma importancia. A mí no me cansa verlo y volverlo a ver, me sé los diálogos casi de memeria. Preparaban el plan de trabajo para el día siguiente, ellos, tenían que visitar a algunas autoridades almerienses y a profesores de la Universidad. A mí me venía muy bien dejar la entrevista para la una de la tarde, porque así tenía toda la mañana libre y podía continuar con mis visitas por el Cabo de Gata y poder recoger datos que me llevaran a adquirir experiencias para plasmarlo en estos folios.
-Si quieres quedarte mañana tarde con nosotros, a mí no me molesta - me dijo Nonio con su bigotazo.
-Vale, bien me quedaré una noche más.
Antes de despedirnos hasta el día siguiente le dejé unos ejemplares de mi libro Tras los pasos de Juan Goytisolo por los Campos de Níjar, para que lo repartiera a modo de presente entre algunas personas a las que iban a entrevistar al día siguiente, uno de ellos para el alcalde de Níjar. Nos despedimos hasta el día siguiente, salí muy contento, porque mi libro estaba sirviendo para ayudar un poquito a un documental sobre la Almería que conoció Juan Goytisolo en varios viajes entre 1957 a 1961, y la Almería actual, una Almería de hoy, tan desconocida como ayer y que ya dejó de ser el trasero del España. Tomé el coche dirección a mi hotel en la Almadraba de Monteleva en Cabo de Gata, en las salinas. Eran las diez de la noche. Al pasar Ruescas la carretera carece de arcenes, es estrecha y como aparecen algunos eucaliptos la oscuridad es más intensa todavía; pasado Pujaire me llevé un gran susto cuando intenté adelantar a una furgoneta caraván de esas que llevan detrás una bicicleta colgada a la espalda. La carretera tiene curvas innecesarias en una zona plana, mal señalizadas, muy oscura y mi coche no anda muy bien de faros, la luz nunca me ha gustado, demasiado pobre. Pues bien, como no tenía prisas decidí no adelantar al caraván, y a unos segundo me crucé con un ciclista que venía en sentido contrario sin luces delantera ni traseras, si me hubiera dado por adelantar con toda seguridad me lo hubiera llevado por delante. El destino cambia en un segundo, es decir, hacer o deshacer una cosa u otra en un momento, puede provocar un cambio total en tu vida. Decidir es la gran baza del destino, porque decidir es un acto de obligación y de transformación del devenir del tiempo y el espacio en un momento clave y preciso. Tal vez lo mejor es no decidir jamás, y someterse a la vida contemplativa de los astros a la voluntad de Dios como los ascetas. El ciclista pasó junto a mí en un segundo, era una masa informe y oscura, rápida, como un flash en mi vida, como un fantasma de esos que cruzan por nuestras vidas como una señal tétrica de ultratumba.
Llegué al pueblo de San Miguel de Cabo de Gata a las diez y media de la noche, ya no había nadie en la calle, las farolas de mercurio alumbraban poco, me pareció muy oscuro. Bordeé la rotonda que anuncia seguir para las playas hacia el cabo. Tomé dirección al faro, la noche oscurísima del primer luto, sin nada de luna, o en luna menos cuarto, porque en estas noches de junio la luna sale casi al amanecer y va creciendo hasta que llegué el día de San Juan en la noche más corta del año. A unos cinco kilómetros me sorprendió, a mi izquierda como un ángel de alas desplegadas, la alta torre de la iglesia de las Salinas o de Almadraba de Monteleva, tan alta y cuadrada como el faro de Alejandría. A la derecha quedaban como cuerpos fantasmales al acecho los botes y las barcas acostadas en el rebalaje, el mar en calma, sin rotura de olas despistadas, calladas de espuma,«rubias olas» que escribiera Antonio Machado. No había un alma a quien preguntar por el Hotel Las Salinas, aunque el poblado se ha hecho muy grande por urbanizaciones nuevas, eso sí, con orden urbanístico, y continué hasta ver la luz amarillenta del cartel que me anunciaba el hotel. Aparqué el coche en una bocacalle, yo era el único ser visible y lo seres invibles seguro que tomaban nota de mi llegada. Llamé al timbre del hotel y me abrió el recepcionista, un hombre de mediana altura, muy afable entregado a agradar al cliente. Tras el mostrador de recepción me llamó la atención un gran cuadro al óleo de una sirena sobre un islote del famoso Arrecife de las Sirenas, cera del faro, un título de cuadro tan perfecto que no puede ser sustituido por ningún otro.
-Buenas noches. Tengo habitación reservada a nombre de Ramón Fernández. El coche lo he dejado en la calle, ¿estará seguro?
-Esto está muy tranquilo porque casi siempre está por aquí la Guardia Civil, se ponen arriba en las curvas del faro y lo controlan todo. De noche por aquí no viene nadie, ¿si no es mucho preguntar el desayuno a qué hora?
-A eso de las nueve -le respondí porque para qué iba a madrugar si la entrevista no era hasta la una de la tarde.
-No sé si me quedaré alguna noche más depende como vaya el rodaje del documental sobre el viaje de Goytisolo. -le digo la verdad para darme importancia.
-Sabe usted que yo estando haciendo la mili en Cádiz -me desveló el recepcionista con brillo en los ojos-, vi en el escaparate de una librería el libro de Campos de Níjar, y cuando lo vi me creía que era de otra Níjar de la que hablaba el libro, y luego leo que habla del Cabo de Gata, de mi pueblo, y de una sueca que estaba allí acampada. Porque en aquellos años venía mucha gente a hacer pesca submarina.
El recepcionista conocía el libro, que ya era gran alegría hablar sobre esta novela encubierta en un libro de viajes. Me dio la llave 107, que supone una habitación en un primer piso lo que implicaba ahorrarle esfuerzos innecesarios a mi rodilla protésica. La escalera es amplia con terrazo de almagra, las paredes decoradas con cuadros, todos con la misma firma. Percibí que allí trabajaba un artista pintor.
La habitación no era muy grande, olía a manzanilla, porque todo el campo en este tiempo huela a manzanilla, tenía una sola cama de dos cuerpos, cuarto de aseo, armario antiguo y televisor. Tomé la cama con ganas, me puse a ver un programa de televisión que no puedo recordar ahora y me dormí enseguida, no sin antes abrir un poco la persiana, porque no me gusta dormir en total oscuridad ya que si me despierto a media noche y no sé donde estoy.
Mañana del día 14 de junio
Me desperté sobre las siete y media del día siguiente, había dormido muy bien porque si hay algo que queda es este apartado lugar del mundo es silencio, un silencio al que uno ya no está acostumbrado a disfrutar, sobre todo por las noches, un silencio casi desagradable. Cuando abrí la puerta de la terraza, la temperatura era corporal como de nido con plumas, y a la vista, que chocaba con los cerros, estaba el muro natural y soberbio del Sabinar y la Rellana, no al mar, porque el mar te puede torturar con el romper de olas si el poniente se pone gracioso. Mis ojos saltaban alegres en su cuencas, o como diría Gabriel Miró "brincan y se revuelven en su delicias". Las montañas violáceas se recortaban en contraste con el cielo del confín, porque el sol sale en esa dirección, por el Levante, y, gran huevo de luz aún no había superado la línea de las crestas y era un anuncio de un magnífico día, paraíso de luz. A lo lejos, muy lejos, aunque próximo a la vista debido a la clara luz del amanecer, un viejo cortijo muestra la cal de sus paredes entre algunos arbustos, y, en el repecho la línea de los cerros se difuminan entre colores de vegetación escasa, apenas de palmitos, lentiscos y atochas de esparto, pero el color es de un ocre claro con tonos azules que a lo largo de las horas va cambiado de tonalidades, al ritmo de las horas sin espera. El cielo se mostraba limpio de nubes, inmaculado como sábanas vírgenes recién lavadas, era un día de suerte. Estuve sobre la cama, leyendo como Proust, repasando mis notas y las lecturas hasta la nueve de la mañana.
Bajé al bar del hotel para desayunar, el holl se muestra decorado con abundantes y variados objetos varios, típicos de la zona: redes, barcos de marquetería, remos..., bajo la escalera tienen una especie de fuente con flamencos de cerámica, al fondo hay un bar amplio con mampara de comedor, la barra era de ladrillo visto, en las paredes se colgaban premios de gastronomía y fotografías antiguas enmarcadas de los embarcaderos de las salinas, ya que la industria de esa zona es y sigue siendo, en menor medida que el turismo, la producción de sal marina, producto de gran necesidad en el organismos por el aporte de minerales. La primera empresa fue la Unión Salinera Española.
En el bar y pegado a la cafetera me encontré como camarero al mismo recepcionista que me había atendido la noche anterior.
-Otra vez estás aquí, hombre, no paras.
-En el negocio de la restauración no hay horas, todas las horas son pocas. ¿Y sabe usted una cosa?, no hay forma de encontrar empleados que quieran trabajar ni en el bar ni en el hotel.
-Sí es verdad, la gente prefiere echar una jornada intensiva pero no partida.
-Efectivamente, -admitió el camarero- y además tenemos la construcción donde pagan muy bien, sueldos que nosotros no los podemos pagar. Así que esto se tiene que convertir en un negocio familiar.
Mientras desayunaba mi café con leche y unas tostadas con mantequilla y mermelada, sentado a una de las mesas redondas y de cristal con patas de herrería sevillana, yo era el único cliente, estuve hablando con el camarero, porque a mí me interesa conocer a las personas de estos lugares tan lejanos y tan próximos a la vez, conocer sus problemas. Al fin y al cabo a los seres humanos nos acucian los mismos problemas: la familia y el trabajo... Me enteré que se llamaba Manolo Morales, y al fallecer el padre le dejó el negocio. Estos hoteles son los que a mí me gustan, familiares, coquetos, de trato directo y discretos.
Salí con el coche dirección al faro del Cabo de Gata, en el promontorio que los fenicios llamaron Charidemo, luego de Ágata para acabar por deformación fonética como Gata. Sobre este promontorio se construyó en el siglo VII el castillo de San Francisco de Pau, y sobre este castillo el faro en 1863. Antes de que se empine la carretera para subir al faro, entré en el poblado pesquero de La Fabriquilla, es un encanto de casas encaladas al mismo borde del mar con escollera que se pasa el día a bofetadas con el mar. Aquí hay varios bares y un restaurante, porque la gente vive de la pesca y del turismo. Al final de la casas, a la izquierda, veo a varios hombres de pie, son típicos marineros con gorrillas con anclas, que a mí me recuerdan a los pescadores o leones marinos de la Isleta del Moro.
Al final de La Fabriquilla, en la punta del arrecife, se halla la toma de agua de mar para las salinas, el agua sube cuando hay oleajes y entra por una especie de alberca y luego por unas tuberías que la conducen a los “charcones” o “granjas” y se reparte por las plataformas o "eras". Subí por la empinada cuesta de un carril, una vez tomado para levante y tras unas vertiginosas curvas se ve el faro sobre el promontorio, grande, luminoso, con sus instalaciones telefónicas, un faro que es lanza y chorro de luz intermitente. Allí abajo está la playa de El Corralete y una urbanización antigua, de las primeras que se hicieron por aquí. La carretera sube y sube empinada con curvas de 360 grados hasta Vela Blanca. Por la carretera subía a pie un hombre con su macuto a la espalda. Una vez escalada la cumbre, arriba, en el mirador de Vela Blanca, hay una torre vigía y unas instalaciones de telefónica. Aquí se acaba la carretera asfaltada. Bajé del coche, y tenía dos vistas: al Oeste o poniente hacia el faro con el arrecife de las Sirenas que fue una chimenea volcánica y un peñón o isla tiesa como un obelisco que llaman el Dedo e incluso algunos más devotos le denominan el Dedo de Dios; al Este o levante hay una verja cerrada que impide el paso de los vehículos pero permite el de los senderistas, y ante mis ojos como metido en sueños veo el grisaceo volcánico de La Peineta (un islote con su península de arenas), El Barronal y el Morrón de los Genoveses. Huele a sal marina y a manzanilla, en esta fecha ya ha florecido. El mar en mi alma arde. Al mar no le duele mi alma que palpita. El silencio es amo del ambiente, no me espera el viento, la calma es absoluta y quieta, la sensación espiritual y la claridad de la luz te obligan a usar gafas de sol, toco las piedras, beso las rocas, rezo por tanta gloria natural. ¡Oh Dios mío, cómo creates esta maravilla y no me lo dijiste!
Desde aquí la vista llega a capturar la lejana silueta del cerro-morrón de Genoveses, y hasta diviso el azul grisáceo de Torre Higuera pasado San José, ya que las torres vigías de la costa eran visibles entre ellas, se comunicaban de día por heliógrafos y de noche con hogueras que hacían sobre las torres. Desde arriba se ve como en un rompecabezas la costa, una costa salvaje, volcánica como cala Carbón, Mónsul y las dunas de arena de Barronal, La Peineta donde tantas películas se han rodado, el Morrón de Genoveses.
Tomé la cámara digital con la misma liturgia con que se tomara un cáliz de salvación o «cotidiano cáliz de la muerte» como escribiera Miguel Hernández, o un arma imprescindible para todo turista o estudioso que pretenda dar testimonio de su paso por este mundo. Luego ingenuamente me puse a buscar el gordolobo del cabo (Verbascum Charidemi), el dragoncillo o la zamarrilla, vegetación endémica del cabo por ello llevan el apellido de Charidemi. Mientras hacía fotos a las pequeñas margaritas no blancas sino de amarillo cadmio intenso, pequeñas y ralas, quizás plantas sometidas al viento que procuran tener tallos cortos para adaptarse a los vientos en condiciones de persistencia de vida. Todo el suelo era una vanidosa mancha de flores y piedras de un peso plomizo. Toqué las flores siempre con su eterna juventud, toqué unas piedras volcánicas cubiertas de líquenes amarillentos y rojizos como crestas de gallos, quizás, como una forma de percibir su alma mineral a través del tacto y cerciorarme de que yo estaba allí arriba una mañana de las pocas en que no reina el viento de ningún lado, cogí una piedra y la besé y luego la guardé como una preciosa gema, como un tesoro que me traía luz a la memoria y al recuerdo.
Mientras hacía mis fotos apareció el senderista que había adelantado antes en las curvas de la subida, era un joven alto.
-Buenos días.
Nos saludamos mutuamente, porque en estos lugares solitarios uno se vuelve educado, más humano, más civilizado más hospitalario, más bondadoso... Como si quisiéramos participar o ser coparticipes de esta frágil belleza, única y misteriosa.
-¿Cuántos kilómetros hay hasta San José? -me preguntó el senderista.
-A unos diez kilómetros… –le respondí y estuvimos hablando, largo y tendido, creo que yo más que él. Me dijo que era de Huelva, historiador y que había cogido 4 días de vacaciones y pensaba llegar andando a Carboneras.
-No te olvides de pasar por las dunas de Mónsul que también llaman la Peineta, allí rodaron muchas películas. Ahí estuvo Sean Cornery, Spilber e Indiana Jones en busca de el Arca perdida, Brigitte Bardot…, luego no te olvides de pasar por los Genoveses, que debe su nombre a una escuadra de barcos genoveses que en el siglo XII, se guarecieron aquí para asaltar Almería.
Seguidamente le conté al senderista la leyenda mitológica que me contó un viejo pescador de San José, el tío Sebatián que ya murió y además tenía un restaurente en la Calilla: “Hércules hizo la bahía de Genoveses en una noche, para poner una de las columnas, pero cuando se dio cuenta que esto no era el estrecho, se la llevó a lo que hoy es el Peñón de Gibraltar”.
Acompañé al senderista hasta unos cien metros carril abajo, era hombre entendido en historia, interesado en saberes. Tras veinte minutos estuvimos hablando, nos despedimos y le entregué una de mis tarjetas de visita. Y al darnos la mano me dijo que se llama Antonio, sin apellido. Nunca sabe uno donde se puede iniciarse una amistad, aquí arriba, en Vela Blanca desde luego que es impensable. Lo que demuestra, es que los lugares nada tienen que ver para iniciar una conversación, sino que son las personas las que contactan entre sí.
Subí por la angosta carretera a la torre vigía y a la estación de Telefónica. Desde el ángulo del muro contemplé el mar, este mar donde fondean las gaviotas, donde habitó la foca monje, donde se ven algunas regatas, botes y traineras que pasan como diminutas moscas de mar, dejando su estela cual si fueran mechas de cantiles.
Luego bajé al faro del Cabo de Gata donde se abre una explanada y un puesto de información que acababa de subir la persiana una joven de piel canela, muy simpática con la que estuve hablando y a la que compré unos Indalos y una guía con plano del Cabo de Gata. Ella me envolvió los Indalos como para regalos, y en cada sobrecito que llegó a formar con paciencia le puso una flor seca violácea, parecida a lavanda, todo un detalle de sensibilidad
-He venido a buscar el gordolobo y no lo he encontrado, le comenté sin más.
-Si usted busca alguna planta de aquí, va a la Fabriquilla, al bar «La Estrella» y pregunte por Antonio, padre o hijo, y le dice que va de parte, de la niña del Cabo, que soy yo.
Me puse muy contento, porque por fin podría encontrarme con un entendido que me informara de la situación de un gordolobo del cabo, porque además este mes de junio es tiempo de floración. Aunque la joya de la corona es el dragoncillo del cabo. Os recomiendo ver esta web sobre flora almerienses, donde en la sección de "Galería de endemimos" podéis ver estas dos plantas y sus flores.
Bajé a La Fabriquilla y busqué el bar "La Estrella". Daba la casualidad que por aquí había pasado yo una hora antes, donde estaban los hombres sentados y uno leyendo el periódico, pero no me paré en mirar el nombre del bar. Ahora entré al bar y primero pedí un zumo de melocotón, tenía sed. Mientras me servía el zumo observé que en la pared había dos cuadros enmarcados con los planos de la zona, algo amarillentos y casi ilegibles. En una esquina del mostrador se muestran dos botellas de esas gigantes tipo brindis para los campeones de la Fórmula Uno.
-Me ha mandado la niña del Cabo para que pregunte por Antonio, el dueño del bar.
-Pues es ese que está leyendo el periódico, es mi padre.
Salí a la puerta, y le pregunté al hombre indicado. Había tres hombres más y por lo general, según mi experiencia, cuando hay otros vecinos, la gente suele hablar poco.
-Me manda la niña del Cabo para que le pregunte si sabe donde puedo ver un gordolobo.
-Con ese nombre no le conozco, ustedes tienen unos nombres y nosotros otros.
Le indiqué como era la planta, «es una escrofulariácea, hojas grandes de verde oliva con tallo alto con flores amarillo cadmio…», y la verdad es que no estaba muy dispuesto a hablarme de plantas del Cabo. Así que ante este decir que no la conocía, me di por vendido y saqué la conversación de la pesca deportiva y sus consecuencias en el medio pesquero.
-No, la pesca deportiva no merma el pescao, un anzuelo no hace nada. Son las vacas de arrastre las que rompen los fondos.
-Las puertas… –dijo uno de los hombres con gorra de pescador con ancla en la visera- «…puertas de dos toneladas».
Las puertas, se refiere a una especie de tablas que se hunden hasta el fondo y hacen como de arados.
Luego me acerqué hasta la alberca de entrada de agua marina para los saladares, pero quedan muy lejos en una especie de casilla al final de un promontorio ya arrecife. Como estaba sudoroso me acerqué de nuevo a la habitación de mi hotel, la 107, para darme una ducha no quería ir poco aseado a la entrevista en el Hotel Barceló que la tenía a las una de la tarde. Me duché, y a las 12.30 tomé muy contento el camino de Retamar. Una vez en el Hotel Barceló y apenas llegar al hall, me sonó el teléfono móvil, era Pepe Álvarez, para decirme que me esperaba en el bar del Hotel. La gracia era es que yo estaba a diez metros de él y no nos habíamos visto. Así que una vez reencontrados a la vista subimos en ascensor al tercer piso donde habían instalado una especie de estudio provisional para rodar cerrado con la pretensión del aislamiento de ruidos exteriores. Me hice la foto con Nonio Parejo, una foto para el recuerdo de mi viaje.
Rodaje del día 14, al mediodía, Hotel Barceló, en Retamar
Había preparado en Alicante unos comentarios para le entrevista, que a continuación adjunto, y una síntesis del comentario para leer en la entrevista.
Comentarios: EL ASPECTO LITERARIO DE LA NOVELA SOCIAL RESPECTO A CAMPOS DE NÍJAR.
1) La novela social en el contexto de la literatura española
En realidad todas las novelas son sociales porque tratan de representar una realidad, la realidad del hombre y su condición social en cada época desde El Quijote pasando por La Regenta o el Jinete Polaco. Lo que a nosotros nos interesa estudiar aquí es la que lleva la etiqueta de “Novela social española de la década de los años 50”, novela también llamada “Realismo social”, de “Denuncia” o de “Crítica socio-política” como causa de la dureza de la vida en tiempos franquistas. El apelativo social de la novela o sociológica, implica la acepción de modificar la sociedad a través de la concienciación de los lectores, para erradicar la injusticia social y el abuso de las burguesías dominantes. Campos de Níjar, es una novela social encubierta en un libro de viajes de testimonio documental.
Tras la guerra civil se pueden ver dos corrientes la que corresponde a los que participaron directamente en la contienda, sobre todo de exiliados Ramón Gómez de la Serna, y los excombatientes caso de Camilo José Cela, Miguel Delibes, Zunzunegui… Como algunos eran falangistas, Cela trabajaba como funcionario en el sindicato vertical, de afiliación obligatoria como forma de controlar a los trabajadores, consigue evitar la censura con La familia de Pascual Duarte (1942), que es precursora de la novela social, luego llegará La Colmena (1951), editada en Buenos Aires, censurada en España por su contenido erótico y, está considerada como la novela social que inicia este género, donde nos habla del Madrid de 1942, de miserias y necesidades a través de las anécdotas de unos trescientos personajes. Miguel Delibes Mi idolatrado hijo Sisí (1950); Juan Antonio de Zunzunegui Esta oscura desbandada (1952). Torrente Ballester con la trilogía Los gozos y las sombras (1957-62).
El éxito de estas primeras novelas de posguerra atraen a escritores jóvenes que por edad no habían participado en la contienda pero sí tienen influencias e información de sus familiares directos. Los nuevos autores, muchos de ellos nacidos ya en los años 30, algunos hijos y víctimas inocentes, que habían subido y visto los desastres de la guerra, que son en realidad hijos de la burguesía desencantada, algunos habían hechos fortuna en el estraperlo, falangistas trásfugas, es decir un nuevo pesimismo existencialista ante la angustia de las impotencias y el nacionalcatolicismo del régimen que mantuvo en atraso al pueblo. La Iglesia y el Estado, Franco iba bajo palio en el Concordato de 1953. La Iglesia está más por sus intereses que por los intereses sociales del pueblo.
Tenemos a Luis Romero La noria (1952), sobre arrabales de Barcelona; de Jesús Fernández Santos Los bravos (1954), gentes pueblecito leonés; Juan Goytisolo con Juegos de manos (1954) y La resaca (1958). Encubierta crítica política, llevados por un periodo de desencanto y represión deciden usar la “Novela social” como arma política, porque en aquellos tiempos era muy importante, aunque su eficacia como instrumento de acción de políticas antifranquistas es relativa. Entre las mujeres hay que destacar a Ana María Matute que quedó finalista en el premio Nadal con Luciérnaga en 1949 y la censura prohibió su publicación. Se incorporan Rafael Sánchez Ferlosio El Jarama (1955) (hijo de Sánchez Maza) casado con Carmen Martín Gaite El balneario (1955), o Luis Martín Santos, médico psiquiatra con Tiempo de Silencio (1962). Ignacio Aldecoa El fulgor y la sangre (1954).
El teatro estaba más censurado y controlado porque tenía más capacidad de llegar al público, Buero Vallejo y el teatro de crítica social Historia de una escalera (1949), Las cartas boca abajo y El tragaluz. El teatro social con Alfonso Sastre (Prólogo patético y Escuadra hacia la muerte son prohibidas. Firma con José María de Quinto el Manifiesto del Teatro de Agitación Social (TAS). El cine es de lo más censurado.
La poesía también tiene su tiempo de activismo social de los 50, famoso en la antología de Juan Garcia Hortelano, pero debido a la escasa difusión de la poesía prácticamente no se somete a censura: Ángel González, Caballero Bonald, Francisco Brines, José Ángel Valente…
La obra literaria de los años 50 al 65 adopta una aptitud contraria al régimen franquista, y resulta bastante eficaz como instrumento político, y además tenía mucho éxito. Una de las formas de sortear la censura e imponer su publicación eran los premios, como el Café Gijón, sobre todo el Nadal, ganar este premio suponía la gloria y la fama inmediata.
¿A que se debe el éxito de la novela social? Se debe a que como ha escrito Juan Goytisolo en su ensayo El furgón de cola, corresponde a las lagunas de información por una prensa sometida a la censura y la curiosidad del lector le lleva a informarse del mundo real por medio de estas novelas.
Por ello los autores de estas novelas sociales, se convierten en conciencias que denuncian a través de sus obras la miseria, pobrezas, contrastes... Son considerados como verdaderos agitadores sociales, novelas que serán en muchos casos prohibidas, tema tabú y por ello muy leídas. Es decir, que la novela social se convierte en arma literaria arrojadiza contra el franquismo, para denunciar la injusticia, el abuso de los caciques, los poderes fácticos, y se enmarca dentro del socialismo, que lo que busca en el interés colectivo sobre los particulares, lo que se llama una política de izquierdas. A alguna forma se pone en relación la novela social europea de esa época como Jean Paul Sartre y el existencialismo es humanismo, que denuncia la náusea de un mundo pesimista y caótico. Por ello, Goytisolo que vivía en París desde 1956 y leía, sin duda alguna, a Paul Sartre, pues era amigo de Simone de Beauvoir, la amiga de Sartre, pone en práctica el efecto del drama social, la pobreza y angustia de los personajes que nos hace sentir incómodos, suspendido en el hilo de araña que nos atrapa que, en definitiva, son los desequilibrios sociales de la época.
Campos de Níjar, tiene mucho de existencialismo y parangón con Viaje a la Alcarria, como novelas encubiertas de libros de viajes, que en realidad lo que pretenden es denunciar injusticias, caciquismos, mundos rurales atrasados y marginados. El narrador se mantiene distante y cuenta lo que ve. La salida a la venta de Campos de Níjar en España en 1960 (antes se publicó en Francia 1959) más su relación con exiliados republicanos y en el entorno de PCE en Francia y actividades antifranquistas; la obra de Juan Goytisolo fue prohibida en España en 1963 por el franquismo hasta la muerte del dictador. Con los socialistas es nombrado hijo predilecto de Níjar y vecino de honor de La Chanca; luego, 1998 declarado persona non grata en El Ejido por un artículo en el País «¿Quién te avisto y quien te ve?» en defensa de los inmigrantes en el Ejido.
2) La censura en el franquismo
La censura es un instrumento represor, la primera medida que toma todo régimen dictatorial. El franquismo no lo fue menos, que lo aplicó principalmente y por este orden: al cine, al teatro, la radio, la prensa, y en literatura, la novela, en menor grado la poesía. Los creadores se ven afectados por las medidas restricciones en la libertad creativa que el nuevo régimen lo implantó como medida preventiva de posibles disidencias ideológicas.
Todos los medios de comunicación e información estaban sometidos a la censura. La radio era controlada por Radio Nacional de España, las radios privadas tenían que conectarse cada hora a RNE, para los informativos, en lo que se llamaba el parte, y todos oíamos lo mismo, lo mismo que pasa ahora con los telediarios, informativos que son gemelos. Los partes eran elaborados por el gobierno. Y los guiones radiofónicos revisados para que nada se filtrara que no estuviera controlado evitando consignas y la propagación de ideas subversivas, e impedir que se reorganizaran los movimientos obreros instigados por republicanos ya en la clandestinidad y en el exilio. No querían que se supiera la penosa realidad en España, desde el hambre de posguerra, los racionamientos, los presos políticos, los campos de concentración en Alemania de los republicanos salidos al exilio al final de la guerra civil. Nada se sabía en las ciudades sobre maquis, guerrilla antifranquista, de resistencia huidos a la sierra, o los también llamados bandoleros con los que no se acaban hasta 1952.
El régimen franquista, bajo un control feroz informativo, controla, la vida de los españoles, para evitar cualquier crítica desfavorable al régimen y cualquier evolución del pensamiento liberal o de izquierdas. Hay una concentración absoluta de poder; Franco es Jefe de Estado y Presidente de Gobierno. Hay un control de protección de la moral, pensamiento y religión de los ciudadanos. Esta censura se ejercía a través de los gobernadores civiles de cada provincia, la autoridad a través de la composición de la Junta de Censura, formada desde amas de casa y militares y eclesiásticos y escritores. De todo había. El censor era como un Dios omnipotente.
La propaganda es un arma de las dictaduras. NO-DO, propaganda pura y dura que sostenía el régimen en una información interesada en alabar los avances y no los retrocesos. La prensa estaba sometida a censura para evitar las críticas al régimen, que no se supiera la represión política, sindicalismos libres no había, la huelga estaba prohibida. La radio era un instrumento ideal de propaganda desde la guerra civil con los partes de guerra.
Ley de Prensa de Imprenta (1966) o Ley Fraga supuso un tímido intento aperturista en un régimen que no admitía cambios, fueron arreglos de fachada pero dentro todo seguía igual, un control sobre medios, profesionales y mensajes informativos.
3) Descripción de los personajes en la novela Campos de Níjar.
Los personajes, que aparecen en la novela encubierta como un libro de viajes Campos de Níjar son bocetos, gente pobre y mísera, algunos de ellos sin nombres, les faltan profundidad psicológica y desarrollo. El protagonista es un viajero que viene de Barcelona a Almería en autocar y recorre el campo de Níjar a pie y autostop durante tres días de vacaciones, de quien no sabemos su nombre ni apellidos, y finalizado su viaje. Sale un sábado. Por la forma de narrar en primera persona y lo que cuenta, parece identificarse con el autor se identifica en con el personaje. También en verdad que la novela social se caracteriza por pérdida de lirismo a favor de la información, pretende llegar al público, aunque tiene algunas descripciones muy poéticas. Aquí no hay trama. El viajero cuenta lo que ve y escribe lo que le dicen los nijareños, más la información que el tiene de los libros que haya podido leer.
Los personajes anónimos:
El primer personaje anónimo es el compañero de viaje en el coche de línea de Almería hasta el Alquián con el que habla de agricultura. El segundo es el camionero que le lleva de Rodalquilar a Níjar en la caja del camión junto a otros 8 ó 9 obreros de las minas de oro. El tercero es un hombre bajito, que en Níjar lo mete en su casa y le presenta a Modesta, su mujer embarazada y a sus 4 hijos, uno de ellos es cieguecito. El cuarto es el barbero de Níjar que le recomienda no ir ni a Lucainena ni a Carboneras, sino a Cabo de Gata porque “es más curioso”. El cuarto es un viejo que le da tunas o chumbos que encuentra entre en el camino entre Níjar y Cabo de Gata, aunque luego sabremos, por otro personaje, que le apodan El Tigre y de nombre Rodegario. Aquí se encuentra a unos turistas franceses en un Peugeot 403 que se queda sin agua en el radiador.
Los personajes con nombres:
Tenemos los personajes con nombres concretos. El primero es Sanlúcar, un camionero bigotudo que viene de hacer un viaje de Motril, y como tiene sueño para a su altura y le pregunta que adónde va, el viajero le hace la misma pregunta “¿Y adónde va usted?”. Sube en la cabina y charlan, queda muy bien retratado, sobre todo en el documental de 1984 de Nonio Parejo. En su ignorancia de la grandeza de Barcelona, Sanlúcar le pregunta al viajero si conoce a varios amigos en Barcelona y también a Paco González uno que tiene una cicatriz y descarga carbón en el puerto. Lo deja en Rodalquilar, no le quiere acompañar al bar porque está cansado, sin embargo, le recomienda a otro camionero que irá hasta los Pipaces con 8 ó 9 obreros. Suponemos que los Pipaces se situaban en el cruce con la N-34. Ya que el camión de los mineros tiene que ir a dejar a otros obreros a Aguamarga. Esta última localidad, fue puerto de embarque de mineral de hierro que venía desde Lucainena de las Torres.
Feliciano Gil Yagüe, tiene tracoma en los ojos, es un peón caminero, viudo, que vive en un cortijo cerca de Torre García al que encuentra en el camino a Cabo de Gata. Éste le explica que había la costumbre de ciertos mozos de echarse mostaza y polvillo en los ojos, para libarse del servicio militar.
Victorio Fernández es un mecánico naval y ha venido con un tal Carratalá a reparar el un motor de un pesquero averiado en la había del Cabo de Gata.
Argimiro es el carretero que el lleva de Cabo de Gata al cortijo Nazarenos en el carro. Chismorrea sobre el lío de faldas del patrón de la fonda de Cabo de Gata con la sueca acampada en una playa, cerca del Cabo. También habla sobre un accidente de moto de los que iban de noche a algún baile a los cortijos.
Otro de los personajes importantes de la novela es don Ambrosio, propietario de terrenos en los escullos y la Isleta, cacique, dice que es castellano de Valladolid. Viste traje y conduce un coche, pasan por el cuartel de los Escullos donde el cabo de la guardia civil que se llama Elpidio, le pide una recomendación salir del cuartel de los Escullos. Pasan por La Isleta del Moro saludan a los hombres y reparte caramelos a los niños, un tal Juan le pide prestado una casilla por dos meses, y don Ambrosio se lo niega y le dice que ya se lo comunicará por carta. Don Ambrosio y el viajero se comen unas gachas con vino en casa de un tal Joaquín. Salen de la Isleta de regreso a Níjar, y en el capítulo IX, don Ambrosio le explica que los almerienses “no son como nosotros, porque no dicen las cosas a la cara”. Mantienen una larga conversación paran en los Nietos. Lo deja en el cruce de Níjar con las Negras.
A media hora escasa de camino llega nuestro viajero a Fernán Pérez, pasa por las Hortichuelas y llega a Las Negras. Aquí se le presenta un tan Juan Gómez, que le conocía de haber ido con él en la caja del camión que le llevo de Rodalquilar a Los Pipaces. En la taberna tendrá ocasión de hablar con el brigada de las Negras y con un hombrecillo que parece en pedáneo por al forma de hablar. Asiste al duelo de un entierro de un chico que por despecho amoroso se muere, asiste al entierro y cosa inusual cae una tormenta y la gente sale en desbandada. Juan Gómez se emborracha y se quiere ir con el viajero, pero el viajero se quita de en medio con un motorista que lo deja en el cruce de Níjar San José, seguramente N-344. Monta en el coche de líneas y se va a Carboneras, pide un litro de vino en una taberna, encuentra a dos hombres uno es aguador y el otro apareaba carros. Pasa toda la tarde vagando por el pueblo y se tiende en la arena de la playa, uno niños se le acercan y creen que está muerto.
Se sabe cómo pero en el último capítulo, el viajero aparece de nuevo en Almería, dice que ha estado 36 horas vagando, son más horas si se cuentan.
La guardia civil y el cura aparecen por todas partes, los civiles dan la sensación de una presencia misteriosa casi fantasmal de un tercer ojo que le vigilan.
4) Como se vincula la realidad social en el relato.
El lector se enterará de los problemas de las gentes y de la región, su propósito está cumplido, como se ha dicho es denunciar la pobreza en que se encuentran: apatía, conformismo, miseria, incapacidad para salir de la situación si no es con la emigración. Un lenguaje llano y directo sin virtuosismos literarios, aunque encuentro cierta poesía en algunas descripciones.
La realidad social de los almerienses de los años 60, se retratan aquí desde el punto de vista de la ignorancia, la tristeza, la pobreza y la miseria, mineros harapientos que por contraste trabajan en las minas de oro de Rodalquilar, gitanos en burros, pescadores y las ganas de emigrar a Cataluña y de buscar una vida mejor porque aquí era imposible. Niños flacos, morenos del sur, alguno con bocio, ciegos, tracoma y enfermedades y de ahí hasta que un joven muere por desamor en Las Negras. Nos describe los bellísimos paisajes del Cabo y de las tierras resecas de cantizales y de pitas o sisales. Retrata la parte social negativa de Almería, porque no todo el mundo vivía así. Pero Goytisolo busca en la novela social, la critica, la oportunidad de denunciar las injusticias sociales en tiempos del régimen franquista como una forma arma política.
Dice Goytisolo en la novela la patria chica puede elegirse, a él le gusta la claridad de este cielo y de este mar, la visitaba cada año, estuvo en un varios viajes, uno en 1959, se le sirve para escribir la novela. Lo que sí hay que tener muy en cuenta es que este tipo de libros podían meterte en la cárcel como agitador y aplicarte el ley de Orden Público por delitos contra la seguridad del Estado, por ello, Goytisolo demuestra cierto valor, ahora testimonial de un pasado que no podemos ni debemos olvidar como puente al futuro, y más aun cuando esta novela pasa al cine y a la televisión como un documental, el de Nonio Parejo en 1984, que es una verdadera obra artística documentalista.
Síntesis para entrevista sobre la novela Campos de Níjar
Aquí muestro la síntesis que preparé para la entrevista:
Por Ramón Fernández Palmeral
Campos de Níjar es una novela social encubierta en un libro de viajes de testimonio documental para eludir la censura de la época. En realidad todas las novelas son sociales porque tratan de representar una realidad: la realidad del hombre y su condición social en cada época, desde El Quijote a La Regenta pasando por El Jinete Polaco de mi amigoAntonio Muñoz Molina. Campos de Níjar debería incluirse en la categoría de “Novela social española”, también llamada de “Realismo social”, de “Crítica sociopolítica” como denuncia de la dureza de la vida en tiempos del franquismo. Un libro que se propone modificar la sociedad a través de la concienciación de los lectores, para erradicar la injusticia social y el abuso de poder de la burguesía dominante.
Los personajes que aparecen en la novela apenas están perfilados, les falta profundidad psicológica y desarrollo, son gente pobre y mísera, algunos de ellos no tienen nombre. El protagonista es un viajero que nos cuenta que viene de Barcelona a pasar diez días de vacaciones, y que recorrerá el campo de Níjar a pie y haciendo autostop. De él no sabemos su nombre. Por la forma de narrar en primera persona y lo que nos cuenta, parece que el autor se proyecta en el protagonista. El estilo es llano y directo y muy buenas descripciones; también es verdad, que la novela social se caracterizaba por la pérdida de lirismo en favor de la información, para ser más cercana al público. La trama es mínima. El viajero describe lo que ve en un paisaje desértico de frágil belleza, y, esporádicamente, nos cuenta las historias que oye de la gente del pueblo, más la información que él tiene de los libros que ha leído.
El propósito de estas novelas sociales, desde la indignación moral, era el de denunciar las condiciones infrahumanas en que vivían sus personajes: trabajo duro, conformismo, miseria, incapacidad para salir de la situación penosa en que se encontraban, como una forma de incitar al pueblo a que se levantara, por sí solo, contra la tiranía.
La realidad social de los almerienses de los años 60, se retrata desde el punto de vista de los sin tierra, mineros harapientos que, irónicamente, trabajan en las minas de oro de Rodalquilar, gitanos en burro, niños flacos y enfermos, pescadores..., muchos de ellos con ganas de emigrar a Francia o a Cataluña, en busca de una vida mejor porque allí era difícil vivir. Nos describe los bellísimos paisajes del Cabo de Gata con sus tierras áridas de cantizales y su vegetación de esparto, pitas y chumberas. Retrata la parte negativa de Almería, porque no todo el mundo vivía así. Goytisolo busca la novela social crítica para denunciar la triste vida de los nijareños en tiempos del régimen franquista, quizás como una forma de arma política.
Lo que sí hay que tener muy en cuenta es que este tipo de libro-testimonio crítico podía meter a su autor en la cárcel, acusado de agitador en aplicación de la Ley de Orden Público. Por ello, Goytisolo demuestra cierta valentía, porque, de hecho, la novela fue prohibida en 1963.
Tarde del día 14 de junio
Terminado el rodaje de mí entrevista ya cerca de las tres de la tarde, la verdad, es que estuve casi dos horas hablando sin parar, y ya tenía las pilas gastadas, quizás por la intensidad en la concentración para no equivocarme demasiado. Esto del cine y de la televisión es agotador no por el acto físico sino por la intensidad, y eso que a no mí me coarta hablar ante a una cárama o ante el público porque he recitado y hablado mucho ante un auditorio. Finalizada mi intervención bajamos al bar a tomar una cerveza. Yo pedí una sin alcohol porque pensaba conducir por la tarde.
Después le pregunté a Nonio que cuándo saldría el documental, «sobre septiembre, ya te avisaré y te mandaré un CD«, me dijo. Esto de rodar tiene muchos contratiempos, es muy ajetreado, no hay tiempo ni para comer, ni para descansar. Hablamos de muchas cosas y proyectos futuros. Pero es que lo del montaje, imagino que debe ser más pesado.
-Por que no nos vamos a comer a San José.
-Si vamos a San José, nos liamos y perdemos la tarde -apuntó Pepe Álvarez-, esta tarde tenemos que seguir con las entrevistas, vinene el alcalde de Níjar y seguramente que comeremos en la barra de algún bar a toda prisa.
La verdad es que me hubiera gustado comer con ellos, porque toda comida tiene momentos distendidos en los que se hablan de proyectos. Y he de reconocer que ellos estaban allí para trabajar y sacar su documental adelante.
Las despedidas de un grupo de trabajo son siempre como saltar al otro lado de una tapia: una incertidumbre, y una suerte de caer bien. Uno no sabe, quizás por desconfianza en uno mismo, si los proyectos continuarán firmemente o todo se queda en eso, en proyectos foscos, en un borrador a la deriva de decisiones en los despachos. Creo que nuestro tiempo de trabajo, fue demasiado corto, como para creer en una amistad, pero yo soy de los que creen en el trabajo y no en las recomendaciones, si el trabajo interesa a algunos, ellos te buscarán. Y es que las personas con un gran mundo interior nos ilusionamos con casi nada. Sembramos proyectos para hacer algo sobre Miguel Hernández en Andalucía.
Con cierta e inexplicable pesadumbre, no sé muy bien el porqué, tomé el coche y me fui a comer al restaurante “El Emigrante” en San José, que regenta Ramón, un amigo de cuando yo vivía aquí, lo conocía desde que era un niño y ya está casado, su padre fue el que montó el negocio. Cuando bajé del coche compré en el kiosco "La Voz de Almería", para luego, con más tiempo hojearla e informarme de las citas de los políticos almerienses. También tuve la suerte de encontrarme dentro del restaurante con Antonio, que fue pedáneo de San José y buen amigo de confianza. Le di el pésame por la muerte de su padre Pepe el albañil, que tenía bar y fonda en otros tiempos, cerca de la iglesia, lo vi en el la página Web de El Parque Natural del Gabo de Gata, donde tuvieron la idea de recoger los testimonios de los viejos del parque. Falleció este año con 93 años de edad, era un buen hombre de mucha sabiduría q.e.p.d.. Yo había charlado muchas veces con él, fue quien me contó que el cuartel de Loma Pelada se hizo llevando los materiales en barca y después en mular hasta arriba del acantilado. Quien ordenó hacer este cuartel aquí debía ser un animal, un salvaje que no pensó en el acomodo de los carabineros. Al menos el cuartel de los Escullos donde don Amador el cabo Elpidio, tuvieron una entrevista en la página 94-96 de la novela de Campos de Níjar. Otro cuartel de castigo fue el que estaba en el Plomo.
Antonio se quedó a mi lado mientras yo comía, y afablemente mantuvimos una conversación sobre los antiguos vecinos. Me dijo que también se había muerto Frasquito, el del supermercado. Lástima buen hombre. Uno se cree que las cosas siguen igual que como uno las cree recordar.
Pedí a Ramón que me pusiera una ensalada y pescado fresco de la bahía. Se lo dejé a su elección. Me trajo un plato grande de salmonetes y vaquillas con patatas fritas. Este pescado tiene un olor y un sabor único por los limpios algueros de la zona, incluso, los entendidos dicen que el pescado de aquí sabe mejor que el del Cabo de Gata, y no hablemos ya de los grandes meros que se sacaron aquí, me dijo Antonio que los había visto hasta de 35 kilos, que ya son meros. Los meros que pescaban los submarinistas se vendían en casa Pedro de la plaza Purchena de Almería a muy buen precio. Acabé con un postre de una tarta al whisky y luego pagué un precio de amigo. Desde luego que me mereció la pena venir.
-Bueno y que te trae por aquí -me pregunto Antonio.
-Pues he venido a rodar un reportaje para la televisión sobre el viaje de Juan Goytilo a Níjar.
-Hombre, sabes que Juan Goytiolo estuvo hospedado en la fonda que tenía mi padre aquí en San José, por la Calilla. Que estuvo durmiendo aquí no lo cuenta en su libro, sin embargo, escribió que durmió en Níjar. Además yo tengo un ejemplar de la primera edición.
No me extraña que tuviera una edición de Campos de Níjar, porque yo creo, que todo nijareño culto lo ha leído.
-Tú te acuerdas –le pregunté a Antonio- de Casimiro Pérez, el novio del caso del cortijo de los Frailes que vivió aquí en San José, se casó con Josefa Segura.
-Pues claro que sí, vino a trabajar para don José Montoya, ya se murió con 92 años, vivía en la casilla que hay subiendo a Los Genoveses a la derecha, las cuevecillas le llaman. Y ese chico que está ahí -dijo señalando a un camarero- es su nieto…
Me quedé con ganas de hablar con el chico, solamente por curiosidad o por morbo literario, pero me retuve, no tuve valor.
-…Ellos no quieren saber nada de algo –admitió Antonio- que pasó hace ya 80 años, y que mantiene viva la obra de Lorca y Carmen de Burgos. Incluso te digo más una vez vinieron a entrevistar a Casimiro y no quiso hablar y eso que le pagaban bien.
Después de comer me quedé en la sobremesa viendo el partido de los mundiales entre Ecuador-Costa Rica, acabó 3 a 0.
Me acerque a Genoveses pasando por la puerta de la iglesia de San José que la están ampliando, tomé a la derecha ancho carril sin asfaltar, tiene tanto tráfico que esto parece Benidorm. Coches y más coches por el polverío que van a las playa. En lo alto de la loma que acerqué hasta el molino de viento de los Genoveses, ahora no conserva nada en su interior, cuando yo lo conocí conservaba la maquinaria, no sé que ha sido de ella, cerca hay los restos de un cortijo, no sé cómo podían vivir aquí las personas porque siembre hay viento. Desde aquí se ve el morrón de Genoveses, y en la rada cuatro yates anclados. El cortijo de Genoveses, pero oculto el del Romeral, el cortijo de don José Montoya donde estuve hace ya muchos años. Bajé con intención de llegar hasta la playa, por el antiguo camino de los nopales, una de las plantaciones más extensas que yo haya visto; sin embargo, el antiguo camino tienen una verja y no se puede pasar. Seguí camino hasta un gran aparcamiento de coche, había casi unos trescientos coches, de allí salió un todo terreno de la Guardia Civil. Este aparcamiento es nuevo, hace veinte años no estaba, ahora hay que andar, y como eso de andar no va conmigo me di la vuelta y regresé a San José, pasé por la puerta de la escuela en la que estuvo de maestro don Alberto Rivas.
Desde allí fue a los Escullos pasando por El Pozo de los Frailes, La Fuentecilla, cortijo del molino y la Presillas Bajas, desde aquí ya se ve la mole del castillo de san Felipe, las casas Hostal Pedro y la discoteca El Chamán. Casa Emilio fue otro restaurante que ya no está, una pena, era buen hombre. Di la vuelta en la playa del embarcadero, se llama así porque aquí llegaban barcazas y unas veces venía a por esparto y otras a por adoquines que sacaban de las canteras de los Frailes (493 metros), aún se ven en lo alto las canteras, y sospecho que la única forma de bajar los adoquines debía ser a lomos de mulas. Todo este valle de vida primitiva, donde se ven algunas palmeras se llama de La Noria. Persisten las empenachadas copas de algunas palmeral. La playa del Arco ha sido preparada para los turistas, aquí la erosión del viento ha esculpido las rocas volcánicas y ha con seguido formaciones caprichosas de cabezas de fantasmas.
La carretera curvea hasta La Isleta, una barriada frente a un peñón/isla, que fue refugio de berberiscos. La playa de Peñón Blanco queda a la derecha, había algunos bañistas secándose al sol como la melva. Mi Isleta se la han cargado las urbanizaciones, una de ellas hasta tiene campo de tenis, ¡asómbrate! Ramón, me dije con cierto estupor, y es que a uno se le quitan las ganas de ver las huellas del progreso urbanístico en esta zona a la que yo consideraba mi Arcadia. Y siento en mis entrañas como si me hubieran robado el paisaje. El la plaza de la Isleta, frente a la capilla, aun pervive el lavadero público, una máquina excavadora hace una zanja para llegar alguna tubería a la playa. Subí al bar del Club Municipal de la 3º Edad que regenta Juan Vergel, el hermano de Antonia, mujer de mi amigo/hermano Joaquín que nació el mismo día del mismo mes y año que yo, casualidades de la vida y de los números. Me acerqué al varadero para recordar los tiempos felices en que salíamos a pescar el besugo las noches de luna llena con el bote de Joaquín, era de madera y muy marinero, tenía un motor de gasoil de dos tiempos. Al contemplar los botes tendido al sol, el torno con que se salvaban los botes, las redes, y las artes de pesca, se entraron ganas de llorar de nostalgia. Aquí, en las últimas casas vivía Hilario con su madre, él fue guardia civil, al poco de jubilarse se murió. Pasé por la pequeña explanación, frente a la escollera, por donde está la casa de los Chinorros, con una pena que me encogía el corazón, porque yo he perdido a la Isleta de mis recuerdos, y ahora tengo otro mundo. Aquí está el Hostal La Isleta del Moro, que construyó Antonio Hernández, padre, tenía una huerta cerca de las cuevecillas encima de la carretera, y cuando era el tiempo de las habas las comíamos con melva y vino.
Como no podía soportar la angustia, salí a todo trapo, el mar me decía adiós con sus dedos de olas, ya cerca del peñón donde un grupo de niños jugaba a mojarse. Me acerqué hasta Rodalquilar pasando muy cerca de la playa de los Pinos, el Mirador de la Amatista, un bellísimo paraje desértico. El mar debajo del acantilado un color entre azul y violeta, el día acompaña a una buena vistas. Rodalquilar tuvo minas de oro, ahora el oro es el turismo, al últimas excavaciones se cerraron en 1990. La casas de estilo británico, estas casi todas caídas al suelo como fichas de dominó, y algunas las están rehabilitando. Subí hasta la iglesia cuya torre tiene arriba tres arcos, se encuentra en muy malas condiciones. Detrás esta la Oficina de Administración del Parque natural, casa de Exposiciones.
Frente a la iglesia un poco abandonada han abierto un punto de Información. Entré a la exposición donde se mostraban fotografías antiguas de las minas de oro, los mineros, las vagonetas, los camiones, los molinos, y vi la de Franco cuando vino aquí en 1 mayo de 1956 para inaugurar la planta de cianurización Denver, acompañados de numerosos séquito. En estas minas se encontró la rodalquilita, un mineral nuevo. En 1958 estuvo de visita su Alteza Real Juan Carlos, Príncipe de Asturias con uniforme de la Marina. Saliendo de la sala de exposiciones, nos encontramos una sala mesa conde se muestran libros a la venta. Libros y publicaciones sobre el Cabo de Gata. Me asombró ver tantos libros, no creí que hubiera tanta diversidad y tan buenos. Yo compré Rodalquilar Historia Económica de Francisco Hernández Ortiz, G.B.G, de Barcelona 2005. Me hubiera quedado los libros sobre castillos y torres vigía, sobre la flora y fauna del Parque Natural de Cabo. No vi libros de Carlos de Arce titulado "El crimen de Níjar. El origen de Bodas de Sangre" (Editorial SEUBA), que cuenta con todo detalle y documentadísimo los hechos ocurridos el 23 de julio de 1928. Si había obras literarias como la vida y obra de Carmen de Burgos, Colombine, escritora que vivió aquí de niña, y es autora entre otros libro de Puñal del claveles. Y Boda de Sangre, en editorial Cátedra, ambos obras basadas en los sucesos del Cortijo del Fraile, la noticia le leyó Garcia Lorca en "El Defensor de Granada" en el verano de 1928 y guardó los recortes de prensa. Este triste suceso del asesinato de Paco Montes, que se fugó con Paca Cañadas, una novia que se iba a casar en la madrugada del día siguiente con Casimiro Pérez en la iglesia de Fernán Pérez, ha dado para rellenar muchas páginas literarias y arte flamenco, alimentando así la leyenda trágica del Parque. En una de las mesas del punto de Información recogí una revista de distribución gratuita “Almería Verde”, donde hay un artículo de Carla Salación (pág.8-9), donde nos informa que “El teatro Nacional de Oslo estrenó el pasado 24 de marzo [2006] “Bodas de sangre”, de Federico García Lorca, en una versión inspirada en el arte flamenco e interpretada en nynorsk, la lengua de la Noruega rural”. En este mis artículo, nos expone Carla Salacín que Federico Garcia Lorca conoció la noticia del suceso de Níjar en las páginas del ABC de 25 de julio de 1928, guardó los recortes y no fue a hasta 1933, cuando publicó su tres tragedias rurales. No creo que Lorca esperara tanto tiempo para publicar su obra. En la obra de Lorca se cambia el orden de los acontecimientos, donde el crimen ocurre después de la boda con dos víctimas.
El mostrador de la oficina de Información lo atendía una chica joven, alta y morena, con la que estuve hablando tras pagar los 10 € de mis libros. Seguidamente tomé la calle hacia la rambla, las casas de estilo británico parece que algunas despiertan a las reconstrucción. Paré a tomar una tónica en el bar del Restaurante Crisol. El camarero era un barbudo, con barba cuidada y almidonada abierta en dos fases como la de Moisés, tenía una canas largas como reflejos de una divinidad. Había varias hombres viendo el partido Inglaterra-Tobago, 1 a O, casi en el último minuto. La barra estaba muy animada, también había varias mujeres a la mesa.
-Como corren los de Tobago –insinuó el camarero
-El fútbol no sólo es correr –añadí yo aunque el comentario no fue conmigo-, hay que pensar, por eso el fútbol tienen pocos casos de doping, si un futbolista de dopa para correr a la larga no vale para nada.
Le pregunté al camarero barbudo si era de Rodalquilar y si conocía a una amiga mí, al que le di el nombre, me dijo que sí la conocía, pero que solamente venía en verano.
Fui a Las Negras, hasta la playa, entré por el carril de la izquierda donde aparece un fortín de cemento de la guerra civil al que le han puesto una puerta metálica y seguramente usa algún vecino como trastero o cabaña. Desde aquí el oleaje viene de levante, la playa muestra su arco de ballesta muy cerrado por un acantilado brusco, alto, volcánico, de piedras negras como el carbón, de aquí el viene el nombre a este poblado. Por aquí había una cueva submarina, que según me contó una vez un pesador, habiataba un pez muy grande, desconocido, parecido a un mero, pero no era un mero. La gente que vi aquí viste muy hyppi, algunas chicas pasean por la calle en bikiny. Las Negras nos deja ver una plaza pequeña junto al mar, aparecen grupos apartamentos uniformes y ya antiguos. Tiene dos torres, una de ellas posiblemente sea de nueva construcción.
Subí al interior del valle de las Hortichuelas Bajas, tiene poco que ver, entre también en Hortichuelas Altas, es el doble de grande, le gente se me quedaba mirando como preguntado por donde se ha medio de este despistado. Continué la carretera y llegué a Fernán Pérez, paré, hice las fotos a un acueducto. Me desvié para Albaricoques, en el camino que sorprendió una mancha verde oliva, eran plantones de olivos silvestres y ornamentales, debido a su proximidad unos de otros, demasiado juntos, alineados, calculo que podía haber unas 30 o 40 hectáreas. La carretera de Albaricoques al cruce de los Nietos es como un gran invernadero, un mar de plástico como los campos del Ejido. No sé de dónde sacan tanta agua. El sol de la tarde se había ocultado entre nubes de calina, la luz anaranjada permitía hacer unas fotografías frontales. En el Barranquete, tomé hasta la estación de servicios del kilómetro 21, vuelta a Cabo de Gata. Los Amoladeras, bajé para tomar unas fotos, olía a manzanilla silvestres, una oruga caminaba por el tallo de una planta, la temperatura de la tarde era la del cuerpo humano, los sisales secos muestras pitacos con sus ramas que parecen bracitos de bailarinas de ballet. Desvió de Ruescas en Rambla Morales y Hotel las Salinas.
Una velada en el Hotel Las Salinas
Al pasar por Pujaire recordé el posible accidente de la noche anterior y no adelanté a ningún vehículo hasta llegar al pueblo de Cabo de Gata, eran las nueve de la noche y la luz del día se marchó con mucho cuidado como quien se marcha por una afilada esquina sin decir hasta mañana, o eso espero siempre, que llegue el amanecer rotundo y certero, solemne, implacable, terca de rayos solares.
Desde le pueblo de Cabo de Gata fui al Hotel las Salinas, ya no me sorprendió la torre de la iglesia, que seguía allí oculta en la oscuridad de la noche como un fantasma al acecho, en medio del llano de las marismas.
Aparqué en una de las calles aledañas al hotel, y me dirigí al restaurante, tenía que cenar, el hambre a las 9 de la noche se había apoderado de mi voluntad y me dominaba el estómago como un puñetazo que te obligan a cantar no una jota, sino a cantar que tú eres el culpables de todas los desastres del mundo, o pensé que sería capaz de confesarlo a cambio de un bocadillo, aunque fuera de potaje de garbanzos.
Cuando llegué a la barra le pregunté al camarero, un hombre joven, la primera vez que le veía, si se podía cenar, me respondió que sí, que podía pedir la carta, pero yo prefería cenar informalmente, en el ambiente del bar, y le pedí si me podía poner un plato de lomo a la plancha, a eso que uno de los hombres que estaba allí dijo “ponle una ración de carne con tomate”, me llamó la atención que se siendo cliente se metiera en una conversación privada, pero estamos en Almería y esto es Hollywood. Pedí también una caña de cerveza.
Una camarera/cocinera, simpática y bien parecida con el pelo corto, color rubio caoba vigilando la onda de su flequillo, me trajo los cubiertos y un plato de carne con tomate. Y cuando lo probé noté que esta carne con tomate estaba muy bien cocinada, sin pellejos, sin que se viera el pimiento ni la cebolla y además desprendía un sabor a tomillo. Cuando llegó otra vez la mujer para traerme el pan, le dije:
-Esta carne está muy buena, tiene gusto a tomillo.
-Sí que lo tienen pero la receta no se la voy a dar –dijo en broma y se medio de nuevo en la cocina.
Mientras comía estuve analizando la carne, era un lomo muy tierno, esta especialidad de carne con tomate tiene sus problemas de acidez cuando nos e sabe hacer, y no todo el mundo lo haber hacer, ya que si se cuece la carne con el tomate sale ácida y se pone dura que bota ella sola. A mí me enseñaron a freír la carne con tomate muy mal, se salvaba porque luego cogía el refrito y lo pasaba por la batidora con unas almendras fritas.
Cuando estaba terminando mi plato, algo debió de decir la mujer en la cocina, se acercó el cliente que me recomendó el plato, no era ni más ni menos que el cocinero que esta tomándose una copa como un cliente más.
-¿Está buena la carne…?
Sí que lo está, tienen un punto de tomillo muy bueno.
-Es que el tomillo que le pongo lo cultivo en el jardín, ahí fuera, y esta muy fresco.
-Sí, puede ser, pero además tiene algo más, y me tienes que dar la receta, porque está como nunca lo había probado yo antes.
-Pues es muy sencillo, se refríe primero la carne con la cebolla muy lentamente, luego se le echan los tomates arrugaos, su pimiento y ya está.
-Y qué son los pimientos arrugaos –le pregunté porque no lo sabía.
-Los pimientos arrugaos son los mejores que se crían en los invernaderos almerienses.
-¿Pero y el pellejo del tomate, no se le nota, es que los pelas?
-No, todo el refrito lo paso por el chino, y es todo?
-Claro, yo lo que hago es pasarlo por la batidora, y no es lo mismo, claro, ahora me doy cuenta el secreto está en pasarlo por el chino.
El cocinero era un hombre dado a la conversación, me estuvo contando que él tenía varios premios de cocina, y me los enseñó colgados en la pared, entre ellos una medalla que la habían dado en Segovia, aunque me dijo que él empezó en la repostería, ye ha confitado postres con trufa que se traía cuando iba a Andorra. Otra de sus especialidades son las crestas de gallo que tienen mucho trabajo, y además de caras hay que encargarlas. Le vine a decir que los mérito de toda cocina es sacar grandes platos con los recursos más humildes y de temporada.
Terminado mi plato, no dejé nada, casi rebañado con vergüenza, pero no me importaba. Me acerqué a la barra para charlar un rato porque solamente eran las diez y media. Pedí un Cuantreau con hielo. Me lo sirvieron en una copa de brandy grande. Y junto al cocinero que tomaba Whisky con Fanta, tocamos el tema del pescado de la bahía de Almería y las diferencias con las del Cabo de Gata. “Por aquí uno de los mejores es el mero, aunque como queda poco se sustituye por la cherna que al fin y al cabo es lo mismo, también el pargo que se confunde muy bien con al sargo, sin embargo las espinas son diferentes, aunque de los que más precio tiene es el salmonete de roca grande de bigotes, pero el rey, el verdadero rey de esta parte es el galán, que es un pescado de temporada finísimo y muy apreciado la cocina. También me explicó los secretos de la fritura andaluza.
Si hay algo que me gusta, es hablar de cocina, aunque no soy un gran gourmet, sí me gusta estar al canto del canal Cocina, y cocinar algunos platos, como el arroz caldoso con conejo y hebras de azafrán a la leña.
A las once y pico, tomé la cama con gran devoción de sábanas, y con un recuerdo de platos y frituras, y la sensación de haber aprendido algo de gastronomía.
Mañana del día 15.
Desperté a eso de las seis y media de la mañana, había dormido muy bien y no tenía pesadez de la carne con tomate lo cual demostraba que estaba muy bien cocida y hecha. A las siete de la mañana abrí la puerta de la terraza y salí fuera, el día empezaba a clarear, hacia fresco, colgada del cielo había una luna creciente, limpia como nunca la había visto, las sierras como dentaduras se oscurecía, un cortijo, el relente de la noche se notaba en las sillas de plástico. Silencio. Media luna estaba aparecía como única lámpara en el cielo.
Desayuné, pagué la cuenta 92 euros, muy buen precio.
-¿Quién es Manuel Morales, que pinta tan bien?.
-Soy yo.
-Pues te digo que tienes estilo propio que ya es mucho ¿Eres autodidacta?
-Bueno yo estudié en la escuela de Bellas Artes de Almería. Pero ya yo pinto, no tengo tiempo, el trabajo del hotel me adsorbe.
-Yo creo que deberías pintar, porque la pintura relaja mucho y distrae la mente, es muy relajante. Pero sobre todo busca tu estilo, pinta cosas del Cabo, que la gente diga este es el pintor del Cabo de Gata, porque el espectador necesita referencias, para orientarse. Ese cuadro de la sirena en el arrecife del mismo nombre es muy original y muy bueno, me gustó.
-Si que me gustaría, pero no puedo.
-Tienes que organizarte. Buscar unas horas para pintar, coger el caballete y al campo, que es donde se aprende y se valoran los colores, volver a pintar de la naturaleza.
Me despedí de Manuel Morales, diciéndole que me había gustado mucho el hotel, que yo tenía ganas de buscar un hotel tranquilo, limpio y que fuera familiar. Tomé el coche dirección al pueblo de Cabo de Gata de regreso a Alicante. Al pasar por la iglesia de la Almadraba, me detuve, como se encuentra en el plano de la marisma, impresiona su altura, porque nos presenta su volumen vertical más grandioso, formidable, cúbico, además se haya sobre una especie de plataforma. El perímetro se encuentra vallado. Tiene campanario y dos vanos circulares, la puerta tienen una arcada de tres arcos y sobre los arcos una especie de terraza con balaustrada o celosía. No está blanqueada y presenta un aspecto deplorable.
Cuando dejé el coche en frente de una casa, vi a una mujer que encalaba un poyete, me acerqué a elle.
-Buenos días, perdone mi curiosidad, pero esta iglesia funciona todavía, está que da pena.
-Esta iglesia la vendió los dueños de la salinera a un particular por veinte mil duros hace quince o veinte años, y ahí está que se cae, por dentro es muy bonita, los vecinos nos gastamos un dineral en arreglarla. No se celebra misa porque la han declarado en ruinas.
Esta iglesia, es un hito, uno de los símbolos que identifica el Parque Natural de Cabo de Gata. Aparece en la portada de la revista Almería Verdes del número 2, mayo 2006, nos dice el titular: “Aetosal, representada por Fernando Alonso (Grupo j-126), adquirió la finca a finales de los noventa y ahora intenta llegar a un acuerdo con el Ayuntamiento de Almería para venderla o permutarla. Por su parte el Obispado, que nunca ha realizado mantenimiento alguno del edifico, reclama su posesión, la humedad y el tiempo siguen destruyendo un edifico por el que durante un siglo nadie se ha preocupado” Dice el artículo, que no está firmado, “La última homilía tuvo lugar en la navidad del 2004”. Esta iglesia se construyó en 1907 por la Unión Salinera Española. En 1989 La Unión Salinera fue adsorbida por la Compañía de capital belga, Solvay y después en 1996 (CSME), sin embargo, Aetosal la compro a la compañía norteamericana Richard Norton. Aetosa, quien tiene la escritura, quiere vendérsela al Ayuntamiento de Almería aprovechando el plan de Dinamización Turística del Parque, pero el Obispado dice que el templo es suyo. Y en este tira y afloja la iglesia de viene abajo.
Salí dirección de la explanación de la iglesia de las Salinas, para tomar camino de Níjar, las barcas varadas dormían aún sobre la arena del rebalaje, en las lagunas de las marismas no vi un solo vuelo de flamencos. Hay un observatorio a 250 metros, pero no entré. Pasé una vez más por el pueblo de Cabo de Gata, Pujaire, Ruescas hasta el cortijo de El Nazareno, por allí subí hasta llegar a Níjar, que mostraba su blancas casas, sobre bancales incultos, y encima como un palomar Huebro y sus secretos. Por la calle Real entré en una tienda de cerámica y compré unos ceniceros con decorados típicamente nijareños, de tradición árabe. En las puertas y fachadas se mostraban, colgados, cenachos de esparto y cestos de esparto fino de peine que sirven como hueveras, esta forma ya casi no la sabe hacer nadie. Dentro, el joven dependiente me mostró al talle, los pinceles, los caolines, los tornos. La cerámica de Níjar es muy barata para la riqueza artesanal que muestran sus alfareros.
Salí de la calle Real, torcí a la derecha y bajé por la calle Federico garcía Lorca, uno de las más principales, larga, con aceras en la que se plantan ficus, cuidadosamente circulares como los del paseo de Almería
En una gasolinera llené el depósito de gasoil y lavé el coche, porque tenía dos dedos de polvo de tanto camino de tierra en los que había entrado y salido por el campo de Níjar. Me desvié hacia “el pueblo”, hacia Carboneras por la N-341 y luego a la derecha hacia Agua Amarga ya cerca de la costa. Anuncia la vegetación y las palmeras de un oasis. Subía a la punta de Mesa Roldán, quizás uno de los miradores más sublime, asombroso, majestuoso, inolvidable de toda la costa del Mediterráneo. Hay una cantera ya abandonada, casi como un cráter grandes dimensiones, al final de la carretera hay un faro de señalización marítima, radar y a la derecha en lo alto de un otero el castillo de Mesa Roldán, construido en 1766 sobre otro árabe. Desde aquí, al borde del acantilado se ve la longitud inmedible, extensa, agreste, recalcinada, negruzca de la costa norte y sur: Punta los Muertos, playas del Plomo, Agua Amarga, los valles desérticos de Sierra Alhamilla, Lucainena hasta donde la vista humana puede alcanzar sin perder su poder de luz. Aguamarga fue un puerto de embargue del mineral de hierro que venía desde Lucainena.
Bajé a Carboneras. La existencia de Carboneras se sitúa en torno al siglo XVII por raíz de la construcción del Castillo de San Andrés y la consiguiente distribución de tierras de labor a los soldados, así como a la creación de una almadraba. Todo ello por iniciativa del Marqués de Carpio don Diego Lope de Haro y Sotomayor. Lo primero que nos muestra es la chimenea de su Central Térmica, la isla de San Andrés, en esta playa lloró de indignación y rabia por la miseria de los años 50, el personaje de la novela de Juan Goytisolo, Campos de Níjar. Pasado Carboneras el famoso y nefasto gigante blanco del Hotel el Algarrobico, subiendo por la carretera encuentro un letrero en amarillo que nos dice: «Hotel Legal 100X100». Según el constructor Azata del Sol es legal porque le dieron todo los permisos pertinentes, pero es ilegal, porque no se puede construir ese monstruo en el Parque Natural, Parque que llega hasta el mirador de la Granadilla desde 1994, fecha en que se amplió. La Comisión Europea abrió en abril un expediente contra España por permitir la construcción de este macro proyecto urbanístico, en el término municipal de Carboneras, entre ellos un hotel de más de 20 pisos y de cuatro estrellas dentro de la Zona Marítimo Terrestre. Actualmente las obras se han paralizado cautelarmente por el Juzgado nutro 2 de lo Contencioso- Administrativo de Almería. El Ministerio de Medio Ambiente ha sacado recientemente el expediente de expropiación forzosa. El día que un explosivo lo eche abajo seré un hombre feliz, e iré a ver la explosición desde el mirador.
Desde aquí, desde las playas de El Algarrobico, la carretera escala la montaña y salva las ramblas, se apoya sobre zancos de muros, está suspendida sobre arcos y pilotes. Una vez en el mirador, hay que pararse, a la derecha sierra Cabrera con sus cornicales, la flores rojizas tienen forma de cuernos. Nuevamente la vista goza, pero no es como el de Mesa Roldán. Continué por la costa por Mojácar, Garrucha, Vera, hasta salir por la autovía A-92, por un acceso en obras, rodeado de chalet y especulación del terreno, para extranjeros y turistas.
Aquí se pone punto y final a un viaje relámpago y maravilloso ¡Vale!
Alicante, 19 de junio 2006
Derechos reservados. ISBN 84.609-7683-1 (incluido como anexo en el libro Tras los pasos de Juan Goytisolo por los Campos de Níjar)
Revista PERIT0 (Literario-Artístico)
Fotos y dibujos del Parque natural de cabo de Gata-Níjar
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