(Alicante Vivo)
En el Reformatorio de Adultos de Alicante, murió el poeta Miguel Hernández el 28 de marzo de 1942.
Se decidió ubicar en el extremo noroeste del barrio, en la zona que inicialmente aún no se construirían casas, dentro de una parcela donada por la "Sociedad los Diez Amigos" al Ayuntamiento de la ciudad con el fin de proceder a la construcción de este nuevo establecimiento carcelario. El proyecto, inspirado en el Panopticón de Bentham, lo firmó el redactor del Ensanche de la ciudad: José González Altés, y la construcción de la nueva cárcel ocupó un dilatado período de tiempo: en 1887 se redactó el proyecto, y en 1892 comenzaron las obras. Se sucedieron varias paradas en el transcurso de las mismas, y en 1897 Manuel Chápuli Guardiola y Enrique Sánchez Sedeño tomaron provisionalmente las riendas y actuó como director de las obras. Sin embargo, no fue hasta 1910 cuando se dio un nuevo impulso para terminar el edificio.
El patio del Reformatorio de Adultos con los presos haciendo un paseo de pista junto al jardín.
Fotografía cedida por Juan José Amores de www.alicantevivo.org
Hemos comprobado que el edificio que asoma al fondo es la antigua escuela de Benalúa.
Republicanos presos en el patio del Reformatorio de Adultos. Entre ellos, Gastón Castelló, Vicente Olcina, Ricardo Fuente y José Juan (Foto de Enrique Giménez.)
Esta nueva cárcel se planeó con arreglo a la moderna legislación penitenciaria española del momento, siguiendo las características de las denominadas "cárceles modelo" (como las coetáneas de Barcelona y Valencia). Sobre una parcela de alrededor de una hectárea, de perímetro cuadrangular. Su esquema y construcción respondían a la idea de severidad de la justicia, con gruesos muros de mampostería, huecos con grandes enrejados y garitones en los muros.
Todavía se pueden ver algunos muros originales de piedra vista en los pequeños patios que salpican con tanto encanto el perímetro del edificio.
La antigua prisión, ahora abierta a la ciudad, ya ha perdido el aire de reclusión que antaño tuvo, y muestra sus pabellones de celdas junto a unos jardines muy cuidados. Un auténtico tesoro urbano.
El edificio tenía en la fachada norte los pabellones para dependencias administrativas y de funcionarios, y al sur se encontraban las dependencias de los reclusos en cuatro naves dispuestas radialmente de modo que se pudiera garantizar un perfecto control, y que tenían en su interior un pasillo central y celdas a ambos lados. Estos cuerpos estaban aislados del exterior por los correspondientes sistemas de seguridad a base de caminos de ronda y altos muros, y los espacios intermedios entre las diversas naves fueron previstos como paseos celulares donde poder vigilar a los reclusos cuando salían al patio.
La restauración y reconversión a Palacio de Justicia conllevó un tratamiento superficial de todos los muros de la prisión con una capa de mortero pintado, que ocultó la piedra pero resaltó los sillares y las piedras de cantera talladas que sirvieron para perfilar todas las aperturas en los muros de carga para las ventanas así como para las aristas de los volúmenes.
Las construcciones se realizaron de fábrica de mampostería vista, con las llagas resaltadas por el mortero de agarre, las esquinas y los recercados de los huecos se resolvieron a base de sillería, y las cubieras se crearon inclinadas a dos aguas.
La sobriedad de la construcción original, estéticamente se encuadra dentro del racionalismo constructivo decimonónico: jugando con las posibilidades de la piedra desnuda.
Fachada principal del Palacio de Justicia, con la entrada creada con motivo de la reconversión del edificio.
Los nuevos pabellones tratan de convivir con un ritmo de huecos similar, pero no logran pasar desapercibidos. El muro fue sustituido por una reja de líneas rectas, que irónicamente no deja de recordar a los barrotes de una cárcel.
Desde ciertos ángulos de la acera opuesta se puede observar bastante bien cómo resalta sobre el conjunto la parte central donde confluían todos los pabellones de presos, y desde la que se controlaba todo el centro.
Los nuevos volúmenes de las posteriores ampliaciones tratan de convivir con el edificio original de la mejor manera posible sin restarle valor histórico ni protagonismo a los pabellones de celdas.
Desconocemos cuándo dejó de prestar sus funciones como cárcel, y si mientras funcionó simultáneamente con la conocida como "Prisión de José Antonio", inaugurada en 1925 y ubicada en plena Carretera de Madrid junto al barrio de La Florida, qué tipos de presos iban destinados a una y a otra. Tampoco sabemos con exactitud si la creación del Penal de Fontcalent fue lo que conllevó el cierre de éstas dos prisiones sustituyéndolas.
A finales de los años 80, con motivo de una resolución por parte del entonces Ministerio de la Vivienda de cambio de uso para la manzana ocupada por el edificio del reformatorio de adultos, en la Guía de Arquitectura de Alicante se pronunciaban así:
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jueves, 18 de diciembre de 2008
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