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domingo, 15 de noviembre de 2009
HISTORIA DE UNA RODILLA
HISTORIA DE UNA RODILLA
Por Ramón Fernández
I
Cuando uno pierde movilidad ganas tiempo para poder hacer muchas otras cosas que el movimiento nos impedía, porque muchas aficiones como pintar, dibujar, leer, escribir o poemar, se hacen sentado. No obstante, se pierden contacto con la realidad, el teléfono deja de sonar, se pierden algunos amigos, pierdes capacidad de concentración y no puedes rendir al ritmo anterior (conferencias, exposiciones, viajes, comidas en camaradería...). Pero primero es la salud, y en ello estoy.
He leído mucho, sobre todo artículos y libros de autoayuda, me he medito en mundos de sombras y experiencias de la angustia y de la “depre”, o sobre el bajón anímico que uno sufre por la inmovilidad. Todos son buenos consejos, no se debe perder la esperanza y hay que tener algo fundamental gana de vivir. Sin embargo, no basta con los consejos, hay que medicarse, entrar en quirófanos, postoperatorios, y reposos, y con ellos la voluntad, fuerza, carácter, autodisciplina y autocontrol para salir adelante, se debilitan, sobre todo cuando la enfermedad y el dolor de manifiesta un día otro, y otro y otro..., y a veces vas para atrás, y no para adelante.
Y es que uno ha de confiar en la medicina en los fármacos, pero estos tienen efectos secundarios, a veces, demasiado fuertes y desagradables, imprevistos (anemias, hipertensión, estrés, preocupación, desencanto, desilusión…), por ello, sin haber superado yo aun mis males, quiero dejar constancia de ellos. Y tienes que seguir tomándotelos porque el traumatólogo dice que son imprescindibles.
Allá por 1998 empecé con un dolor en el glúteo derecho que pasó a la rodilla del mismo lado, y me molestaba bajar escaleras (se me había dañado o roto el menisco), sé por dos artroscopias, hinchazón, inmovilidad hasta que pasó a una la implantación de una prótesis en Madrid, luego se me infectó, hubo que quitarla a los ocho años y luego una reposición de prótesis de rodilla y antibióticos durante un año, en el que estoy. Los efectos de los antibióticos a largo plazo pueden ser debastadores (hongos, tinnitus o acúfenos, debilidad...)
De todo esto quiero hablaros, sí llanamente, de cómo lo voy superando y tengo la esperanza de que algún día estaré bien y todo esto sea solo el recuerdo de una pesadilla. Jamás pensé en tirar la tolla, porque la vida es bella, aunque sea contado en dos muletas, porque siempre hay alguien que está per que tú.
II (seguiré...)
Por Ramón Fernández
I
Cuando uno pierde movilidad ganas tiempo para poder hacer muchas otras cosas que el movimiento nos impedía, porque muchas aficiones como pintar, dibujar, leer, escribir o poemar, se hacen sentado. No obstante, se pierden contacto con la realidad, el teléfono deja de sonar, se pierden algunos amigos, pierdes capacidad de concentración y no puedes rendir al ritmo anterior (conferencias, exposiciones, viajes, comidas en camaradería...). Pero primero es la salud, y en ello estoy.
He leído mucho, sobre todo artículos y libros de autoayuda, me he medito en mundos de sombras y experiencias de la angustia y de la “depre”, o sobre el bajón anímico que uno sufre por la inmovilidad. Todos son buenos consejos, no se debe perder la esperanza y hay que tener algo fundamental gana de vivir. Sin embargo, no basta con los consejos, hay que medicarse, entrar en quirófanos, postoperatorios, y reposos, y con ellos la voluntad, fuerza, carácter, autodisciplina y autocontrol para salir adelante, se debilitan, sobre todo cuando la enfermedad y el dolor de manifiesta un día otro, y otro y otro..., y a veces vas para atrás, y no para adelante.
Y es que uno ha de confiar en la medicina en los fármacos, pero estos tienen efectos secundarios, a veces, demasiado fuertes y desagradables, imprevistos (anemias, hipertensión, estrés, preocupación, desencanto, desilusión…), por ello, sin haber superado yo aun mis males, quiero dejar constancia de ellos. Y tienes que seguir tomándotelos porque el traumatólogo dice que son imprescindibles.
Allá por 1998 empecé con un dolor en el glúteo derecho que pasó a la rodilla del mismo lado, y me molestaba bajar escaleras (se me había dañado o roto el menisco), sé por dos artroscopias, hinchazón, inmovilidad hasta que pasó a una la implantación de una prótesis en Madrid, luego se me infectó, hubo que quitarla a los ocho años y luego una reposición de prótesis de rodilla y antibióticos durante un año, en el que estoy. Los efectos de los antibióticos a largo plazo pueden ser debastadores (hongos, tinnitus o acúfenos, debilidad...)
De todo esto quiero hablaros, sí llanamente, de cómo lo voy superando y tengo la esperanza de que algún día estaré bien y todo esto sea solo el recuerdo de una pesadilla. Jamás pensé en tirar la tolla, porque la vida es bella, aunque sea contado en dos muletas, porque siempre hay alguien que está per que tú.
II (seguiré...)
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