VILLA DE LAS NAVAS DE SAN JUAN: HISTORIA, INDEPENDENCIA Y DIGNIDAD
Privilegio de villazgo y autonomía de Santisteban del Puerto
Dos estrofas en honor a mis ascendientes:
Mujer
De calle Sol a choza Montizón
te preparas hornadas y plazuelas,
mientras tu pecho protege al llorón,
que mama entre sudores y candelas.
Hombre:
De sudor, hacha, hocino y azadón,
talas jaras, lentiscos y carrascas,
que mueren sobre fuego de carbón
y culmina en hogaza de borrascas.
Inicio de expulsión Árabe y extensión de los Reinos de Castilla por el Sur de la Península Ibérica
Alfonso VIII de Castilla, junto al Papa Inocencio III y el Arzobispo de Toledo, organizan la Cruzada Cristiana que motiva el asedio musulmán. A la que se agregan las tropas de Sancho VII de Navarra, Pedro II de Aragón, Alfonso II de Portugal, distintas ordenes militares, una veintena de milicias de Concejos Castellanos y millares de voluntarios nativos y ultramontanos que avanzan implacables al encuentro de los Almohades. “Las tropas cristianas cruzan por las vaguadas y las montañas boscosas de Sierra Morena: territorio que fuentes históricas denominan de Despeñaperros en origen y memoria al despeñadero de multitud de musulmanes cautivos en la Batalla de las Navas de Tolosa. A quienes los cristianos consideraban perros; y como tales los lanzarían por los altos desfiladeros que dan paso y entrada a tierras de Andalucía”. Antes, sin embargo, las tropas almohades se habían colocado en puntos de vigilancia estratégica y los cristianos padecían para abrirse camino y salir de las montañas, avanzar y acceder a los llanos de la cumbre. No obstante, en aquel devenir de incertidumbres se toparían con un pastor: “Martín de Alhaja”, quien les indicaría el curso de un sendero que cruza la Sierra, y al que se le conoce por el nombre de Puerto del Rey. Las tropas que organizase y dirigiera Alfonso VIII de Castilla tomarían aquel atajo, y el 16 de julio de 1212, previas escaramuzas de poca importancia, alcanzaban la cumbre y se propagaban por el llano, donde localizan y atacan a millares de musulmanes, dirigidos por el Califa Almohade Muhammad An-Nasir, también conocido por los cristianos, a través del apelativo de “Miramamolín”. Miramamolín es sanguinario y respetado en fidelidad, hasta el punto de que el Califa se rodea de la brutalidad fanático-salvaje que mana de su propia guardia personal: de raza negra, que son fieles soldados-esclavos-fanáticos de Senegal, y quienes se identifican por la Guardia Negra del Sultán; a quienes se les conoce por “Imesebelen”. El sultán les mantiene amarrados y armados hasta los dientes; y ellos se mantienen esclavizados y sujetos al entorno de la tienda del sultán, a través de gruesas cadenas que unen entre sí; y que mediante argollas enlazan a grandes estacas que anclan al suelo: en honor guerrero, lealtad al Califa y entrega de sus propias vidas en la defensa del Sultán, sin posibilidad de huída personal.
Diseñado el plan de ataque empieza una lucha encarnizada, con añadidura de la furia cristiana que abandera Diego López II de Haro –quinto señor de Vizcaya- y culmina en la victoria de la famosa Batalla de las Navas de Tolosa; entonces conocida por el Llano de la Losa –localidad que después fundaría el Rey Carlos III de España, ya distante de la época de la gran victoria: en el siglo XVIII-. En la Batalla de las Navas de Tolosa, sin embargo, participarían la friolera de 70.000 cristianos, de los que 2.000 caerían en combate de lucha contra el grueso de 125.000 musulmanes, de los que 90.000 moriscos perderían la vida en la cruenta batalla de la Losa. Pese a ello, y mientras los muertos impedían la visión del suelo, el Califa arengaba a sus tropas con un volumen del Corán en la mano, embellecido por una Esmeralda en el centro, mientras en la otra sostenía la “Cimitarra”. Aunque poco le ayudaría aquella espada y su particular visión sobre los designios de Alá; y apresurado escaparía hacia la ciudad de Jaén, con “el rabo entre las piernas” y a trote de “corre que te pillo…” No obstante, aquella visión de fidelidad y encadenamiento de soldado-esclavo, así como la exhibición de la Esmeralda en el centro del volumen del Corán, serían aprovechados por Sancho VII de Navarra que inspirado en los ya mencionados emblemas del Califa, ambos los aunaría a la confección del Escudo de Armas del Reino de Navarra.
El avance cristiano hacia el Sur de la Península Ibérica sería imparable, aunque distintos grupos musulmanes aguantarían embestidas limítrofes en pueblos y aldeas andaluzas, hasta que nuevas incursiones y conquistas cristianas liberaran a las gentes, las aldeas, los pueblos y las ciudades que los moros arrebataran a España en: 711-1492. Una vez tomadas las ciudades y sometidos y esclavizados los habitantes, los moriscos los pasarían a degüello, a servidumbre o a dominio musulmán. Pese a ello, la liberación cristiana discurría paulatina, entre distintas poblaciones y ciudades andaluzas; y no sería hasta transcurridos 16 años de la célebre victoria de la Batalla de las Navas de Tolosa cuando llegara el turno de liberación a lo que hoy se conoce como Villa de Navas de San Juan. Una excelente localidad que en 1226 sería liberada de opresión, ocupación y dominio Almohade, bajo el reinado de Fernando III de Castilla que la entregaría en calidad de aldea al Realengo de Santisteban del Puerto; donde permanecería hasta que Alfonso X el Sabio la concediera, junto al propio Santisteban del Puerto, al Concejo de Úbeda, en 1254. Sin embargo, tras recorrer distintas entregas y propiedades en Realengo y Linaje, Enrique II vuelve a concederla en propiedad de Señorío a Men Rodríguez de Benavides, en 1371. Bajo cuya propiedad permanecería hasta que en 1473, nuevamente la concediera Enrique IV de Castilla a Días Sánchez de Benavides, hijo del XII señor de Benavides y Señor de Santisteban del Puerto, junto al nuevo título de Conde que también le otorga el monarca español. Desde entonces pasa a denominarse Comarca del Condado, en la que se integra Santisteban del Puerto, así como las aldeas de Castellar de Santisteban y la de las Navas de San Esteban. Aunque no por ello alcanzarían la gloria, la plenitud de bienestar o la propia dignidad de clase: entre riquezas y linajes, la aldea de las Navas de San Esteban se vería inmersa en vil pobreza, así como en yugo y olvido de su matrona: Santisteban del Puerto. Hechos que agravarían como consecuencia de la sobreexplotación agraria y ganadera de latifundismos, caciques y terratenientes andaluces. Pese a ello, existe un medio de librarse del yugo dominante y opresor de Santisteban del Puerto, y así lo aprovecha el Procurador Síndico Personero del Concejo de las Navas de San Esteban que en 1795 solicita por escrito a Carlos IV de Borbón: 1788-1808, el privilegio de villazgo y la independencia de Santisteban del Puerto. A tal efecto, la aldea de las Navas de San Esteban consigue la Cédula Real de independencia, a fecha 21 de enero de 1802, -pero no es gratis-. La concesión conlleva precio y pago de venta a Santisteban del Puerto: 61.985 Reales de Vellón y 10 Maravedíes que han de sufragarse en distintos prorrateos, y entre las 281 familias, vecinas de la ya independiente Villa de las Navas de San Juan; cuya alcaldía pedánea venía recayendo sobre sendos vecinos: Francisco Ruiz Tauste y Juan Parrilla de Lara.
***
Posdata: El sobrenombre de San Juan que en 1802 se adosara al de Navas pudiera corresponder; a saber de origen, a una decisión religiosa de la aún dominante Inquisición Española: 1478-1821, muy poderosa en instituciones oficiales, así como en todos los estamentos públicos y privados de la sociedad. El sobrenombre de San Juan se agrega en honor a Juan el Bautista, anunciante de la llegada del Mesías, y crítico con el actuar de Herodes Antipas, Tetrarca de Galilea, a quien Juan el Bautista le tacha de conducta inmoral, y en apariencia le acusa de “bigamia o incesto”. El motivo radica en que Herodes Antipas repudia a su esposa y vive en pecado carnal con su propia sobrina, además de cuñada e infiel esposa de su hermano Filipo. Por lo que Juan el Bautista reprochó a Herodes: no te es lícito vivir con la mujer de tu hermano… Herodes enojó con aquel “deslenguado”, mandó prenderlo y lo encarceló en la fortaleza de Maqueronte, próxima al Mar Muerto. Sin embargo, con motivo de su cumpleaños, Herodes ofreció una fiesta a los principales señores de Galilea, en la que hábilmente danzaría la joven bailarina: Salomé, hija de Filipo y de Erodías: sobrina y amante de Herodes. La bailarina Salomé actuó con gracia y atino, y su tío Herodes quedó tan prendado que en agradecimiento al arte de la moza, le dijo: “Pídeme lo que quieras y te lo daré”. Erodías, madre de Salomé, e infiel esposa de Filipo, así como sobrina y amante de Herodes, aprovechó el evento para vengarse de Juan el Bautista, a quien odiaba por reprimir la conducta moral de la pareja, ante el gran Herodes. Y a quien el propio Bautista le había recriminado actuar en concubinato y repudio de su primera y legal esposa; además de la infidelidad a su propio hermano Filipo. Ante el ofrecimiento de regalo en elección voluntaria, Herodías instó a su hija Salomé a que pidiera a Herodes la cabeza, decapitada y en bandeja, de Juan el Bautista; y para que Herodes no se echase atrás, llevado por la tristeza que la petición le causara por la simpatía que le inspiraba aquel hombre religioso, Herodías urdió prontitud a su hija para que la cabeza le fuese traída de inmediato. Herodes envió a la guardia en su busca, y les ordenó la decapitación. El verdugo lo ejecutó y Herodes le encargó que entregara la bandeja a Salomé, con la cabeza de Juan el Bautista. Y Salomé, la bailarina, muy satisfecha de su hazaña tomó la bandeja y sonriente la ofrecía a su madre Herodías, quien también la recibía con simpatía de fisonomía complaciente.
En la historia bíblica de San Agustín: Marcos, 6, 21-28, se recoge que San Juan el Bautista pereció en similitud a lo que aquí plasmo; aunque su memoria ocupa “desde 1802” el nombre en homenaje y fiesta, así como sobrenombre local de la Real Villa de las Navas de San Juan.
Nota: excepto error u omisión, he intentado resumir mi estudio sobre textos originales, extraídos de la historia local, de la enciclopedia universal y de diferentes documentos bíblicos e históricos de España en general.
Por Agustín Conchilla
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viernes, 19 de junio de 2009
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