Manuel Martínez Galiano y Ramón Fernández Palmeral, mantuvieron breve correspondencia. El fin de ella era aclarar varios puntos sobre el prólogo que le encargó Gaspar Peral Baeza y José Guillén García en 1973, para la primera edición de "La decadencia de la flauta y el reinado de los fantasmas" de Ramón Sijé en el Instituto de Estudios Alicantinos.
.......NOTA SACADA DEL ENSAYO: "Simbología secreta de la decadencia de la flauta y el reinado de los fantasmas". Ramón Fernández Palmeral, Editorial Palmeral:
5.- Apuntes al prólogo de Manuel Martínez Galiano
Los prólogos se dividen en banales, prescindibles e imprescindibles, sin embargo, este de Manuel Martínez Galiano para La decadencia de la flauta y el reinado de los fantasmas, a la primera edición del Instituto de Estudios Alicantinos (1973), es de los imprescindiblemente necesarios para poder entrar en la obra sijeniana, para poder tener una llave de acceso a este ensayo, que como he comentado antes es complejo, sobre todo por el uso de símbolos y claves crípticas. Más acertado hubiera sido decir introducción que prólogo, puesto que contiene doce páginas, es una muy completa exégesis o estudio muy meditado, preciso, del pensamiento de Sijé, un alarde de síntesis, modelo de lo que verdaderamente es un prólogo, sacado de un libro hermético. Un prólogo como síntesis para conocer el texto al que antecede. Y no preámbulos como se suelen leer. Se lo encargó José Guillén García33, Catedrático de Lengua española y Literatura en el Instituto Gabriel Miró de Orihuela y a la vez vocal del Instituto de Estudios Alicantinos para la edición que haría este Instituto por el interés demostrado por el entonces director de publicaciones Gaspar Peral Baeza, un hernandiano perseverante. Hablé con don Manuel Martínez a finales de febrero del 2005, le pedí su biografía y datos sobre este exhaustivo prólogo, tuvo la amabilidad de contármelo en una carta datada en Orihuela, 26-02-2005 donde me dice que fue durante 15 años Concejal y Primer Teniente de Alcalde del Excmo. Ayuntamiento de Orihuela, de cuya carta entresaco algunos datos muy ilustrativos:
«[...] dedicó especial atención al aspecto cultural de su ciudad y, especialmente, a promocionar las figuras de Miguel Hernández y Ramón Sijé, a los que no conoció pero admiró siempre. Intervino en semanas-homenajes, en los jurados de los premios «Miguel Hernández» y «Ramón Sijé» y, como encargado del Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento, entre otras, en la doble edición facsímil de EL GALLO CRISIS 1973 y 1975. Interesado en estudiar la figura de Ramón Sijé, dedicó especial atención a su principal obra LA DECADENCIA DE LA FLAUTA Y EL REINADO DE LOS FANTASMAS, consiguiendo de José Torres, casado con la hermana de Ramón Sijé, el original. Pasé todo un verano para transcribirla y estudiarla, lo que me proporcionó la ocasión de conocerla bien y poder escribir el prólogo [...]».
A preguntas sobre las razones de escribir el prólogo, en una entrevista que le hicieron Rebeca Serrano y Asun López, a Martínez Galiano, publicada en El Eco Hernandiano, versión digital, núm. 12, mayo 2005, respondió que la culpa de escribir el prólogo de La decadencia de la flauta..., «La tuvo Pepe Guillén, que se lo propuso, y yo no supe decir que no. Como era gran admirador de Ramón Sijé no podía negarme. A Ramón Sijé me gusta conocerlo, leerlo pero escribir sobre él fue una circunstancia que surgió».
Para un estudio más detenido del prólogo lo voy a subdividir en cinco apartados:
a) Comienza el prólogo con una aproximación a la biografía de Ramón Sijé, primeros estudios, colaboraciones en la revista Cruz y Raya de José Bergamín, «El golpe de pecho o de cómo es lícito denunciar al tirano» y «San Juan de la Cruz». Promotor del resurgir literario oriolano por admiración e imitación de la prosa de Gabriel Miró, que da paso a la «Generación Oriolana de 1930», no es muy acertado hablar de una generación, más bien sería un grupo oriolano de los 30, o lo que pudo ser «Tertulia de la tahona», que tiene muchas controversias y que el número 2 de El Eco Hernandiano, invierno 2004, en el artículo de Verónica G. Ortiz/M.ª Carmen Tabasco Hernández, dan por hecho y que escribe: «Bien por su mayor formación y conocimientos sobre literatura, o por su forma de ser, Ramón Sijé era quien dirigía aquella tertulia». Debió ser a finales de 1932 cuando pretendía a Josefina Fenoll.
La tertulia de la tahona que no reconoció Ramón Pérez Álvarez en su libro (pág. 43, Hacia Miguel). Y por los datos aportados del propio Muñoz Garrigós en páginas 68 y 69 de su libro Vida y Obra de Ramón Sijé, tampoco parece posible, ya que Ramón Sijé conoció a Josefina Fenoll (la panadera, hermana de los hermanos Fenoll) en el primer trimestre de 1932, es obvio que Ramón Sijé no fue a la tahona de la calle Arriba 5, fecha anterior a 1932. Jesús Poveda dio el testimonio: «[...] debo decir que Sijé nunca fue guía de nuestras tertulias literarias de la calle Arriba. Jamás tomó parte en ellas». Poveda estuvo haciendo el servicio militar en Barcelona entre 1932 hasta 1934, parece ser que fueron Efrén Fenoll y Manuel Molina los que elucubraron sobre esta tertulia «a su mayor gloria». Ramón Pérez escribe: «Posteriormente José A. Sáez [Fernández], de la revista Batarro, de Huercal-Overa/Albox, tanto Josefina Fenoll como Jesús Poveda negaron tajantemente, la existencia de dicha tertulia». Pero muy ilustrador es el trabajo de José Antonio Sáez en Texto de Ramón Sijé. Que podemos leer en Internet. Josefina Fenoll se casó posteriormente con Jesús Poveda.
Vicente Ramos, doctor en Filosofía y Letras y reconocido hernandiano y sijeniano, en la página 253-255 de su libro Literatura Alicantina, Alfaguara, 1966, Premio Azorín de Literatura 1965.
«De la palabra mironiana, de su evangelio estético brotó como de fuente natural la fúlgida Generación olecense de 1930, [...] después de engendrar nuevos tallos de vida, "soñando cielos de Oleza debió morir", como amorosamente escribió Ramón Sijé».
(Tributo de Oleza a Gabriel Miró, el Día, Alicante 4 de junio 1932, nota de V. Ramos)34.
«A través de Ramón Sijé y Miguel Hernández, la palabra-luz mironiana sembrará nuevos cielos en Carlos Fenoll, Justino Marín Gutiérrez (Gabriel Sijé), Manuel Molina y en cuantos -ayer y hoy- caminan por la senda de la alicantinidad en el arte literario».
Continúa Martínez Galiano hablando de los seis números de El Gallo Crisis «pero los cuatro últimos son refundidos en dos», el primero en junio de 1934 en el Corpus. También tuvo una separata del Notario José María Quílez sobre «Pasión y Compasión en el concepto de propiedad». Una de las tres revistas más importantes de España, después de Cruz y Raya y Revista de Occidente. La revista la considera como una guía de intelectuales católicos. Nos hace una relación del grupo Fundacional que se explicó en el apartado dedicado a El Gallo Crisis. Nos comenta el estilo conceptista, religioso y social de Sijé.
La decadencia de la flauta..., fue acabada el día de Todos los Santos (1 de noviembre de 1935), lo presentó al Premio Nacional de Literatura. El plazo de admisión de originales se cerraba el día 15 de ese mismo mes. Premio que ganó Guillermo Díaz-Plaja con su Introducción al estudio del romanticismo español. Muñoz Garrigós califica el trabajo de Guillermo Díaz-Plaja de «obrita». Pienso que si la obra de Guillermo Díaz-Plaja es conocida hoy en día es gracias a Ramón Sijé, por muchas de las referencias y notas que se han hecho de su galardonado libro. No creo que sea un obrita, tengo en mi poder un ejemplar de la cuarta edición de 1972 (Espasa-Calpe Colección Austral 1147), contiene 197 páginas y un índice alfabético de autores que le dan a la obra un bagaje de conocimientos muy didácticos, que se supone debió ser incluido por el editor. Como presidente del Jurado figuraba don Antonio Machado, y vocales del jurado don Pío Baroja, don Ángel González Palencia, don Pedro de Répide y don José Montero Alonso35. El premio estaba dotado de 6000 pesetas, el 2.º premio se lo adjudicaron a Ceferino Palencia y Tubau, y otro a José García Mercader. El de narración se lo dieron a Ramón. J. Sender. Apunta Martínez Galiano que el trabajo quedó «fuera de los moldes exigidos por el tema del concurso». Creo que en la edición de 1973 de La decadencia de la flauta..., le hubiera hecho falta un imprescindible índice de autores, porque la lista es larga. Hemos de suponer que los medios de impresión de la época no eran los informáticos que actualmente disponemos.
Martínez Galiano reconoce y afirma «pero su genio intelectual no se ajusta, no puede ajustarse a los límites del tema propuesto, desbordado en todas sus partes por su incontenible "angustia creadora", que huye del erudito y farragoso trabajo lleno de citas, de recopilación de pensamiento ajeno». Más adelante reconoce el autor del prólogo la voluntad de trabajo e inteligencia de Sijé, un ser excepcionalmente dotado para concebir tal cantidad de conocimientos. Poseía una sólida base filosófica esencialmente tomista36. Como no debería extrañar que un estudiante con los jesuitas estudiaran a Santo Tomás de Aquino.
b) Incluye Martínez Galiano un retrato literario que hizo Miguel Hernández sobre Sijé. «Febrilmente moreno, doradamente oscuro, con un relámpago en cada ojo negro y una frente ilimitada...»37. También nos habla de su muerte que lo fue «como el (sic) [del] rayo», entrecomillada porque recoge la entrada de la «Elegía», donde escribió Miguel Hernández: «[...] se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería».
Escribe Galiano que Sijé:
«[...] demuestra un perfecto conocimiento de la literatura, de nuestros clásicos -especialmente Quevedo y Gracián-, de nuestros pensadores -Belmes, Unamuno, Ortega y Gasset, d´Ors- de la filosofía y de la teología escolástica -principalmente de santo Tomás-, y del pensamiento europeo moderno -Kant, Hegel, Nietzsche, Freud, Guardini y también otros-, no podemos más que experimentar un profundo asombro ante su excepcional capacidad de trabajo y ante su inteligencia».
Comenta Martínez Galiano que el sentido vitalista de la realidad de Sijé proviene del raciovitalismo de Ortega y Gasset, y que no proviene de Nietzsche «al que supera totalmente», opinión del todo excesiva y poco meditada en una exacerbada frase llevado, sin duda, por un impulso sentimental de paisanaje. Continúa exponiendo que Sijé usa en esta obra una prosa de características esencialmente propia del barroco. La dificultad de su lectura queda recompensada con «nuevas bellezas e ideas». Sin duda un lenguaje propio al modo de Góngora, «un lenguaje plástico». Un lenguaje en clave, y que a su vez ha quemado las claves que lo puedan desvelar. Usa palabras símbolos, colores y teorías porque como buen conceptista juega con las palabras y las somete a una «constante tensión». Algo parecido es lo que hizo Miguel Hernández con su Perito en Lunas, una obra críptica y hermética, no en vano Sijé fue mentor y guía intelectual de Miguel. Lo que sucede es que Miguel tuvo la debilidad de dar las claves de las 42 octavas reales a su amigo Andreu Riera. La temprana muerte de Sijé dos meses después de acabar esta obra, no le dio tiempo a desvelarnos sus claves, que muy acertadamente y en un gran esfuerzo de descifrar o decodificar su lenguaje nos avanza unas definiciones, aunque nos advierte el prologuista que son «como avance, sujeto a revisión». Nos descifra algunos símbolos y expone sus significados, lo cual es una aportación muy meritoria para entrar bien calzado en el texto sijeniano, busca acepciones a cristalización, a la que denomina como la identificación unitaria de contenido y forma. Cristal como cristalización de la realidad. Fantasma al hombre que carece de libertad espiritual. Flauta a la persona creadora de símbolos. Por lo que podemos considerar a Sijé como una flauta, según sus propias definiciones. Así continúa el prologuista hasta definirnos veintisiete símbolos sijenianos (p. 31).
c) Nos comentará Martínez Galiano, que «este ensayo es una apología del conceptismo que toma como modelo y norma para juzgar el movimiento romántico que Sijé llama romanticismo histórico». Aquí debemos de matizar que Sijé entiende el conceptismo, el clasicismo y el barroco como romanticismo eterno con el que comulga, en cambio al que ataca es al romanticismo histórico que es el propio del siglo XIX. Nos dice que Sijé concibe el proceso creador poético en el conceptismo como un hecho psicológico y no como un hecho de estilo, por ello como la creación poética es un sucedáneo de la realidad, y como el romanticismo histórico, según Sijé, no tiene realidad, no puede producir el objeto artístico, porque el romanticismo histórico separa la vida de la persona. Hay que tener en cuenta que la idea sijeniana sobre el romanticismo histórico es contraria al sentido verdadero del romanticismo como el mentor liberal del individuo (revolucionario) que acaba con el cristianismo, Eutimio Martín asegura que Sijé padecía una «paranoia teocráticas, su obsesión era hacer del cristianismo un istmo (sic) [ismo] político»38. Porque extrapolado al neorromanticismo de tendencia comunista, al que tanto temía, ya que Sijé es anticomunista, como expone Vicente Ramos «El anticomunismo de Sijé es evidente y se manifiesta explícito en el artículo que le inspiró la figura del escritor ruso Elías Ehrenburg» (1973,77). La idea sijeniana de identificar el romanticismo con el comunismo la expuso también Agustín Sánchez Vidal39.
Nos explica Martínez Galiano la idea tomista sobre el intelecto y la realidad. Sobre «el objeto poético», como forma de la realidad contenida en nuestro conocimiento. Pero es necesario introducir la filosofía de la razón, (razón es ratio en latín y logos en griego). Porque nos dice que Sijé ahonda el conceptismo y culteranismo como barroquismo no son sino maduración de "ratio" escolásticas, dedicada a la reelaboración de la realidad divino-poética por medio de las formas, es decir, los símbolos, porque estos son la realidad elevada a poesía, a filosofía y a religión. Porque los símbolos han de ser expresados en el mundo de las formas. Concluye la tesis sobre la creación artística, de que «la creación es un problema del espíritu y de la forma». Porque la creación literaria o artística, según Sijé, de que el artista debe ser al mismo tiempo un genio y un artífice. Acierta Martínez Galiano con la explicación de la página 15 de su prólogo sobre la idea entre el romanticismo eterno característico del mundo clásico-cristiano como unidad de la vida y pensamiento, y el romanticismo histórico (siglo XIX), vida íntima y pensamiento como crisis del espíritu, porque para Sijé el siglo XIX es crisis porque el hombre parte de vida interior en contra de la vida cristiana. Si entendemos este punto, entenderemos La decadencia de la flauta y el reinado de los fantasmas.
d) Nos define la idea sijeniana sobre la poesía española, que la centra en el romanticismo eterno, como romanticismo cristiano, que denominará «españolismo».
Luego afirma que España no conoció un Renacimiento al estilo europeo. Porque en realidad España acató la más estricta ortodoxia de la Contrarreforma consecuencia del genuino barroco español. Se adentra en el tema amor y muerte de los conceptistas: Jorge Manrique, el gallego Macías, el toledano Garcilaso, Villamediana, Fray Luis de León, Herrera y el idealismo mítico ya de Don Quijote. En realidad lo español para Sijé es la llamada poesía del laberinto de trovadores, romances y místicos.
Nos amplía muy detalladamente el concepto del romanticismo histórico del XIX, considerado como potestad, que es definido por Sijé como «la incapacidad humana para la coincidencia con la persona y la incapacidad poética-plástica para la creación del objeto artístico cristalino». (pág. 29, La decadencia...). Vuelve el prologuista a filosofar sobre el romanticismo eterno que se opone al histórico con nuevas y afortunadas aportaciones, comenta los significados del romanticismo histórico. Aunque no queda clara la idea, sí entendemos la oposición entre el romanticismo eterno y el romanticismo histórico (etapa negra, noche, sueño, soledad y muerte).
e) Concluye el prologuista con la idea sijeniana de que a los poetas del romanticismo histórico les falta, según Sijé, humildad, originada por la sumisión de la razón y los sentimientos a las normas poéticas (debe referirse al tema religioso y a la métrica). Parece ser -según Sijé- que a los poetas del romanticismo histórico les faltaba humildad, porque la obra perfecta es hija de una ética, y para alcanzar la «belleza objetiva», se llega por el camino de la «humildad creadora» cuya representación máxima es el soneto (esclavo de 14 versos). Nos resume la idea sijeniana de que el romanticismo eterno convierte a las personas en hombres, a los símbolos en fantasmas y mitos, a la realidad en sueños, a la esperanza en ilusión..., y así continúa exponiendo proposiciones de todas las virtudes que posee el (r-e) o romanticismo eterno, opuesto a (r-h) histórico. De estas condenas o anatemas se salvan por su «temblor poético»: Enrique Gil y Carrasco, Carolina Coronado y Gustavo Adolfo Bécquer, príncipe del temblor40, algunos poemas de Espronceda y Larra.
Es crítico con el teatro romántico del XIX, «al sustituir la viveza de la acción por el interés, la viveza de la palabra...». Niega la capacidad española para crear novelas, por culpa de la prisa metafísica, que impide la pausa novelesca, y menos mal que Sijé salva al Quijote.
Finaliza Martínez Galiano su prólogo con dos estrofas de la «Elegía» a Ramón Sijé, de Miguel Hernández. Lo firmó en Orihuela, mayo de 1973. Desde aquí mis parabienes y agradecimientos al autor de este imprescindible y clarificador pionero prólogo.
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