¡MÁS MADERA!

La revista "PORTADA VEGA BAJA" en su edición correspondiente a la 2ª quincena
de agosto de 2010, ha publicado el artículo de Antonio Colomina, "´¡MÁS MADERA!",
el cual se transcribe a continuación.

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¡MÁS MADERA!



A veces me pregunto si lo que estoy viviendo es un sueño o es una realidad. En otras ocasiones reflexiono y me pregunto si estoy en España o por el contrario me encuentro en otro lugar. Vivo sin vivir en mí —como diría la santa de Ávila—. ¡Por Dios, cuánto despropósito!

No sé si a los lectores les ocurrirá lo mismo, yo me encuentro desorientado, desmarcado, no sé bien si soy yo el que está fuera de España o España está fuera de mí… Si mi vida tuviera un árbitro creo que me estaría pitando falta continuamente. ¿Pero qué mundo de locos es éste?

Intento adecuarme a los tiempos actuales, y prometo que me esfuerzo por verle la lógica a las cosas, pero, ¿quién se adapta a tanta barbaridad?

Cuando veo en la televisión esos programas de tan mal gusto donde la gente se pelea y cuanto más gritan y profieren palabras soeces más les aplauden, no doy crédito a lo que ven mis ojos y oyen mis oídos. Y yo me pregunto: ¿pero qué sociedad es esta que jalea y aplaude la ordinariez, el mal gusto y la falta de educación?

Otro signo de los tiempos que vivimos está reflejado en esa persona (permítanme que no la nombre) que se ha hecho famosa hablando de su hija y criticando a su ex pareja y familia. Hace poco participó en un concurso de baile de la televisión y, bailando como un pato mareado, contestando descaradamente al jurado y demostrando su falta de educación, fue elegida campeona en popularidad. Pero no queda ahí la cosa, firma contratos con cifras astronómicas y puede que debute como actriz en el cine. De locos…

Claro que todo esto entra dentro de la normalidad social y política de nuestros tiempos: Un ministro que dice que el velo islámico es como llevar la medalla de la primera comunión; una ministra que dice “miembros y miembras”; un presidente del Gobierno que cuando habla se derrumba la Bolsa… mujeres musulmanas vistiendo el burka en detrimento de la seguridad, alegando un derecho religioso que a los cristianos se les niega en sus países. Personas de raza negra de África Central con sus hatos a la espalda corriendo delante de la policía por tener prohibida la venta ambulante mientras nada se puede hacer para erradicar la prostitución en la vía pública. Chinos que abren establecimientos con ventajas en los impuestos que los españoles no tienen. Foráneos que entran en las universidades españolas con menos nota que los españoles, formándose en nuestros centros docentes a cargo del erario público, y cuando consiguen la carrera se marchan al país mejor postor… Un ministro que se trae a España presos de Guantánamo, de Cuba o de donde sea para mantenerlos aquí mientras que los españoles forman cada vez más largas las filas del paro...

Nuestro gobierno, con el “talante” que le caracteriza, envía dinero a cualquier país que se lo demande, incluso, para que aprendan a tocar algún instrumento típico del folklore de aquellas tierras… mientras tanto aquí los españoles esperan turno en los comedores de Cáritas, esa institución de la Iglesia Católica cuyo crucifijo tanto molesta a algunas personas.

España, o lo que queda de ella, es el paraíso de los delincuentes, acuden como moscas a la miel. Los delitos se pagan muy baratos. Nuestras leyes son muy permisivas, son capaces de proteger a alguien que da una patada en la puerta ajena, ocupa la vivienda y se queda tan ricamente dentro de ella, corriendo todos los gastos por cuenta del propietario que verá pasar mucho tiempo antes que la autoridad pueda desalojar al intruso que, a su vez, dejará la vivienda para rehacerla de nuevo. Pero, ¡ojo! Si un honrado ciudadano cae en desgracia y no puede pagar algún plazo de la hipoteca, inmediatamente procederán a incautársela.

Aunque alguien pueda pensarlo no soy un catastrofista, pero esto es lo que hay. Y no entramos con el tema de la inmigración, que esa es otra, haría falta mucho más espacio. Se nos han metido no sé cuantos millones de inmigrantes, sin duda muchos más de los que España puede asumir; llegan en unas condiciones nada parecidas al emigrante español de la década de los 50; (que nadie compare), pero según nuestros políticos aquí vale todo, para ellos lo importante es legalizarlos cuanto antes para contar con su voto en las próximas elecciones. Mientras tanto, los recién llegados ofrecen su mano de obra más barata que la de los españoles realizando una competencia desleal que echa por tierra las conquistas sociales de los trabajadores de este país a base de esfuerzo y muchos años de justas reivindicaciones.

Ahora, los catalanes prohíben las corridas de toros en su Comunidad Autónoma, yo también estoy en contra del maltrato de cualquier ser vivo, me duele hasta ver talar un árbol o cortar una flor, pero en esta prohibición hay un trasfondo político, está claro que no quieren en su territorio nada que les recuerde que están en España. Si por la defensa de los animales han tomado esta medida, podían haber reformado el Reglamento Taurino y realizar las corridas de toros como lo hacen en Portugal, sin matar el animal. Ahora, los aficionados catalanes (que los hay), viajarán a Francia para ver el espectáculo.

Como diría Groucho Marx: “¡Más madera…!”



Antonio Colomina Riquelme