Si el asno se aburre, con el rabo mata moscas y espabila

Título: Si el asno se aburre, con el rabo mata moscas y espabila

Subtítulo: Zapatero a la pantorrilla y Rajoy a la rótula de la rodilla. Las encuestas del CIS nos dejan como claro vencedor del Debate de la Nación al menos creíble de los políticos: vencido por la crisis, por los recortes sociales, por la pérdida de poder adquisitivo en familias acosadas o por no saber impedir las trabas financieras y por alimentar a los nacionalismos”. Y claro debería quedar: tampoco Zapatero está para tirar cohetes, como él mismo reconoce en su adversario”. En consecuencia, el opositor estaría de suerte y debería gozar de amplia mayoría social. Una mayoría sin esquivas ni pasivas que muy pronto le encaminaría a encarrilar las riendas institucionales de la nación española. En cambio, la estrategia política de los máximos responsables del partido popular se encuentra al filo de lo inadmisible. A su líder se le aprecia tan escaso carisma político que él mismo lo aúpa y lo glorifica con alejamiento social y abandono de confianzas: interinas y externas. En vez de usar el gancho social como reclamo para sus filas dedica esfuerzos para verlas caer y alejarse de la necesidad real del ciudadano, mientras eso sí, a diario atenta contra la dignidad y la “integridad” del Estado de Derecho.


El devenir de la policía, por el contrario, en democracia de más de treinta años de antigüedad, depende del voto del pueblo y cómo de tal astilla, el pueblo la defenderá como dueño y garante de su destino. Los agentes se involucran de lleno, luchan contra todo tipo de delincuencia y nos protegen de “raterillos, malos y espabilados… Parece lógico, por tanto, pensar que los agentes del Cuerpo Nacional de Policía, encabezados por un juzgado constitucional, comienzan las pesquisas, buscan, capturan y ponen a los delincuentes o a los políticos irracionales en manos de la propia justicia: la del Estado de Derecho, no la del Bienestar...


De las diligencias policiales y judiciales, según se aprecie en cada caso, puede desprenderse un presunto hermanamiento delictivo entre políticos asociados a empresarios de dudosa honestidad. El juez/a les pilla, presuntamente, con las manos manchadas de “hollín”. Pese a ello les deja libres de barrotes y fianzas, aunque como penitencia, a priori, colateralmente les expone a ventear sus culpas en diarios y noticiarios locales, regionales, nacionales e internacionales. Entre tal presunción de suciedad-inocencia, sin embargo, el juez/a les imputa cohecho, tráfico de influencias, fraude y revelación de información privilegiada, entre otros…


Desde la cúpula del Partido Popular, con Mariano Rajoy, Pons, Camps o la Cóspedal a la cabeza…, más lejos de apoyar la divina acción de la justicia y cortar los brotes que contaminan sus flas y a la sociedad, sueltan los “perros” de la sinrazón para lavar otra imagen política que, “entre risotadas de satisfacción, rival-interina”, se les deteriora entre señoríos y corrupción. A ello deberíamos añadir que ya no está el lema de los más honrados y los manos limpias de la izquierda: “quita un cacique de las instituciones públicas y coloca un político socialista: “saldrá con las manos limpias…” El hollín en la faz de la derecha, sin embargo, barrunta las filas del PP como a los niños traviesos les llega en los días de navidad y reyes magos. En consecuencia, los dirigentes del PP, una vez más escurren el bulto con falsedades poco convincentes e injustamente exacerban a los ciudadanos contra el Estado de Derecho. Por ende, a los electores nos toman por tontos e intentan manipular nuestras conciencias, mientras ellos defienden o tergiversan la delincuencia real que acogen y asola en sus filas. Con ello intentan -no lo consiguen- desviar la atención pública y confundir al ciudadano, en beneficio partidista, no social. Así camuflan o tergiversan los casos de auténtica corrupción política: las elecciones están a la vuelta de la equina y las urnas por encima de la propia valoración ciudadana, de las conciencias y de la buena voluntad de los votantes...


Si los grandes políticos consabidos en las directrices institucionales colocan la acción de la justicia “a los pies de contenedores mugrientos, Dios nos pille confesados…” Los políticos juegan con la sociedad, con la dignidad y con la vigilancia policial que mana de las instituciones democráticas. Debería preocuparnos el talante de un líder que conoce sus entresijos y tergiversa, niega o esquiva su buen quehacer. Por el contrario, me lleva a formularme una pregunta. ¿Era así: manipulando, orientando o dirigiendo a la fuerza pública a capricho y usanza personal, lo que acometiera el PP en las instituciones públicas durante los ocho años que ostentaran el poder del Estado…?


Como premio a la captura del malo, el Sr. Rubalcaba, como cabeza, no de jueces, sino responsable de la seguridad nacional, recibe ataques indiscriminados. Ejemplo; si la policía atrapa a un socialista corrupto, en filas derechistas pasa a denominarse, entre otras lindezas, “otro chorizo sociolisto…” Pese a ello, ante la justicia y ante la propia sociedad, el indigno no pasa de delincuente habitual, aunque su pillaje provenga del “guante blanco”. Pero ojo, si a quien atrapan es a uno del PP, sus dirigentes acusan al gobierno de manipular los órganos policiales y judiciales para perseguir al opositor, por pura rivalidad partidista: increíble, aunque más increíble será que a mí, a un ciudadano de la calle, vuelvan a sacarle un voto…


Agustín Conchilla