Miguel Hernández: la forja de un poeta
Ramón Fernández Palmeral
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Agradecimientos
A Gaspar Peral Baeza, por sus correcciones gramaticales, sus indicaciones y permitirme el acceso a su muy completo archivo hernandiano.
A Aitor L. Larrabide por el envío de valiosa información y libros hernandianos que me ha facilitado.
A “Palmeral”, pintor y dibujante, que son mis manos y mis pies, y quien me anima a salir de casa.
A los muchos hernandianos que con sus trabajos e investigaciones anteriores han hecho posible los estudios de este libro.
En este primer centenario del nacimiento de Miguel Hernández Gilabert (1910-2010) hemos de acabar con los falsos mitos, la transformación en un “santón mártir”, la de pastor-poeta, cabrero poeta o poeta-campesino (en Viento del pueblo), etiqueta que se colocó el propio Hernández por lo que hoy llamaríamos marketing, y dar a entender que escribiendo versos en el lomo de las cabras sus poemas alcanzarían más reconocimiento y valor ante la dificultad y el humilde origen, buscando causar cierta lástima o asombro entre los grandes de la literatura de la época. Miguel fue pastor pero no fue un cazurro ignorante. Es cierto que Miguel pastoreó y ordeñó cabras, junto a su hermano Vicente y otros cabreros contratados por su padre, que podía tener unas 100 cabezas de ganado cabrío, según vemos por la capacidad de un corral anexo a la casa. Casa situada en la calle de Arriba que compró el padre de Miguel sobre 1914; se distribuye, como hoy podemos ver, en cocina, comedor, tres habitaciones, patio, pozo interior de agua, corral y huerto. Es decir, que don Miguel Hernández Sánchez tenía cierto capital, era tratante de ganado con Barcelona (hermano Francisco), y además contrataba caballos para la suerte de varas en las corridas de toros de la plaza de Orihuela (en aquellos tiempos los caballos no llevaban petos), y, además era uno de los 185 socios del Círculo Radical de Orihuela (partido de la derecha republicana de Lerroux). Y es cierto que Miguel murió en una cárcel franquista sin atención médica; tal vez se hubiera salvado de la muerte si hubiera renunciado a sus ideales, si se hubiera retractado y congraciado con los Nacionales victoriosos, tal y como le propusieron José María Alfaro y José María Cossío, o don Luis Almarcha. Mi guel prefirió morir antes que romper su pasado y publicar en la prensa oficial franquista. Porque no olvidemos que Miguel fue sentenciado a muerte por ser “poeta de la revolución”. Es cierto que fue poeta, dramaturgo y corresponsal de guerra, pero también fue político y miembro del PCE, y, sobre todo, hombre y enamoradizo.
Primeras andaduras
Miguel pudo estudiar más que otros hijos de jornaleros de su época si tenemos en cuenta que fueron 7 hermanos, aunque tres chicas murieron al poco tiempo de nacer. Orihuela tenía un alto índice de analfabetos. De hecho los padres no sabían leer ni escribir (población de 35.000 habitantes, unos 15.000 vivían en Orihuela, el 16% analfabetos).
Vicente, el hermano mayor, cuenta a Claude Couffon en abril de 1962, en Orihuela:
Cuando abandonamos la calle San Juan, donde habíamos nacido Miguel, Elvira y yo, para instalarnos en la calle Arriba, Miguel comenzó a ayudarme a cuidar las cabras. En los primeros tiempos, como todavía era muy pequeño, se quedaba en el patio con las madres y las crías y yo conducía el grueso del rebaño a la huerta (...). Iba a la escuela de los niños pobres del barrio, era buen alumno pero no podía estudiar nada: apenas de regreso de sus clases, mi padre le obligaba a encerrarse en el patio con las cabras (Ínsula, 544, abril 1992, pág. 28).
De párvulo estuvo en el colegio privado “Nuestra Señora de Monserrate”; le daba clases el ex seminarista Jesús Pellús Rodríguez, previo pago de 1,50 pesetas al mes; a los ocho años empezó a asistir a la escuela del “Ave María” bajo la tutela del seglar granadino Ignacio Gutiérrez Tienda. Es decir, el “Ave María” era una más de las escuelas que había en España fundadas por el padre Andrés Manjón. A los trece años pasó a estudiar preparatorio superior o primero de bachiller en el Colegio Santo Domingo de los jesuitas de Orihuela, que se ubicaba a escasos 20 metros de la casa paterna. El “Ave María” estaba situado en el mismo edificio del Colegio de Santo Domingo, el llamado El Escorial de Levante, mandado construir por el arzobispo Fernando de Loazes, ¿el obispo leproso? Hernández fue un estudiante despierto e inteligente, brillante, llegó a ganar dignidades, que recibió con ceremonias: Príncipe en Aritmética y Emperador en Gramática, sobresaliente en las demás asignaturas. De los jesuitas aprendió a tener una alta consideración de sí mismo, y se le inculcó la idea elitista del ser diferente o de pertenecer al grupo social de los elegidos. La Iglesia enseñaba y enseña al pobre, al obrero, a resignarse con su destino, pero a los ricos a gobernar y dar limosnas.
Cuenta José A. Juan García (El Eco Hernandiano, Nº 29):
Por aquellos años, los barrios de Orihuela estaban perfectamente identificados y diferenciados, y además, mantenían ciertas rivalidades, sobre todo entre los jóvenes. La calle Arriba, La Peña, la calle Acequia, la calle Meca, el Rabaloche, etc...
Cada barrio tenía sus propias fiestas y celebraciones y, lógicamente, también tenía a sus personajes de cierta celebridad y empaque. Podríamos afirmar que, después del barrio del Rabaloche, la Calle de Arriba era el más importante de todos.
El fútbol era una de las aficiones que hacían estragos en la época. En la calle de Arriba estaba recién formado el equipo de “La Repartiora”, el equipo de Miguel, de José Mª Soto y de otros muchos. Es posible que el escritor Manuel Molina, mentor de semejante actividad, confundiera las reuniones para cenar entre amigos y los bailes que se hacían en la casa de Efrén, en el mismo horno, a los cuales, con toda seguridad, no asistían ni Miguel, ni los que se dedicaban a la literatura. Está por demostrar que la hahona de los Fenoll se dedicase a ese centro cultural de tertulias, donde se leían poemas y se animaban unos a otros para escribir y publicar. De todas formas, creo que el hecho en sí carece de importancia y no merece ser discutido.
En verano, la parte alta de la terraza de la tahona, sobre todo la parte de los gallineros, la dedicaban a realizar bailes entre aquellos amigos, a los que invitaban a muchos vecinos del barrio que alababan la simpatía y buen carácter de Efrén.
La mala fortuna de Miguel llegó en marzo de 1925 cuando su padre toma la decisión de sacarle del Colegio de Santo Domingo; tenía catorce años y medio, y le envió a trabajar como dependiente a la tienda de tejidos El Globo, se incendió este local y le mandó a cuidar el ganado familiar y repartir leche junto a su hermano mayor Vicente. “De padre cabrero, hijo cabrero”, decía el padre; quiso que sus hijos tuvieran las mismas oportunidades, ¿o acaso necesitaba mano de obra gratis, y el padre le prohibió leer y escribir en casa? Pues si le sorprendía leyendo de noche gastando luz, le golpeaba en la cabeza o le daba con la correa. Vicente, el hermano mayor de Miguel, cuenta que su hermano tenía que leer de noche y a escondidas, otras veces en el huerto bajo la higuera o mientras cuidaba las cabras, sobre el lomo de una de ellas, como la Luná. Su padre, analfabeto, sólo sabía dibujar su firma, le recriminaba a su hijo que estudiar suponía una “pérdida de tiempo”, con todo el trabajo que había en casa. La incomprensión del padre era propia de un hombre de su tiempo, un hombre cuya verdadera religión era el trabajo de supervivencia, y no creía que el arte de la poesía fuera futuro para su hijo.
Este humillante hecho de pasar de ser estudiante sobresaliente a pastar cabras, causó en Miguel una profunda decepción, un golpe moral del que no se recuperará jamás; se siente víctima de su autoritario padre, pues había bajado de las altas torres de la dignidad de Santo Domingo a los corrales de las cabras. Para mayor afrenta veía desde su casa y desde la sierra la cúpula azul de la capilla del Colegio de Santo Domingo. Las puertas se le habían cerrado, todo el complejo era ahora un muro alto e inexpugnable. Pero de los jesuitas había aprendido la férrea voluntad de resistir, de ser diferente, de ser terco, de ser rebelde o “cabezonico” como decía su madre Concheta, de origen gitano, como había asegurado posteriormente Josefina Manresa. Con la familia vivía la tía Antonia, hermana de Concheta, gitana declarada; por ello Miguel llamaba a su madre “la gitana oscura y querida”. Consciente de su valía, Miguel ha decidido ser escritor y poeta.
Ante esta nueva eventualidad de degradación de su estamento social de estudiante de bachiller elemental a pastor de cabras, Miguel no podía seguir viviendo bajo el mismo techo del padre. Seguro que le odiaba. Pero su férrea voluntad de superación, más sus deseos de abandonar su degradante, para él, oficio de pastor, continuó con su autoeducación, leyendo libros de la Biblioteca Municipal de Orihuela que dirigía Inocencia González Palencia, quien se enfadaba mucho por el mal estado en que le devolvía los libros. Además tuvo a su disposición la biblioteca privada del vicario de la diócesis —desde 1924—, don Luis Almarcha Hernández, vecino suyo de la calle Arriba; éste le deja leer obras de los escritores latinos Virgilio y Ovidio, y además le prestaba su máquina de escribir Adler, hasta que Miguel compró a plazos una máquina de escribir portátil de la marca Corona (máquina que se la echaba a la espalda y se la llevaba al monte, algunas veces escribía oculto en un aprisco o especie de covacha natural que había y se conserva a unos 20 metros de su casa). El tiempo que duró el pastoreo fue de unos seis años. Y al cumplir la mayoría de edad —a los 21 años los varones—, en noviembre de 1931 se marchó a Madrid. La humillación paterna le había fortalecido, porque a veces las personas se fortalecen ante el dolor y la iniquidad, pues tenía que demostrar ante su padre y sus antiguos alumnos su valía como escritor. Estaba convencido de que él era diferente y buen poeta, entendió perfectamente que los fracasos eran el camino al triunfo. Acudía a los antiguos baños de aguas frías mercuriales del Barrio de San Antón (antaño embotelladas y exportadas, “La Q.B.”). Formó p arte del equipo de fútbol “La Repartiora”; por su lentitud en el juego le pusieron de mote “El Barbacha”, nombre con el que se conoce a un caracol en la Vega Baja.
La afrenta a la que había sido sometido por su padre le obliga moralmente a embarcarse en conseguir grandes logros literarios como única salida, y subir en la escala social de un pueblo caciquil, un pueblo agrícola y clerical, cerrado a las oportunidades literarias. Hernández tenía muy arraigado el sentido del sacrificio y la consideración a sí mismo inculcada por los jesuitas. Forjó su vida en el empeño en ser escritor, empezó a leer a poetas latinos y áureos: Garcilaso, Lope de Vega, Góngora, Cervantes, a actuales como Luis del Val, García Lorca, Gabriel Miró o Vicente Medina y Jorge Guillén. Hará amistad con poetas locales como Carlos Fenoll (trovero, poeta vecino, aficionado a los toros), Jesús Poveda, Augusto Pescador, Jesús Murcia, Ramón Sijé (al que conoció de vista en Santo Domingo, fundador de las revistas Voluntad, Destellos y El Gallo Crisis), José María Ballesteros Meseguer (médico-escritor) y Ramón Pérez Álvarez (años 36 época de Silbo).
El vicario de la diócesis (sustituto del obispo) era don Luis Almarcha Hernández (firmaba artículos como A. Hernán), director efectivo del semanario El Pueblo de Orihuela, órgano del Sindicato de Obreros Católicos de Nuestro Padre Jesús, y de la Caja de Ahorros Monserrate. Por mediación de Carlos Fenoll, quien le dedicó “La sonata pastoril”, 3o de diciembre de 1929, en El Pueblo de Orihuela, le publican su primer poema “Pastoril” el 13 de enero de 1930, año III, núm. 99. Don Luis se convertirá en el primer protector de Miguel y director espiritual, además, reconociendo en el joven pastor-poeta sus virtudes virgilianas, le pedirá un poema para que se recitara el 1º de mayo de 1930 por el obrero Andrés Mora, quien lo hizo sin quitarse la gorra y vestido con camisa azul, símbolos del trabajo. Miguel, en un estado de desesperación por publicar un libro, escribirá el poema “A todos los oriolanos”, que se publicará el 2 de febrero del 31 en El Pueblo de Orihuela. Don Luis Almarcha Hernández (obispo de León desde 1944 hasta 1970) se debió sentir halagado ante el verso “Alma de mis oriolanos / ¡digo!... oriolanos de mi alma...”; como apunta Eutimio Martín: “Difícilmente podía pasar desapercibida la asociación alma/Almarcha, en extremo halagador” (El oficio de poeta, 2010, página 120). En El Pueblo de Orihuela publicó unas 17 composiciones.
También busca la amistad literaria del médico y escritor José Mª Ballesteros Meseguer, que había escrito Oriolanas: cuadros y costumbres de mi tierra, Alicante, 1930, con estilo mironiano. Hernández lo leyó y le dedicará el poema “Ofrenda”, publicado el 5 de junio del 30 en Actualidad, que dirigía Alejandro Roca de Togores. Meses después Ballesteros publica una semblanza de Miguel en la revista Voluntad titulada “Pastor poeta”, que a Miguel no le importa, pues ya estaba explotando esta condición humilde que le va bien. En realidad, una demostración de falsa modestia. Miguel siente la necesidad de salir de lo local para tomar lo provincial. El primer poema en la revista Voluntad (de Ramón Sijé y Jesús Poveda) se titula “Nazareno”. También colabora en la revista Destellos, dirigida por Ramón Sijé; publica unas 7 composiciones, la primera “Insomnio”, del 30 de noviembre del 30. Aquí se publicará “Canto a Valencia”, poema con el que Miguel había ganado su primer premio de poesía en el Orfeón Ilicitano, bajo el lema “Luz..., pájaros..., sol”, publicado en el Ilicitano el 5 de abril del 31. Todo premio aumenta la autoestima de un poeta, que necesita de la alabanza de los demás.
Logrará llamar la atención de Juan Sansano Benisa, oriolano, director y propietario del diario El Día de Alicante, donde Hernández publicará cinco composiciones. Sansano le había prometido editarle una antología poética, pero este proyecto no se llevará a efecto. El Diario de Alicante, que dirigía Emilio Costa, le anuncia el acto de Miguel y Ramón Sijé en el Ateneo de Alicante, del 29 de abril de 1933. En Nuestra Bandera, órgano del partido comunista, publicará varios artículos periodísticos en noviembre de 1937.
Es dado como excedente de cupo para hacer el servicio militar. Ante las continuas frustraciones intuye que tiene que salir de una Orihuela que le ahoga, como así se lo hizo saber en carta al “venerado poeta” Juan Ramón Jiménez, carta del 15 de noviembre del 31. Necesita publicar un libro como algo acuciante; con ello, creía, ingenuamente, que cambiaría su posición económica, que podía comprarse un traje para asistir a las tertulias de los señoritos. Escribirá “Me he creído ser poeta...” en febrero del 31 en el poema “A todos los oriolanos”, y es que todo poeta tiene que convencerse para convencer a los demás.
Periodos madrileños
Se lleva muy mal con su padre, éste le ha tomado por un gandul que no quiere trabajar. Miguel tiene 21 años, hace tiempo que no se deja pegar por el padre, pero los enfrentamientos dialécticos eran continuos, no quiere el bucólico trabajo de pastor. El padre no lo sabe hasta última hora. La llegada de la II República de abril del 31 le da esperanzas de ir a un Madrid republicano más tolerante; prácticamente huye de Orihuela y, con la ayuda económica de su amigo Ramón Sijé y el abogado José Martínez Arenas, consigue dinero para su primer asalto de Madrid. Sale el 30 de noviembre del 31 en tren, le despiden Carlos Fenoll, Poveda y Sijé; llega el 2 de diciembre; el abogado José Martínez Arenas le recomienda a Concha de Albornoz, hija del ministro de Gracia y Justicia don Álvaro de Albornoz y Limiñana, que, a su vez, le recomendará a Ernesto Giménez Caballero (Gecé), impresor y director de La Gaceta Literaria, con un suplemento, El Robinsón Literario, donde el 14 de enero del 32 le publicará una humillante entrevista. Y además deja mal a Concha de Albornoz. A veces hay que dejar a un lado el orgullo para conseguir objetivos de promoción. Se hospeda en una pensión cerca de la plaza de Santo Domingo, calle Costanilla de los Ángeles, 6.
Por esas fechas contacta también con el yeclano Francisco Martínez Corbalán en el semanario madrileño Estampa, que le publica en el Nº 215, de fecha 20 de febrero de 1932, un reportaje con fotografía (Miguel con abrigo), con el título “El cabrero poeta y el muchacho dramaturgo”, el muchacho dramaturgo era Virgilio Soler Pérez, alicantino (lo estudió Gaspar Peral Baeza, en revista Perito Literario-Artístico, Nº 2, Alicante, abril de 2005: “El muchacho dramaturgo —Virgilio Soler— que compartió página con el cabrero poeta Miguel Hernández”). Es decir, que el aprendiz de poeta busca todos los recursos para hacerse conocer; ya tiene su marca, su diferencia, cabrero-poeta o pastor poeta, que será su liturgia, pero no tiene libro publicado, por lo tanto no es poeta reconocido; es como el pintor que nunca expone su obra, nunca le reconocerán su obra. Todo poeta tiene la necesidad del reconocimiento, pues de lo contrario su esfuerzo quedará en silencio íntimo, en la voz callada, todo poeta es rapsoda, se cree un Homero.
Concha de Albornoz le recomienda a Juan Guerrero Ruiz, secretario del Ayuntamiento de Alicante desde el 4 de octubre de 1931, y que antes fuera secretario de José Bergamín cuando fue director general de Acción Social y Agraria en la República, y además era amigo íntimo de Juan Ramón Jiménez, para que el Ayuntamiento le conceda una beca de estudios. No puede pagar la pensión de Costanillas, encuentra habitación en la Academia Morante, calle Navacerrada 4, a cambio de ejercer de portero. En Navidad del 31, Augusto Pescador desde Orihuela organiza una colecta, donde recaudan 30 duros para enviárselos al joven poeta. Miguel acude casi a diario a la Biblioteca Nacional. Como no puede pagar, la pensión Morante le echa a la calle; acude a la Posada del Peine, que es tan miserable que no puede aguantar allí; pasó hambre, durmió en las bocas del metro y puentes de Madrid. Alfredo Serna, farmacéutico y concejal del Ayuntamiento oriolano que vivía en Madrid, le consigue una pensión de 50 pesetas mensuales por ampliación de estudios (solamente la recibió por dos meses; se anuló la ayuda).
Acude a casa de Augusto Pescador, su paisano, que estudiaba en Madrid. Escribe a su padre, y éste le dice que no puede mandarle nada. Fueron muchas las penalidades de Miguel en Madrid.
Miguel HernándezRegreso a Orihuela
A mediados de mayo del 32 no puede resistir más miserias, está enfermo en Madrid y regresa a Orihuela, herido pero no vencido; cuando llega a su casa ya no trabajará más como pastor, al padre ni le hablará. En su huerto y bajo su higuera instalará su despacho, estrechará amistad con Ramón Sijé (por eso en la elegía a la muerte de Sijé escribirá: “volverás a mi huerto y a mi higuera”), con Carlos Fenoll, Jesús Poveda, Augusto Pescador, Paco de Díe, Antonio Gilabert (su primo); más tarde, en el 36, se incorpora Ramón Pérez Álvarez a través de la revista Silbo. Casi a diario acudirá a la panadería de Carlos Fenoll, situada en calle Arriba 5, lugar donde “alguien” inventó lo de la tertulia de la Tahona. Ramón Sijé (Pepito Marín) iba a la panadería, no a la tertulia sino a “pelar la pava” con su novia Josefina Fenoll, mujer rubia, bella, de la que seguramente Miguel se había enamorado pero no insistió porque no tenía nada que ofrecerle y enfrente tenía a un fuerte competidor, a Pepito Marín, estudiante de derecho por libre en Murcia e hijo de un comerciante de tejidos, José Marín Garrigós, dueño del establecimiento llamado La Alhambra, en la calle Mayor (dato tomado de una publicación literaria con páginas de anuncios comerciales, de mediados de los años veinte del siglo pasado, obrante en el archivo hernandiano de Gaspar Peral Baeza). Ahora, Miguel trabajará como botones en un banco, el Español de Crédito; también como chico de los recados, por un mes, con el notario José María Quílez, y meses después como mecanógrafo con el notario Luis Maseres Muñoz. Participará en el homenaje al escrito r Gabriel Miró —fallecido el 27 de mayo del 30— que se celebrará el 2 de octubre de 1932 con la inauguración de un busto obra del escultor murciano José Seiquer Zanón (fue el mismo que le hizo la mascarilla mortuoria a Ramón Sijé), acto que lo inaugurará Ernesto Giménez (Gecé), amigo de Sijé, ante las renuncias de Marcelino Domingo, Azorín y Pedro Salinas. Hubo un encuentro verbal con Antonio Oliver Belmás, marido de Carmen Conde, que había venido desde Cartagena en una “romería literaria” junto a alumnos de la Universidad Popular. Oliver Belmás llamó mentiroso al falangista Gecé, y acabaron en comisaría. Se publicó El Clamor de la Verdad, un solo número, donde Miguel colabora con dos composiciones: “Limón” y “Yo. La madre mía”, con influencias estilísticas del autor de El obispo leproso.
Miguel lee en El Debate de Madrid, que dirigía Herrera Oria, una convocatoria de seis becas para estudiar periodismo; intenta participar a través de la mediación de don Luis Almarcha (carta de fecha 10-10-32) pero no lo consigue, puesto que una de las condiciones era tener estudios de segunda enseñanza o universitarios, y además se prohibían las recomendaciones. Una vez más Miguel siente la impotencia de ser escritor, pero sabe que los fracasos son el camino hacia el triunfo, nunca se dará por vencido.
Perito en lunas
Sabe que no puede volver a Madrid sin un libro de poemas, está convencido de que no se es poeta si no se publica, debió pensar. Se aferra a la amistad de Ramón Sijé, convertido en su agente literario para conseguir financiación de su primer libro, que saldrá el 20 de enero del 33. Perito en lunas no es sólo un libro sino un periodo donde el poeta escribió décimas y octavas, que no llegaron a publicarse en su ópera prima por falta de espacio, ya que se tenía que sujetar a las condiciones del contrato, que decía que se tenía que ajustar al formato, papel y las 46 páginas de Tiempo cenital de Antonio Oliver, publicado el 15 de abril de 1932 (ver mi trabajo Simbología secreta de Perito en lunas de Miguel Hernández, Palmeral, Alicante, 2005). El 20 de enero del 33 ya tiene en sus manos Perito en lunas con prólogo de Ramón Sijé, publicado en Sudeste, sección que dirigía Raimundo de los Reyes, redactor de La Verdad de Murcia. Aparece como Miguel Hernández Giner. El primer ejemplar se lo dedicará a su amigo el profesor de dibujo Francisco de Díe en su huerto: “A ti Paco D. Pintor que olvidas mis inconveniencias. Yo: M. Hernández Giner”. Miguel se colocó, como segundo apellido, el segundo de su madre, Concepción Gilabert Giner.
Ramón Sijé se ha convertido en su agente literario; sin la ayuda de Sijé no se hubiera publicado Perito en lunas. Le ha puesto en contacto con amistades influyentes, caso de Juan Guerrero Ruiz, secretario del Ayuntamiento de Alicante. Sijé y Miguel presentarán Perito en lunas primero en la Universidad Popular de Cartagena el 28 de enero de 1933, donde Ramón Sijé leyó su “Conferencia ridícula”. Miguel lleva un cartelón que le había dibujado Rafael González Sáenz; sobre la mesa dejó un melón, una granada y un limón dentro de una jaula, al que llamaba “chinito coletudo”. Este cartelón se perdió en el tren; por ello, después Paco de Díe le dibujó otro cartel para el Ateneo de Alicante, acto que se celebró el 29 de abril del mismo año, y donde leyó su composición “Elegía media del toro” (el cartel también se perdió). Terminó con versos de Juan Ramón Jiménez, Alberti y García Lorca. Ramón Sijé habló acerca de “El sentido de la danza. Desarrollo de un problema barroco de Perito en lunas”. Debieron asistir José Guerrero Ruiz y José Juan Pérez, vocal del Ateneo. El 28 de julio del mismo año volvió otra vez a la Universidad de Cartagena para recitar “Elegía media del toro”.
Ha aprendido que para ser conocido ha de tener amistades que le apoyen, sin duda la trastienda de la forja de todo poeta en ciernes. Más la necesidad de perder su natural timidez. Su primer libro, hermético y gongorino, no obtiene la repercusión necesaria y así se lo hace saber a García Lorca (a quien conoció el 2 de enero del 33 en Murcia), quien le responde: “Tu libro está en silencio, como todos los primeros libros, como mi primer libro, que tanto encanto y tanta fuerza tenía. Escribe, lee, estudia. ¡Lucha! No seas vanidoso de tu obra”. Si Lorca le cogió “alergia” a Miguel, tenía sus motivos, ya que Miguel le insultó en una de sus alocadas y rabiosas cartas cuando le dijo: “...la tarde aquella murciana, que he maldecido las putas horas y malas que di a leer un verso a nadie” (carta de 10 de abril de 1933). Una carta sin educación, arrogante y descarada. Luego en Madrid le perseguía para que le estrenara la obra dramática El torero más valiente, inspirada en la muerte del torero Ignacio Sánchez Mejías.
De nuevo en Madrid
En su segundo viaje a Madrid, en la primavera del 34 empezará a trabajar como secretario de José María Cossío, para el último tomo de Los toros, enciclopedia de Espasa Calpe; Miguel creía que trabajaba para la editorial, pero no era así, Cossío lo tenía contratado a su cuenta. Le había conocido en la tertulia de Cruz y Raya de José Bergamín. Al poeta chileno Pablo Neruda le conocerá en una conferencia que dio Pablo en la Universidad de Madrid el 6 de diciembre del 34 (José Carlos Rovira comentó en una conferencia del 4 de mayo de 2010, Fórum 80 Mundos, que este encuentro no está documentado). Pablo conocía su auto sacramental, publicado en Cruz y Raya en 1934; Miguel ya no se separa de él, el chileno es quien le introduce en las tertulias literarias madrileñas. Miguel le dedicó “Oda entre sangre y vino”. Pablo le invita a colaborar en la revista Caballo Verde para la Poesía; en el primer número publica el poema “Vecino de la muerte”. Pero según Eutimio Martín no es Pablo quien indujo a Miguel hacia la poesía revolucionaria, puesto quien le enseña “que la poesía deviene un arma, puede y debe convertirse en arma”, es el poeta argentino Raúl González Tuñón, autor de La rosa blindada, a quien conoció Miguel en la peña de la Cervecería Correos de Madrid y a quien oyó la lectura de dos poemas revolucionarios en el Ateneo madrileño. El día 20 de diciembre del 35, asiste a la comida homenaje a Raúl González. En la fotografía aparece el organizador: Federico García Lorca, Neruda, Norah Borges, Manuel Altolaguirre, León Felipe, Petit de Murat, Gerardo Diego, Enrique Azcoaga, M i guel Hernández...
La comunista era Delia del Carril cuando fue alumna y posible amante del pintor cubista francés Fernand Léger en París, y no Neruda, que lo sería a partir de 1945 en Chile. Miguel conocerá a Vicente Aleixandre cuando le pidió un ejemplar de La destrucción o el amor en la primavera de 1935, en plan siempre pedigüeño “No me es posible adquirirlo [...] firmado: Miguel Hernández, pastor de Orihuela”. Vicente adoptará hacia Miguel una actitud paternalista. Es difícil codearse con los poetas del 27, puesto que éstos eran universitarios y de otra clase social, y todos mayores que él. Miguel es de los poetas noveles pesados, tanto es así que García Lorca le huía y Luis Cernuda también; eran de origen “señorito”. El 4 de mayo del 35 asiste a la comida homenaje dedicada a Aleixandre en el restaurante Buenos Aires de Madrid. En la foto existente vemos de izquierda a derecha y de pie a Miguel Hernández, Leopoldo Panero, Luis Rosales, Antonio Espina, Luis Felipe Vivanco, J. F. Montesinos, Arturo Serrano Plaja, Pablo Neruda y Juan Panero. Sentados, Pedro Salinas, María Zambrano, Enrique Diez-Canedo, Concha Albornoz, Vicente Aleixandre, Delia del Carril y José Bergamín. Sentado en el suelo: Gerardo Diego.
Días después, el 13 de mayo, Miguel asistirá a la comida homenaje al pintor Hernando Viñes, de la Escuela de Vallecas, en la Hostería Cervantes de Madrid; entre los que acuden, Pablo Neruda, Delia del Carril, Guillermo de Torre, Federico García Lorca, Pepín Bello, Rafael Alberti, María Teresa León, José Caballero, Eduardo Ugarte, E. Thais, Luis Buñuel, Luisa Condoy, J. Vicent, Acario Cotapos, Gustavo y la señora Dorronsoro, Hortelano y Santiago Ontañón.
Estas amistades enfrían las relaciones con Ramón Sijé, pues Miguel ha tomado un camino anticlerical; inicia un cambio en su poesía, que se vuelve revolucionaria, son los “brotes verdes” de la poesía social, ya que la poesía hernandiana es el puente entre los del 27 y la posterior poesía social. En junio del 35 escribe una carta poco acertada, a mi entender, a Juan Guerrero Ruiz, teniendo en cuenta que era un hombre muy religioso, en la que le escribe: “Estoy harto y arrepentido de haber hecho cosas al servicio de Dios y de la tontería católica”. ¿Cuáles son estas tonterías al servicio de Dios?, creo que debe referirse a sus poemas en la ahora menospreciada “triste revista de nuestro amigo Sijé”, El Gallo Crisis. Miguel se muestra desagradecido con Ramón Sijé, con todo lo que éste había hecho por aquel lunicultor o pastor de lunas y sueños. Quizás su auto sacramental “Quien te ha visto y quien te ve y sombra de lo que eras”, se convirtió para la conciencia revolucionaria del poeta en una carga moral, puesto que el contenido es en realidad un sermón versado sobre la resignación de los agricultores, y sus penalidades: Dios lo resolverá todo.
Dámaso Alonso, que no conoció personalmente a Miguel, cree que Miguel es “un genial epígono del 27”; cuando escribe su Perito en lunas lo que hace es homenajear a Góngora, pero tardíamente, ya que el tercer centenario de la muerte del cordobés se había celebrado en el Ateneo de Sevilla en diciembre de 1927, patrocinado por el torero y mecenas Ignacio Sánchez Mejías, que los alojó en su finca de Pino Montano.
Misiones pedagógicas
Hernández participará en dos Misiones Pedagógicas, según leemos en su correspondencia, lo cual supuso enriquecer su conocimiento de la realidad rural española. Fue Enrique Azcoaga quien le reclutó; le había conocido por mediación de la filósofa veleña María Zambrano en Madrid, ya que las hermanas Zambrano celebraban semanalmente una tertulia a la que asistía Camilo José Cela. Cobraría diez pesetas diarias. María llevaba ya tiempo recorriendo pueblos con las Misiones. La amistad entre Enrique y Miguel se intensificó en los numerosos viajes que realizaron por Salamanca, La Mancha y Andalucía, con un paquete de actividades de divulgación cultural: música, cine y recitales. Miguel ya tenía un trabajo donde poder demostrar sus cualidades de relaciones públicas, rapsoda y otras actividades lúdicas. Las Misiones Pedagógicas las dirigen Enrique Azcoaga, Juan Antonio Maravall y Eduardo Llosent. El presidente del Patronato de las Misiones Pedagógicas fue Manuel Bartolomé Cossío, quien desde la presidencia no sólo ejerció una labor de dirección intelectual del proyecto. La primera etapa debió ser por tierras de Castilla, en el mes de abril del 35, puesto que el 6 de mayo de ese mismo año escribió a Josefina “...que había de estar por tierras de Salamanca: estoy en Madrid desde hace seis o siete días”.
Rastreando por las bibliotecas el profesor José Luis Puerto halló que estuvieron en pueblos de Salamanca: Iruelos, Ahigal de Villarino, Brincones, Puertas y Vitigudino.
Cuenta Enrique Azcoaga que al entrar Miguel en la Universidad de Salamanca, en el aula donde fray Luis impartiera sus clases, Miguel no pudo reprimirse y, arrojándose al suelo, lo besó frenéticamente.
La segunda etapa fue por Sierra Morena en marzo de 1936 (cartas a Josefina). Puertollano, Mestanza (Ciudad Real) donde conoció a la maestra Carmen Pastrana, Tamaral, Valdepeñas y Albadalejo (Jaén); el llamado Tamaral (carta a Josefina en marzo de 1936), no sabemos si se trata del Solanillo del Tamaral (Ciudad Real) o El Tamaral de Jaén.
Revista El Gallo Crisis
El Gallo Crisis tenía como subtítulo: “Libertad y Tiranía”, antítesis o contraposición de dos conceptos, fue muy del gusto de los poetas del periodo barroco. Y no es más que la libertad del espíritu o sus creencias contra la tiranía de toda forma de poder. La Iglesia contra la República. Se fundó por Ramón Sijé en Orihuela en mayo de 1934 y se publicó durante un año aproximadamente; como bien apuntan Verónica G. Ortiz y María Carmen Rabasco en su artículo sobre la biografía de Ramón Sijé: “...quería demostrar el verdadero catolicismo, promulgar una religión activa, ya que la religiosidad fue la base de todo su quehacer religioso y humano”. Y estas ideas se reafirman si examinamos a los miembros del grupo fundador: Ramón Sijé, Jesús Alda, el notario José María Quílez, el padre Juan Colom, fray Buenaventura de Puzol, Tomás López y Juan Bellod.
Si aceptamos que Gallo equivale a Cristo podemos pasar al segundo sustantivo: Crisis, del cual podemos derivar en dos hipótesis: la primera es que si de seis letras que contiene esta palabra, la mitad coinciden con las tres primeras letras de CRIS-to, podemos descubrir y encontrarnos con: “El Gallo Cristo”. Sin embargo, esta denominación, y en aquellos años, no hubiera sido bien aceptada por la censura, los lectores ni el obispado; por ello, creo que Ramón Sijé y los demás fundadores optaron por buscar algunas ideas subliminales que encubrieran la idea religiosa bajo un críptico título. La segunda hipótesis radica en su propia etimología, palabra que deriva del griego krisis, de krinein, juzgar, y su acepción actualizada es la de cambio favorable o desfavorable de un asunto. También, momento decisivo o peligroso en la evolución de las cosas. Hernández publica en todos los números de El Gallo Crisis (seis números, el último doble), una revista que no gustó en Madrid. Pablo Neruda se encargó de ello. Es de destacar su poema religioso dedicado a María Zambrano, “La morada-amarilla” (donde se nombra trece veces a Dios).
Maruja Mallo
En agosto del 35 fue invitado por la Universidad Popular de Cartagena para participar en un homenaje a Lope de Vega; allí mantendrá conversaciones con la joven María Cegarra Salcedo, poeta y perito químico de la Unión; parece ser que le dedicó tres sonetos publicados en El rayo que no cesa. El grupo estuvo en Cabo de Palos, donde leyeron la estampa “El caracol del faro” de Gabriel Miró.
En Madrid su paisano Francisco de Díe le presentará, a mediados del 35, a la pintora gallega surrealista e inhibida Maruja Mallo, con la que tendrá una relación íntima, pero ésta le deja “como el toro burlado, como el toro” (v. 14, poema 23: “Como el toro he nacido”, El rayo que no cesa), quizás porque no era el hombre adecuado para ella, quien había tenido relaciones con Emilio Aladrén, que se lo quitó Lorca con halagos al decirle que tenía aspecto de ruso, y con Rafael Alberti, antes de conocer a María Teresa León. De Díe le presentará además a Benjamín Palencia y a otros artistas de la Escuela de Vallecas.
Es la época en que conoce a los artistas de la Escuela de Vallecas, como al escultor toledano Alberto Sánchez, a Víctor González Gil, al albaceteño Benjamín Palencia, a quien pidió que le ilustrase el libro El silbo vulnerado, que no se llegará a publicar entonces; la idea era que lo hiciera José Bergamín en Cruz y Raya como ya lo hiciera con el auto sacramental. El silbo vulnerado lo publicó José María de Cossío, en 1949, Espasa Calpe Argentina, Colección Austral, Nº 908.
En cambio, Miguel sí consiguió que la Editorial Héroede Manuel Altolaguirre y Concha Méndez le publique El rayo que no cesa; salió el 24 de enero del 36. Es la primera de las publicaciones de la generación del 36, que es a la que pertenece Hernández. Un mes antes, en la Revista de Occidente de Ortega y Gasset, aparecieron la “Elegía” a la muerte de Sijé y seis sonetos en su número de diciembre de 1935; merece elogios de Juan Ramón Jiménez. No en vano Jiménez había recibido en el 33, a través de Juan Guerrero Ruiz, la “Elegía a Gabriel Miró”, dedicada por Miguel con las iniciales (J.R.J.), y además motivó dos encuentros personales con Juan Ramón Jiménez. El pastor-poeta sabía qué puertas tocar. En el 36 y en Orihuela funda la revista Silbo (dos números) con Carlos Fenoll, Gabriel Sijé, Jesús Poveda y Ramón Pérez Álvarez. Colaboraron poetas de Madrid con ilustraciones de Maruja Mallo.
Periodo de la guerra civil
La sublevación militar inicia la guerra civil el 18 de julio del 36. Miguel se entera por Aleixandre del asesinato de García Lorca ocurrido el 19 de agosto del 36 en Víznar (Granada); se dice que fue el detonante que le empujó a ir a Madrid; el 18 de septiembre está en la capital de España, y se afilia, primero, al Partido Comunista, y luego, voluntario al Quinto Regimiento de Milicias Populares, situado en calle Francos Rodríguez, donde pasa un periodo de instrucción; es asignado a la Segunda Compañía de Fortificaciones y será destinado a construir trincheras en Cubas (Cubas de la Sagra, Madrid). Parece ser que empieza a cobrar 10 pesetas diarias como todo soldado. Tras un periodo de enfermedad es rescatado por el poeta malagueño Emilio Prados Such (fundador de la revista Litoral, 1926, con Altolaguirre) para misiones más productivas en El Batallón del Talento, de Valentín González el “Campesino”. Como ya pertenece al PC se codea con Rafael Alberti y María Teresa León (directora de Teatro), con José Herrera Petere, Sánchez Vázquez, Justino Frutos en la Alianza Internacional de Escritores Antifascistas en Madrid. Miguel firma un manifiesto, que apareció publicado en El Sol el 19 de noviembre del 37, titulado “A los intelectuales antifascistas de todo el mundo”, donde aparece junto a José Bergamín, Manuel Altolaguirre, Luis Cernuda, Miguel Prieto, Alberto Sánchez, Eugenio Imaza, Vicente Aleixandre, Salvador Bacarisse, Gabriel García Maroto, María Teresa León, Rafael Dieste, Arturo Souto, Arturo Serrano Plaja, Felipe Camarero, Rafael Alberti y Emilio Prados (una copia de este manifiesto fue incluido en el sumario de urgencia 21.001, junto a otros más).
En Alcalá de Henares, el 23 de noviembre, el periodista cubano Pablo de la Torriente Brau, brigadista internacional y comisario político, le descubre como poeta. Le nombrará jefe del Departamento de Cultura.
Recita poemas para levantar la moral en Valdemoro, Pozuelo de Alarcón, Alcalá de Henares, Ciudad Lineal, Majadahonda, Boadilla del Monte...
Miguel Hernández
Miguel Hernández en la E5RMP.
Y Miguel comienza su gloria poética de escritor publicando en revistas llamadas “de lucha”; habla en la Emisora del Quinto Regimiento de Milicias Populares el 4 de diciembre del 36, por ello en el micrófono leemos E5RM (falta en la foto la P), tal y como aparecen en las fotos a Mario Nicoletti (19-11-36) y a José María Galán (20-11-36). La foto de Miguel la tenía Juvencio Valle y se la mandó a Miguel desde Moscú, por eso se creía que la foto era de una radio de Moscú; lo descubrió Jesucristo Riquelme. Le destinarán a Andalucía, a Jaén, a las órdenes del comandante Carlos Contreras, dirige el “Altavoz del Frente Sur” situado en calle la Llana 9 (hoy Francisco Coello). El 9 de marzo del 37 se casará por lo civil con su novia oriolana Josefina Manresa Marhuenda, costurera, la “casta y sencilla” que en definitiva fue la que cazó y domó al rayo inagotable. La pareja marchó a Jaén, donde se reencuentra con el poeta de Guadalajara, José Herrera Petere, y su mujer Carmen Soler Llopis. Asiste como agente de propaganda al cerco del Santuario de la Virgen de la Cabeza, de cuyo suceso escribirá un artículo para el “Altavoz del Frente” Nº 15. El 19 de abril Josefina se va a Cox (ya está embarazada), por enfermedad de su madre. No le dice nada porque Miguel no está en casa, le deja encima de la mesa el reloj que Miguel le había regalado por el 6º aniversario de la República. No parece probable que Miguel estuviera a mediados de marzo en Torija (Guadalajara), en la victoria sobre las tropas italianas, según afirmaron Enrique Líster y Santiago Álvarez.
II Congreso Internacional
En junio acude al frente de Castuera en Extremadura. Estuvo también en Castro del Río (Córdoba), según la versión del Comandante Carlos (Vittorio Vidali), foto recitando encima de un vehículo. La mayoría de las fotografías en Jaén las hicieron Andrés Pérez Balmes y Tréllez. El 2 de julio del 37 asiste al II Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura, que se inauguró el domingo 4 por el doctor Juan Negrín y cinco ministros en el Ayuntamiento de Valencia. Oficialmente asisten 110 delegados de 27 países. El cartel anunciador era del pintor murciano Ramón Gaya. Tomó la palabra la figura estelar André Malraux. Ludwig Reen, José Bergamín... Asisten Antonio Machado, Rafael Alberti, Jacinto Benavente, Tomás Navarro Tomás (prologuista de Viento del pueblo, un prólogo de encargo falto de ganas e información).
La comitiva viaja a Madrid, continúa el congreso en la Residencia de Estudiantes los días 6 y 7, y regresan otra vez a Valencia; el 10 se reanudan las ponencias, Miguel forma parte de la “Ponencia colectiva”, junto a Sánchez Barbudo, Ángel Gaos, Antonio Aparicio, A. Serrano Plaja, Arturo Souto, Emilio Prados, Eduardo Vicente, Juan Gil-Albert, José Herrera Petere, Lorenzo Varela, Miguel Prieto, Ramón Gaya. Acuden al congreso escritores internacionales como Pablo Neruda, Vicente Huidobro (por Chile); por Cuba, Alejo Carpentier y Nicolás Guillén (le hizo una entrevista a Miguel), César Vallejo (por Perú), Raúl González Tuñón y Cayetano Córdova (por Argentina), Octavio Paz, José Chavás (por México), André Malraux o Louis Aragon (por Francia).
Viaje a la Unión Soviética
En el verano de 1937 Miguel era ya un consumado poeta popular. Es invitado por el presidente del Ateneo de Alicante, Carlos Carbonell, a dar una conferencia. Fue presentado por José Juan Pérez, vocal del Ateneo, amigo de Miguel. Dicha institución estaba dirigida por la Alianza situada en el edificio del palacio de los marqueses del Bosch de Arés o Condesa de Torrellano, cerca del Ayuntamiento. Miguel disertará sobre sus hazañas bélicas (no homenaje) el sábado 21 de agosto. Lee un relato del acontecimiento sobre el Santuario de la Virgen de la Cabeza. Habla sobre el asesinato de García Lorca a manos del fascismo. Terminó con estas palabras: “El poeta es el soldado más herido en esta guerra de España. Mi sangre no ha caído todavía en las trincheras, pero cae a diario hacia dentro, se está derramando desde hace más de un año hacia donde nadie le ve ni le escucha, si no gritara en medio de ella”. Fue muy aplaudido y felicitado.
Ya es profeta en su tierra. En el periódico alicantino Nuestra Bandera, del PC, publicará el 22 de agosto un artículo sobre su conferencia. En el mismo número se insertará el poema “Fuerza del Manzanares”, precedido de una reseña biográfica. También apareció un comentario de sus palabras y versos en Bandera Roja, el 22 de agosto. El diario El Luchador glosó una nota del acontecimiento el 23 de agosto; con esta fecha Nuestra Bandera publicó su trabajo “El hogar destruido”.
Asistieron al acto Vicente Ramos y Manuel Molina; gracias a ellos podemos dar cuenta de estas publicaciones (Miguel Hernández en Alicante, Colección Ifach, Alicante, 1976).
En septiembre del 37, y como un premio y reconocimiento a su labor de propaganda en la guerra y su defensa de la República, es invitado a viajar a la Unión Soviética como delegado en el V Festival de Teatro Soviético, al que asisten seis: Miguel Hernández (como dramaturgo), Casal Chapí (músico), Miguel Prieto Anguita (pintor), Francisco Martínez Allende (periodista), Gloria Álvarez Santullano (actriz), y como director de la expedición fue Cipriano Rivas Cherif, cuñado de Azaña, pero se incorporó desde Ginebra donde estaba como cónsul. Por primera vez Miguel viajará en avión desde París, escala en Estocolmo y Moscú. Regreso por Leningrado (hoy San Petersburgo; foto delante de la catedral de San Isaac), Londres y París, donde Alejo Carpentier le grabará la voz; para dicha grabación recitó “Canción del esposo soldado”.
La Editorial Nuestra Pueblo de Valencia le publica en 1937 sus dramas Teatro en la guerra (4 obritas urgentes: La cola, El hombrecillo, El refugiado, Los sentados) y El labrador de más aire. A su regreso de la Unión Soviética descansa en Cox, donde escribe dos artículos: “La URSS y España, fuerzas armadas” y “Hay que ascender las artes hacia donde ordena la guerra”, publicado en Nuestra Bandera de Alicante, 10 y 21 de noviembre (Vicente Ramos y Manuel Molina, 1976, págs. 49-54). Es llamado para el duro frente de Teruel, el 19 de diciembre nace su primogénito Manuel Ramón y le dan permiso para ir a Cox. A mediados de diciembre del 37 es llamado por Enrique Líster y su comisario político Santiago Álvarez al frente de Teruel. Hay certezas de que nuestro poeta estuvo pasando frío glaciar en una tienda de campaña en los Altos de Celadas; entró en el pueblo de Concud, que dista 4 kilómetros al norte Teruel, situado a 994 metros de altitud. Posiblemente también en San Blas, dista 6 kilómetros al oeste de Teruel, situado a una altura de 920 metros. Se duda si entró en Teruel capital el 22 de diciembre. Escribió varios poemas, entre ellos “Teruel”, que se publicó en El hombre acecha.
Al tener noticias del nacimiento de su primogénito (Manuel Ramón, nacido el 19-12-39), regresa a Cox y llega el día 24. Ha pasado por Valencia y ha recogido 25 ejemplares de Viento del pueblo, publicado en Socorro Rojo Internacional en septiembre de 1937, y 3.000 pesetas que le dan. ¿Qué hizo Miguel con este dinero?
Uno de los primeros ejemplares se lo dedicó a Josefina Fenoll, en Cox, 26 de diciembre de 1937, donde le dice que la niña que va a venir va a ser novia de Manolillo.
Este libro tiene un muy discutido prólogo del fonetista Tomás Navarro Tomás, con fotografías de Tina Modotti (conocida por María en España), la amiga de Vittorio Vidali. En la revista valenciana Hora de España recibió críticas adversas por Manuel Altolaguirre; Luis Cernuda lo silenció como Juan Gil-Albert, Sánchez Barbudo o Rafael Dieste; Ramón Gaya salió en su defensa con “Divagaciones en torno a un poeta: Miguel Hernández” (mayo del 38), aunque al ser pintor, mejor se hubiera callado. Alberti estaba muy ocupado con sus obras de teatro, y su semanario El Mono Azul se olvida de citar el libro. Sería porque anteriormente El Mono Azul había publicado cuatro composiciones, y Hora de España, tres.
Hernández participó con colaboraciones en la mayoría de revistas republicanas, publicaciones que requieren un estudio bibliográfico independiente. Colabora en libros de poesía urgente o de guerra. Miguel se ha forjado poeta en la guerra, además es cronista de guerra y escritor.
En abril del 38 gana un accésit de tres mil pesetas en el Concurso Nacional de Literatura por el drama “Pastor de la muerte”. El primer premio había quedado desierto. Parece ser que nunca cobró este dinero. Otros agraciados fueron Manuel Altolaguirre, Luis Rosales...
El 1 de marzo del 1938 apareció, en La Vanguardia de Barcelona, un manifiesto tras escuchar al jefe del Gobierno de la República, firmado por numerosos profesores, escritores (entre los que aparece Hernández), artistas y profesiones liberales.
Miguel Hernández y Josefina Manresa
Miguel Hernández y Josefina Manresa.
Reposo en Benicasim
Con el exceso de trabajo en plena guerra civil, más el esfuerzo literario, se le agravan los fuertes dolores de cabeza que ya venía padeciendo.
En el verano del 38 le envían a Valencia, aprovecha para entregar el original de El hombre acecha; en septiembre conoce al compositor judío ruso Lan Adomian, Miguel le entrega “Canción de la sexta división”. El gobierno republicano en el exilio quiere sustituir el “Himno de Riego” por uno nuevo, se elige el de Miguel; con arreglos posteriores de Margarita Nelken se compone el “Nuevo Himno a la República Española”, no estrenado hasta 1957 en México. “Con Miguel compuse tres canciones, una de las cuales, ‘Las puertas de Madrid’ ”, escribe Lan Adomian en su libro La voluntad de crear (Antología comentada, II, Prosa, Jesucristo Riquelme, 2002, pág. 355-368).
Le enviarán al Hotel de Reposo para combatientes de Benicasim (Castellón de la Plana), donde conocerá a Buero Vallejo, que después sería uno de los mejores dramaturgos de posguerra.
El 10 de octubre del 38 muere su primogénito a los diez meses de edad. Recibe un golpe muy duro. Participará en un poemario colectivo, Versos en la guerra, editado en Alicante el 01-12-38; estaba ilustrado por artistas alicantinos; lo publicará Socorro Rojo Internacional, un cuaderno del PCE.
Miguel nombrará e invocará a la lucha a los poetas más reconocidos en su poema “Llamo a los poetas”, que aparece en El hombre acecha, sin embargo, esta edición fue destruida por los nacionalistas en la primavera de 1939 en la imprenta de la Tipografía Moderna. Se salvaron dos capillas, gracias a ellas el libro vio la luz primero en Cupsa Editorial, en 1978, con estudio previo y notas de Leopoldo de Luis y Jorge Urrutia, y una segunda editada por la Casona de Tudanca, Fundación de José María Cossío, 1981.
Darío Puccini afirma que “es el único poema, ‘Llamo a los poetas’, en el que Miguel Hernández expone en forma casi exegética sus convicciones de escritor ante el mundo, sus ideas sobre la función de la poesía y su religión poética del hombre”.
La poética de Hernández adopta la forma de una práctica ideológica, que cuando construye su sentido, quiere ser una forma de acción social, tal y como se tratará de probar en este trabajo.
Hablemos, Federico, Vicente, Pablo, Antonio,
Luis, Juan Ramón, Emilio, Manolo, Rafael,
Arturo, Pedro, Juan, Antonio, León Felipe.
Hablemos sobre el vino y la cosecha.
El 4 de enero de 1939 nace su segundo hijo, Manuel Miguel. No dejaría de escribirle a Josefina dándole consejos de cómo debía cuidarle y educarle, pues siempre tuvo en la memoria la muerte de su primogénito.
Cárceles y muerte
Terminada la guerra busca refugio en su tierra natal, no tiene cobijo ni porvenir, huye hacia Andalucía buscando amigos que le escondan o le den trabajo, como no lo encuentra se encamina hacia Lisboa. Circula la leyenda urbana de que Joaquín Romero Murube le tuvo oculto como jardinero en los Reales Alcázares de Sevilla, de donde era director, para quitarlo de la vista de Franco que por esas fechas estaba allí. En esa fecha ni Franco estaba en Sevilla, ni el general conocía a Miguel. Como no encuentra refugio huye a Cádiz, en busca de Pérez Clotet, pero no le encuentra ya que se hallaba en su pueblo de Villaluenga del Rosario; huye a Huelva donde un camión le lleva a Valverde del Camino para buscar a su abogado Diego Romero Pérez; tampoco le encuentra. Después pasa a la frontera de Portugal; será detenido por la policía salazarista cerca del pueblo de Moura, que le pone a disposición de la policía española (Cuerpo de Investigación y Vigilancia de Fronteras) en Rosal de la Frontera (Huelva), según el atestado. Será uno más de los cientos de miles de presos republicanos; pasará por la cárcel de Torrijos.
Se le instruye el sumario de urgencia 21.001.
Será puesto en libertad el 15 de septiembre de 1939, se supone que por las gestiones de José María Cossío y no por la intercesión de Pablo Neruda y el cardenal francés. En Madrid visita a su abogado Diego Romero, va por segunda vez a la embajada de Chile (ahora está Vergara, a Carlos Morla le habían destinado forzosamente a Alemania). Se viene para Cox. En Orihuela, después de visitar a los padres de Ramón Sijé, es detenido por “El Patagorda” (José María Martínez) y encerrado en los sótanos del seminario de Orihuela. Después Conde de Toreno (donde se reencuentra con Buero Vallejo, que le hace el famoso dibujo el 24 de enero del 40), Palencia, Yesería, Ocaña, donde va escribiendo su diario íntimo poético, y el dolor de la muerte de su primer hijo. En el Reformatorio de Adultos de Alicante (director Manuel Guerrero Blanco) aparece de nuevo su primer protector, don Luis Almarcha, quien le pide un gesto de reconocimiento del Movimiento Nacional, a cambio de ser atendido de su tuberculosis y tifus en un sanatorio de Porta Coeli (Valencia); aun moribundo renunció a este gesto de traición moral, él era el autor de Viento del pueblo, mantenía su dignidad muy alta, simplemente por principios, como cuando era un joven humillado por su padre y se rebeló contra él. Murió a las 5:30 horas de un sábado el 28 de marzo de 1942, víspera de un domingo de Ramos. Sacaron el cadáver al patio Ramón Pérez Álvarez, Luis Fabregat, Antonio Ramón, Ambrosio y Monera. La banda de presos tocó la marcha fúnebre de Chopin (lo confirmó un preso de confianza, Antonio Ramón Cuenca). Sus padres no vinieron al entierro. Sí vino el hermano Vicente. El dibujante José María Torregrosa dibujó su r ostro con pañuelo sosteniéndole la mandíbula. Se hicieron dos dibujos de Miguel muerto, el otro dibujo es de Eusebio Oca; su sobrino, Eusebio Pérez Oca, escribe en Alicante Vivo, el 19 de mayo de 2010:
Como podemos ver al comienzo de este trabajo, son dos los dibujos de Miguel muerto. Ramón Pérez recogió una bolsa con documentos, dibujos, escritos y el carné del Partido Comunista de Miguel Hernández. Luis Fabregat, otro preso muy vinculado a Miguel, entrega a su hermana Maruja una capaza con doble fondo donde hay escritos y dibujos. Eusebio Oca guarda muchos recuerdos que pronto verán la luz. Se desata recientemente una discusión sobre estos legados [...]. El caso es que los escritos que guarda y entrega a Josefina Manresa, Ramón Pérez, desaparecen. No se sabe nada del carné del Partido. Leyendo y recordando veo unas contradicciones que no deberían serlo. Es posible que ambas sean ciertas, pues ahora vemos más datos y documentos sobre Miguel Hernández. Curiosamente un dato se me hace fuerte de aceptar. Los que amortajan a Miguel son sus compañeros destacados en la enfermería y el más amigo, el que le puso la toalla alrededor de la cara, intentó cerrarle los ojos con dos monedas “como hacían los griegos”, así me lo dijo, fue Eusebio Oca Pérez junto a algunos más como Miguel Signes; es en este momento y tras la negativa a que Melchor Aracil, que no José María Torregrosa, hiciera una máscara mortuoria. Ramón Pérez estuvo por allí, pero no pudo permanecer por no pertenecer al equipo de la enfermería. Ramón era un gran hombre que hacía de correo con peligro de su integridad. Por lo tanto no niego su afirmación pero no del todo. Signes hace una afirmación contraria a Ramón Pérez. Mi tío Eusebio me afirmó haber hecho un dibujo y esto fue lo escrito por Sánchez al dorso de la ficha de Miguel Hernández, una de las muchas pertenecientes a su periodo de fotos de la cárcel. En mis trabajos en Al icante Vivo sólo expongo lo leído en este Archivo Municipal y, como digo más arriba, en la ponencia de mi compañero del Banco de Alicante, Miguel Signes. Hace años, y aún en vida de Ramón Pérez, se publicó un libro en que afirmaba esta autoría.
Nota en el blog Alicante Vivo, del 22 de mayo:
Lo que es una lástima, querido Palmeral, es que por cuestión de meses Rovira no haya conocido a la viuda de Eusebio Oca. Quizás sea su muerte la que ha movido la aparición de determinados documentos. Con la comparación de alguno de ellos podríamos aproximarnos a la autoría. Pero yo pienso que por encima de todo están Miguel y su obra. Los dibujos son un acta de la muerte de Miguel. El que los hizo es secundario. Lo importante es que alguien, y fueron varios, se compincharon para burlar al carcelero y dar fe. Lo que siempre he dicho, lo que decía mi padre, muerto en 1968, es que hasta dónde habría llegado este genio. Un abrazo. Firmado: Eusebio Pérez Oca.
El entierro fue en coche de caballos. Asistieron Josefina (esposa), Elvira (hermana), Consuelo (una vecina), y dos pintores, Miguel Abad Miró y Ricardo Fuente. Josefina Manresa escribe en la página 145 de Recuerdos de la viuda...:
“En la casa de su hermana [Elvira, calle Pardo Gimeno, 15] pasamos la noche sin acostarnos, ella y su marido [Francisco Moreno Soriano], Ismael [Terrés Abadía] —marido de Encarnación, y que llegó de Orihuela después del entierro. Al día siguiente, a las 10 de la mañana [29 de marzo, Domingo de Ramos], se le dio sepultura en presencia de Justino Marín [Gabriel Sijé], hermano de Ramón Sijé, que le extrañó que lo metieran en el nicho por la parte de los pies, cosa que él ignoraba: una prima mía, de Cox; mi tío, hermano de mi madre; Elvira, su marido; Vicente, hermano de Miguel; Ismael; Miguel Abad; Ricardo Fuente; mis tíos, los de la calle San Nicolás y dos hombres que vinieron de Orihuela con Justino; y yo...”.
Será Cancionero y romancero de ausencias, para mí, su obra maestra, obra de madurez, póstuma, no publicada hasta el 58 en Lautaro, por el uruguayo Elvio Romero. Para remate de su gloria, los exiliados republicanos en México y Cuba le rindieron homenajes que contribuyeron a engrandecer su leyenda.
José María Martínez Arenas, a través de las indicaciones de Luis Almarcha, propusieron a Josefina que si firmaba un documento impidiendo la publicación de Viento del pueblo en España y América, su hijo Manolillo entraría en el Colegio Santo Domingo, pero ella no firmó ese documento. Se le pueden achacar muchos asuntos a Josefina, pero gracias a ella y a sus recelos hoy tenemos y se conserva el legado hernandiano.
Conclusión
En este primer centenario de su nacimiento, hemos creído necesario contar telegráficamente su vida real, sin tópicos, alejados del mito de genial “pastor-poeta” que llega a la gloria por gracia divina sin mover un músculo. Miguel se muestra ambicioso de su obra, seguro de ser un buen poeta, y es un ejemplo de cómo se forja un poeta auténtico desde su humilde condición, con tesón y dignidad, participando en todos los frentes de la guerra civil y de la literatura, y buscando buenas sombras literarias en las que cobijarse. Además de poesía escribió teatro (menos conocido), prosa y reportajes de cronista de guerra, más un gran epistolario. A su muerte Miguel pasó de ser pastor-poeta a pastor de poetas. Sus Obras completas, que a estas fechas del primer centenario son incompletas, se publicaron en Espasa Calpe en 1992, dos tomos que contienen cerca de 2.800 páginas.
Este texto es una conferencia impartida por Ramón Fernández Palmeral en el Ateneo de Alicante, el 25 de marzo de 2010.
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martes, 21 de diciembre de 2010
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